Primer Acto

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Escena I

Voz en off

Un bello parque. Abatido un joven de compostura alta, aproximadamente un metro ochenta, se sienta en una banca. Desparrama su cabello rubio y mira al frente con los ojos inyectados de lágrimas.

Tres meses. Lleva tres meses buscándola. Recorre los mismos lugares que solían frecuentar en aquella enorme ciudad de Buenos Aires, incluso fue al pequeño pueblo del que nacieron pero es como si la tierra la hubiera tragado...

Nadie sabe donde está su amada.

Vladimir mira el reloj que descansa en su muñeca y confirma que va haciéndose hora de volver a su departamento porque una vez más no la ha encontrado. Se levanta del asiento y ve a varios niños correr por el pasto verde y su corazón palpita con fuerza nublando sus recuerdos con ella.

Quiere encontrarla y decirle lo mucho que intentó para que todo fuera distinto. ¡Qué al final podrán estar juntos! Pero la realidad es que ella no está así que reasignado deja atrás el pasado.

A lo lejos divisó un puesto de dulces. El hombre tenía de todo, hasta copos de nieve en celeste y rosado. El favorito de él era el rosa mientras que el de ella era el celeste. No podía olvidarla. Compró uno. Y se alejó para seguir su camino de regreso cuando de pronto se quedó congelado.

Vladimir.
¿Karen?

A penas pudo pronunciar su nombre y por eso que la joven al que él mira no se percató de su presencia. Ella está ahí, ¡la había encontrado! Sabía que lo lograría.

La joven frente suyo está sentada en una banca del parque, tiene sus ojos puestos en sus manos frías a pesar del calor abrasador. Se siente observada por lo que confundida levanta su rostro encontrando los ojos azules como el cielo de su acompañante.

Quiso gritar de felicidad.

Ella quiere dejar de mirarlo pero es que algo en sus ojos azules no se lo permite. Entonces decide terminar con todo ese misterio y que sus nervios se suavise.

Karen. –(La joven lo miró dudando y muy confundida).
—Disculpa, ¿nos conocemos?

Vladimir. –(El joven se molesto por esa pregunta, brusco y atropellando las palabras sarcásticas respondió a su amada):
—¿Cómo que si nos conocemos? Soy yo, Vladimir.

Karen. –(Bajó su rostro avergonzada mirando sus manos temblorosas y con mucho miedo volvió a hablar).
—Lo siento, yo no lo recuerdo a usted.

Vladimir. –(A él esto le dejó un poco confundido pero de todas formas se impacientó apretando sus puños con rudeza haciendo que el miedo en ella se intensifique).
—¿Cómo que no? Soy Vladimir, tú mejor amigo. (Susurró sus últimas tres palabras molesto porque odia ser su mejor amigo e intentó acercarse pero ella se alejó por instinto tiritando de miedo y con sus ojitos chocolates cristalinos. Entonces, ahí se dio cuenta que decía la verdad). ¿De verdad que...?

Una nueva persona entró en acción sin dejarle terminar la pregunta. El mejor amigo de Karen, Marcos, llegó pegando un grito en el cielo.

Marcos.
—¡Aléjate de ella!

El joven de cabellos negro azabache se interpuso entre ambos y la joven femenina respiró de tranquilidad al escucharlo. Se levantó de la banca. Marcos la tomó de su mano derecha para que no tuviera más miedo y Vladimir entendía cada vez menos.

Vladimir. –(Intentó volver a acercarse y obtuvo el mismo resultado).

—Karen, amor, no me tengas miedo.

Marcos.
—¿Qué no te tenga miedo? Vladimir, mataste a su esposo.

Vladimir. –(Eso le impactó y sin poder crecerlo susurro):
—¿Qué, Leandro está muerto?

Marcos.
—Vamos, Karen. (Miró a su amiga para hablarle de manera tranquila). No la busques más, déjala vivir una vida normal y tenés que entregarte a la policía porque mi papá te está buscando.

Karen y Marcos salen de escena.

Vladimir se queda ahí y sin darse cuenta se cae sentado en la misma banca que antes la había visto sentada a ella con un vacío que no lo puede explicar porque no recuerda nada. Necesitando saber que ha pasado el único remedio es hacer uso de su habilidad.

Vladimir.
—Yo no lo maté y prometo buscar al culpable.

El joven se levanta de esa banca decidido y entonces también sale de escena bajando el telón.

Escena II

El departamento de Vladimir nunca fue tan acogedor como en ese instante porque al entrar sus ojos llenos de lágrimas que contuvo en el camino se hicieron evidente y el nudo en la garganta lo hizo sentir un abismo profundo.

Su compañera, amiga, de departamento se acomodó mejor en el sillón viendo la televisión. Vladimir no lo notó ni tampoco le importó sino que se dirigió directo a la cocina.

A los pocos minutos escuchó unos pasos detrás suyo, supo enseguida de que se trata de su mejor amiga quien sigue en el umbral de la puerta examinando los movimientos del joven. Al final, su rostro cambió por uno preocupado cuando cruzaron miradas. Terminó entrando a la cocina. Luz entendió lo que había pasado.

Luz.
—La encontraste.

Ante ese descubrimiento se emocionó pero seguía sin entender el rostro adolorido de su mejor amigo.

Luz.
—¿Qué sucedió?

Sacó de la heladera un licuado refresco y un sandwich de queso. Se sirvió el licuado en un vaso y al tomarlo sintió el fuego que consumía por dentro suyo recordando su rostro lleno de miedo. Además del hecho de que no lo recordará

Vladimir.
—Fui al parque y sin muchas esperanzas pero la encontré, estaba allí sentada en una de las bancas aunque no estaba sola.

Luz.
—¿Y con quién estaba?

Vladimir.
—Tomás, su mejor amigo.

Luz.
—Aguarda, ¿por qué entonces tienes esa cara?

Luz siempre es pura intuición así que antes de que Vladimir llevará el líquido a sus labios lo freno tocando su brazo derecho y pidió una explicación. Sin embargo, el joven no quería hacerlo.

Vladimir.
—Es la misma que tengo siempre, ni modo que vaya a quitármela.

Luz. –(Lo miró molesta por su sarcasmo).
—Vladimir, te estoy hablando en serio.

Vladimir. –(No le quedó otra que admitirlo en voz alta el dolor que le producía saber del miedo que le tenía su amada).
—Me tenía miedo. Al parecer, porque maté a alguien.

Luz.  –(Esto la descolocó).
—¿Qué? ¿A quién?

Sonrió. No iba a decírselo. Volvió a la heladera para guardar lo que había sacado y caminó en dirección a la puerta pero se detuvo para saciar la curiosidad de su amiga.

Vladimir.
—No importa a quién haya matado porque yo sé que no lo hice.

A los pocos segundos se encuentra en su habitación que sigue igual de desordenada como la dejó esa mañana antes de ir a buscarla una vez más. De todas maneras, no iba a ponerse a limpiar. Fue hasta allí con un propósito por lo que se acostó en la cama con los ojos puestos en el techo. Se removió incómodo en el lugar y entonces sucedió pero nadie lo supo porque el telón volvió a bajar.

Te Amaré Por Siempreحيث تعيش القصص. اكتشف الآن