9.- Una pequeña bromita

138 9 2
                                    

Liam Grey

Era un sábado y los gritos en la casa de al lado me despertaron como es usual en la casa Melbourne los sábados de lavandería. La madre de Amelie tiene un buen vozarrón. Gruñí contra la almohada, gire sobre mi mismo y metí la cabeza bajo de esta para atenuar los ruidos, acción que hice en vano ya que mi cerebro ya estaba totalmente activo y mi sueño con Esther Exposito se había desvanecido por completo. Baje de mi cama hecho una furia por no poder completar mi fantasía de fresas con chocolate en la anatomía de Esther Exposito. Mis intenciones eran claras; abrir la ventana, decirle a Amelie que le hiciera caso a su madre y cerrara el pico e volver a intentar conciliar mi fantasía con Esther pero al llegar a la ventana arquee una ceja al ver a la madre de Amelie salir de la puerta la cual pareciera que es su baño con una mirada de fastidio junto con un vaso gigante de agua. Seguido escuche el grito agudo de mi nemesis, ahogue una risa y estaba preparado para sacar mi celular u grabar a Amelie mojada como un perro recién bañado pero la risa murió en mi garganta al verla ahí parada, recién despertada con los cabellos desordenados y una camiseta blanca empapada la cual se pegaba a su anatomía como una segunda piel y que para mi suerte o mi karma se transparentaba no dejando nada a la imaginación.

Que le den a Esther Exposito.

Balbuce tratando de encontrar mi propia voz, cerré y abrí los puños tratando de volver a conciliar mi movilidad y escapar de ahí antes de que me viera pero los pechos mas redondos y perfectos que haya visto en mi vida junto con ese par de pezones erectos esperando a ser mordidos, llamando a ser mordidos por mi, me tenían hipnotizado. Baje la mirada por su cuerpo y trague duro, su abdomen plano, su pequeña cintura, sus grandes caderas y piernas. Si ya antes con ese sueño cierta parte de mi anatomía estaba despierta, ahora estaba punzando y lista para conquistar el mundo.

Jooooder ahora que lo pienso Amelie tiene cierto parecido a Esther Exposito, quizá por eso cuando nuestro yo puberto empezó a fantasear con Amelie la cambiamos por Esther. Porque son muy parecidas.

Humedecí mis labios y volví a subir mi mirada por su cuerpo, mordí mi labio inferior e inmediatamente lo solté ya que Amelie tenía sus ojos furiosos en mi. Mierda. No lo pude evitar y lo que no me pasaba desde que iba en primaria sucedió; me sonrojé. Amelie camino a paso apresurado hasta la ventana y cerro las cortinas de golpe. Me di la vuelta y me pase las manos por la cara frustrado.
¿Que mierda acaba de pasar?
Suspire audiblemente y me metí a la ducha fría pero cada vez que cerraba los ojos esa camiseta pegada parecía en mi mente.

Baje las escaleras frustrado agarre una fruta de la cocina y salude a mi padre quién estaba tomando un café cargado.

-¿A donde vas tan temprano Liam? -pregunto mi padre sin levantar la vista de su periódico.

-Al gimnasio -dije de mal humor.

-Wow parece que alguien se levanto con el pie izquierdo -dijo mi madre entrando y depositando un beso en los labios de papá.

-Iug guarden su amor lejos de mi, y si, los gritos de los Melbourne me robaron el sueño -gruñí mientras llenaba mi botella de agua.

-¿En serio? -mi padre rió.

-Creo que tu ventana esta mal ubicada ranita -Mamá rio por lo bajo.

Oh no a mi después de hoy no me cambian ni a palos de habitación.

-Mamá que ya no tengo 11 años deja de llamarme ranita -me fastidie.

-Okey panquequito -dijo tomando de su té con canela mientras de mi escapaba una mueca.

-¿Sabes que má? Olvídalo mejor llámame ranita -guarde mi botella de agua en mi bolso de deportes. Mi padre rió mientras fingía leer su periódico.

Del odio al amor  existe un solo pasoWhere stories live. Discover now