Serafín: ¿y para qué quiero alegría cuando la muerte está tan cerca de mí? Tú sabes que la enfermedad que tengo es incurable y a mi edad, ya solo me queda esperar el día que Dios decida recogerme...

Con firmeza, el doncel habló: como usted dice, solo Dios puede decidir el día de su muerte, pero hasta que ese día llegue, no tiene por qué vivir amargado... si saliera de este cuarto, se daría cuenta que afuera hay muchas cosas bellas... hay quienes tienen que vivir encerrados porque no poseen más que una pequeña habitación, pero usted es dueño de este inmenso rancho lleno de naturaleza y animales... no se deje morir sin antes disfrutar de la belleza de las flores y el canto de las aves...

El anciano miró a los ojos de Julián y observó en ellos algo que había perdido hace mucho tiempo, esperanza.

Haciendo caso a las palabras del joven, don Serafín se dejó llevar al enorme jardín del rancho... con una tierna sonrisa, Julián empujaba la silla de ruedas del anciano, quien después de mucho tiempo volvía a sentir el aire fresco chocar en su rostro curtido por los años.

Julián llevó a don Serafín hasta una pequeña colina y colocó al anciano debajo de un gran árbol de manzanas, el cual los cobijaba con su sombra y frescura.

El ojiazul se hincó sobre la hierba verde quedando a unos pocos centímetros de don Serafín, a quien le dijo: ¿verdad que es una mañana hermosa? Desde aquí vemos muy bien a la casa y también a los cerros que rodean este enorme rancho... ¿se siente cómodo?

Serafín: sí, hace mucho que no venía aquí... este es uno de los árboles más viejos del rancho, yo mismo lo sembré junto a mi hijo... él era un niño de apenas 7 años... ¿cómo es posible que los árboles vivan más que las personas?

Conmovido por las palabras del viejo, el rubio contestó: no se ponga triste... piense que a través de este árbol su hijo aún vive...

Serafín: no hablemos de cosas tristes... mejor, cuéntame de ti, tú no eres de San Benito ¿verdad? ¿por qué viniste a este pueblo?

Julián: yo soy de la capital del país y estoy aquí porque después de graduarme en la escuela de enfermería me enviaron al hospital de este pueblo... mi deber como enfermero es estar donde me necesiten...

Serafín: ya veo ¿y no tienes familia?

Julián: solo tengo a mi mamá y una tía... las dos son viudas y viven juntas... me dio tristeza dejarlas solas, pero ellas entienden que este es mi trabajo...

Serafín: entonces ¿no tienes papá?

Julián: mi papá murió cuando tenía 8 años... desde entonces mi mamá me sacó adelante... ella tuvo que trabajar para darme todo lo necesario para vivir... a los 15 años yo también me puse a trabajar para ayudarla...

Serafín: eso quiere decir que tu familia es de escasos recursos...

Julián: bueno, tampoco es que seamos muy pobres, yo diría que somos de clase media... simplemente que en la capital todo es más caro...

El anciano miró a los ojos del doncel y preguntó: ¿y qué hay del amor? Eres un muchacho muy bello y ya estás en edad casadera...

Sonrojándose por la pregunta, Julián respondió tímidamente: pues... el amor no es algo que me preocupe... no me ha ido muy bien en ese terreno... quizás sea porque espero demasiado...

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