Capítulo 22

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-Los siguientes estudiantes deben presentarse cuanto antes en la oficina de administración- anunció una voz femenina por los altavoces de la universidad. Luego de unos tres nombres, Alice quedó perpleja al escuchar el suyo.

Varias miradas cayeron sobre ella después del anuncio, ya que por lo general los que eran llamados a esa oficina solo tenían dos razones; habían roto alguna regla o estaban atrasados con el pago de alguno de los tantos gastos que tenía estudiar allí. Alice estaba segura que tenía que haber un error. Llevaba todo controlado y asistió a todos los eventos que organizó la universidad el último semestre por caros que fueran tan solo para ser una cara conocida entre los profesores y directivos para beneficiar su promedio en el futuro.

Fue de las primeras en llegar a la oficina. La mujer mayor de la ventanilla le indicó que al parecer faltaba que pagara por los próximos exámenes. Por la cara de Alice era evidente que no tenía idea de eso.

-Es imposible. Hace dos semestres di dos números de tarjeta para que se debite automáticamente y no tuviera que preocuparme.

La mujer siguió buscando en su computadora mientras que Alice quería que la tragara la tierra. Jamás le gustó deber dinero, mucho menos que la miraran como a una criminal como lo estaba haciendo esa mujer en ese momento.

-Al parecer las tarjetas que proporcionaste fueron dadas de baja.- explicó la mujer forzando la sonrisa. –Tal vez tus padres no te lo dijeron o lo olvidaste.

-¿Qué?- Alice sintió cómo la sangre abandonaba su rostro.

La mujer le repitió los números de las tarjetas que ella había dado hace un año y luego de hacer un poco de memoria entendió cuál era el problema.

-No, no fueron mis padres. Perdí esas tarjetas hace un tiempo y olvidé por completo que las di de baja. Disculpe- inventó Alice de la nada cuando recordó que aquellas eran dos de las tarjetas que le dio a Lilian la última vez que se vieron.

-No hay problema señorita, puede pagarlos ahora mismo o pedir uno de nuestros accesibles créditos para estudiantes.- Alice no le dio vueltas al asunto, pagó con su tarjeta a pesar del dolor en el estómago que sintió al tener que hacer ese gasto. -¿Quiere aprovechar para pagar la matrícula del próxima semestre? Es mi deber recordarle que hubo un aumento del cincuenta por ciento que se destinará a la construcción de un nuevo laboratorio.

-¿Otro laboratorio?- protestó Alice. –Estuve en la cena para juntar fondos para esa mierda. ¿Cómo pretenden seguir robándonos de esa manera? No pienso pagar por eso.

Alice salió de ahí dando un portazo. Poco le importaron las miradas y los murmullos por el pasillo al verla pasar hecha una furia. Ni siquiera estaba molesta con la universidad, todo era hacía sí misma. Por olvidar que ahora tenía que lidiar con esos gastos por su decisión de ser una novia ejemplar.

Debía ir a casa, hacer cuentas y ver con cuánto dinero contaba después de pasar el último mes gastando como si siguiera viendo a sus clientes. De repente estaba arrepentida de cada gasto que había hecho las últimas semanas.

Por suerte pudo olvidar un poco de eso cuando se dirigió a la salida y reconoció al chico que la esperaba en la acera. Miró su teléfono y se encontró con varios mensajes de Dom avisándole que pasaría a recogerla. Una sonrisa risueña se le dibujó frente a la pequeña pantalla.

Dispuesta a dejar el problema del dinero para más tarde fue hacía Dom. Pero aquel parecía no ser su día, porque antes de que él la viera, apareció un grupo de adolescentes usando los uniformes de un colegio de la zona. Rodearon a Dom en cuestión de segundos y comenzaron a pedirle fotos y autógrafos además de hablarle sin parar y sin importarle si otro estaba hablando. Dom, como de costumbre, comenzó a darles las fotos y los autógrafos que tanto pedían.

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