Capítulo 36

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ALDARA

Han pasado 3 semanas desde el momento en el que los guardias me defendieron de Gavin. Hace una semana tuve una larga charla con Rogelio donde yo lo regañé por crear la nube sabiendo que podría tener problemas, pero la que terminó regañada fui yo.

No me había dado cuenta cuando fue que cambié mi forma de ser. Antes era decidida, fuerte e incluso valiente cuanto era necesario, pero ahora... con un solo ruido fuerte me siento temblar.

–Necesito recuperarme. –suspire frustrada.

–Señorita, debemos volver a limpiar sus heridas con las yerbas. –una criada interrumpió mis pensamientos.

Vuelvo a la realidad observando a las 3 criadas quienes están a los pies de mi cama y entre ellas está Roma. Observo a mi alrededor viendo la habitación que se me fue asignada luego de que varios guerreros y criados se rebelaron contra el laird Gavin.

–¿Cuánto me falta para que el tratamiento termine?

–Este será el último, sus heridas ya están cicatrizando.

Asiento sin agregar nada más dejándolas hacer su trabajo. Cuando me desvisten desvió la mirada negándome a ver mi cuerpo.

Luego de unos segundos siento el líquido frío esparcirse por mi cuerpo mientras me estremezco al sentir las manos de las criadas esparcir la mezcla de las hierbas en mis heridas.

–Señora, le quedarán cicatrices muy notorias –susurro Roma con tristeza.

–Lo sé –digo seria.

No quiero que me vuelvan a ver como esos días en los que estaba en la celda. Odio el sentimiento de miedo que adquirí luego de eso, sentir que el peligro me acecha y no poder dormir en la noche por miedo a que ellos vengan de nuevo.

–Deja de pensar en esas cosas, no dejaré que alguien te vuelva a dañar. Llegue a ti para protegerte de tu madre y no volveré a fallar.

–Mi cuerpo quedó marcado para siempre. Antes al menos no se notaban, pero ahora mi cuerpo está casi lleno de ellas.

–Si, pero sabes... Esas cicatrices demuestran que sobreviviste a un infierno. Lloraste, sangraste, gritaste y aun así sigues en pie.

–No me importa si sobreviví, ¡estoy rota, usada!

Siento como me desconecto de la realidad mientras siento mis sentimientos consumirme. Sé que Richard tiene razón, pero no evita que me sienta horrible el solo pensar que mi esposo y mi familia vea mis marcas que se encuentran desde mi pecho hacia mis pies.

–Señora, usted es hermosa y las cicatrices no la harán menos en cambio solo demuestran su valentía.

La voz de Roma me trae de vuelta a la realidad dándome cuenta que ya me han terminado de vendar. Solo guardo silencio y me dedico a vestirme tratando de no pensar demasiado en lo que vendrá más adelante.

–Pueden dejarme sola –pido aparentando calma.

Las criadas asienten mirándose confundidas entre ellas, pero no les prestó atención y solo me dedico a ver por la ventana mientras escucho como abandonan la habitación.

Cuando escucho la puerta cerrarse siento como la energía abandona mi cuerpo y me dejo caer de espalda en mi cama.

Suelto el aliento dejando fluir mis lágrimas viendo como mi vista se nubla mientras las siento recorrer mi rostro hasta caer en la cama.

–Soy una estúpida, me deje golpear y humillar. ¿Qué pensara mi esposo si me ve así? –digo entre jadeos sintiendo mi respiración irregular.

Dejo mis sentimientos salir a la luz sabiendo que luego tendré que volver a esconderlo porque para derrotar a Gavin necesito volver a ser la comandante de los Almogávares y la guardia negra portando mi corona como la princesa del dragón negro.

La princesa del escocésWhere stories live. Discover now