—Es decir, ¿yo estaré camino al trono pedestal tuyo o como quieras llamarle, mientras ellos se ponen al frente de la empresa?

—Así lo he establecido. He hablado con mi abogado en caso de que no se cumplan mis peticiones, pero eso solo si intentan robarte la empresa. Sé que Khan no haría eso, pero sería un estúpido si no estoy preparado para lo que sea.

Desde pequeño he aprendido que no se debe confiar en el mundo de los negocios. Khan y mi padre han sido amigos desde la secundaria, han fundado la firma cuando eran jóvenes, casi recién salidos de la universidad. Yo era un niño para aquel entonces y esa fue una de las razones por las que mi mamá decidió abandonarnos, porque él trabajaba duro expandiendo el negocio. Pero mi padre tiene razón en eso, es difícil confiar cuando puedes perder todo lo que has construido en la vida, y él quiere que yo lo continúe.

La presión detrás de mis ojos es asfixiante. Siento que me quedo sin aire.

—¿Y si no quiero hacerlo?

La sonrisa que había estado ocupando su rostro se desvanece hasta formar una mueca torcida, perdida entre la comprensión y la tristeza.

—Lo entendería completamente. —pronuncia en voz baja pero firme—. He estado ausente la mayor parte de tu vida. Pretender que te hagas cargo de mis asuntos es egoísta, pero eres mi hijo y, ya que nunca te he dado la oportunidad de nada, creo que es lo correcto mostrarte todas las opciones que tienes. No importa lo que yo quiera, necesito que sepas que estaré bien con la decisión que tomes.

Abro la boca para responder, pero no puedo. Algo me lo impide. Por un lado quiero cumplir con su último deseo, pero por otro sé que tengo una elección y no sé si ser infeliz por el resto de mi vida sea una de ellas.

Tengo muy claro lo que no quiero: ser como él.

Tengo muy claro lo que no quiero: ser como él

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Estoy estacionado en la calle de Bárbara. Aún no decido si bajar o quedarme aquí haciendo el tonto.

Huí de casa y de la conversación con mi padre porque necesitaba respirar, y Cerecita es como un soplo de aire fresco.

Mi celular timbra. Al principio temo que sea Desmond, para decirme que mi padre ha puesto el pie del otro lado de la vida, pero es un mensaje de ella.

¿Vas a entrar o te vas a quedar ahí con cara de sufrido?

Río. Apago el motor y me bajo, justo a tiempo para verla abrir la puerta. Trae unos pantalones de lana y un abrigo que me robó la semana pasada, tiene el logo de un tigre dorado rugiendo. No lo usaba tanto, ahora es mi favorito.

Camino hasta ella, abre los brazos y yo me refugio en su cuello. Huele a cerezas, a calor, a hogar. A amor.

—¿Qué sucede? —pregunta, sus dedos arrastrándose por mi cabello. Respiro profundo, queriendo grabarme su aroma en la piel—. Mittchell...

Deseo deseo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora