~•~•40•~•~

Começar do início
                                    

-San -. Murmuró con una sonrisa.

El recordar la manera en que su jefe le miraba, y todas esas palabras lindas que le decía, le hacían sentir en el cielo, cuando lo besaba, podía decir que estaba en las nubes, era muy hermoso aquel sentimiento de amor que se había instalado en su corazón, llenando ese gran vacío de hace años, se sentía completo y a gusto. Cada que estaba con el mayor, no podía evitar sonreír y verlo con cariño, San era eso que buscaba, él le brindaba esa felicidad propia, su aura fuerte le hacía sentir protegido, le daba a entender que no dejaría que nada malo le pasara. Confiaba en el pelinegro, confiaba, y estaba seguro, que no le abandonaría ahora, no lo haría.

La puerta de la habitación, en la que aún permanecía sin poder salir, se abrió con lentitud, como si la persona que buscaba entrar, estuviese pidiendo permiso, o dudando en hacerlo. Finalmente, el menor se reincorporó en la cama, con un semblante confuso al ver cómo su amigo de cabello cobrizo entraba con una bandeja, en la que llevaba un plato con comida y un jugo de naranja.

-Hola, Young -. Saludó con pena.

-Hola -. Respondió sin fuerzas. Incluso hablar le era complicado.

-Toma, debes comer, no quiero que... que San te vea en este estado -. Confesó.

Inmediatamente, y casi como si fuese magia, el rubio abrió los ojos, los cuales brillaron con intensidad al escuchar esa frase.

"San... ¿Viene por mi?". Se preguntó para sí mismo.

-No te preocupes, dije que te sacaría, y así lo haré, pero... yo no puedo hacerlo solo, así que...

-¿Le dijiste a San? -. Esa pregunta había salido casi con un tono de emoción.

El más alto lo observó y sonrió.

-Si, y no te miento además, estoy vivo gracias a los barrotes de su celda, si no fuese por eso, seguro ya estaría en el hospital, o aún peor, en la tumba -. Sinceró.

Wooyoung dejó escapar una risa al imaginar a San peleando con los barrotes, y maldiciendo por dentro al no poder cumplir su objetivo, se le hacía algo lindo. Era algo así como un cachorro molesto.

-San es un poco... gruñón -. Rió.

-Lo sé -. Sinceró, para luego quedarse callado.

-Johnny...

-Mira, te traje algo de comer, el padre San no está, así que DongHo me dejó pasar -. Habló, interrumpiendo las palabras del menor, quién lo miraba con un puchero formado en sus labios.

No iba a negarlo, Johnny quería probar esos labios rosas del rubio, deseaba poder besarlo con amor, pero no era posible, no debía, para nada. Wooyoung estaba lejos de su alcance, uno muy alto y lejano.

-Quiero salir de aquí -. Susurró mirando la bandeja. -Por favor

Esa mirada llena de dolor, de súplica, de preocupación, hacía que el más alto sintiera un fuerte dolor en su pecho, al mismo tiempo que un vacío profundo se formaba en su corazón sin piedad alguna. El semblante del menor estaba decaído, y las ojeras, ligeramente notorias, bajo sus ojos, le hacían lucir fatigado, sin ganas de hacer nada. Supo que su amigo no durmió bien, y eso le daba miedo.

-Wooyoung, es mejor que descanses, yo iré...

-¡Por favor! ¡Te lo pido! -. Gritó, lágrimas de desesperación salían de sus ojos tristes. -Johnny, ¡Sácame de aquí! ¡Ese tipo no hace otra cosa que venir y...! ¡No lo entiendes! ¡Ese hombre me... me toca y... no me gusta que lo haga! -. Se abrazó a si mismo, como intentando protegerse de todo, obvio que no iba a funcionar.

Lo intenté // SanwooOnde histórias criam vida. Descubra agora