Diez

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La luz en la habitación de Yedam se encontraba apagada, mientras que Doyoung permanecía sentado entre la oscuridad observando hacia la casa del susodicho. La nota había sido clara, sin embargo, emanaba la inquietud al creer que sería una cruel broma. La casa abandonada justo al lado de la suya nunca le había interesado pero ahora era distinto.

Suspiró y se levantó del suelo dispuesto a enfrentar la verdad, preparándose mentalmente para lo que sea que estuviera trás esas cuatro paredes. Evadió por completo las preguntas de su madre al verlo salir con prisa por la puerta. Sintió un fuerte escalofrío cuando hubo llegado frente a la enorme casa, pues debido a la oscuridad, lucía tétrica. Pronto se dio cuenta que no había una puerta que impidiera el acceso, por lo que con cierto temor se encaminó dentro de ella, con la oscuridad apoderándosd por completo de sus alrededores. Estaba solo.

―¿Yedam?―. Inquirió Doyoung lo suficientemente alto, sintiendo escalofríos al escuchar el eco.

Caminó por los abandonados pasillos hasta el último cuarto; vandalizado en su totalidad. Lo único audible eran sus pisadas y su respiración profunda. Volvió a la sala principal encontrando una pequeña vela roja aromática al lado de una rosa del mismo color. Se inclinó hasta esta, tomándola entre sus manos y esbozó una ligera sonrisa al verla. ¿Era un amarre acaso?, porque estaba funcionando.

Bastaron un par de segundos más cuando sintió un par de manos en sus caderas, haciéndole sobre saltar y apartarse rápidamente, observando la silueta de Bang detrás suyo.

―Sí viniste―. Habló el mayor.

―¿Para qué me citaste?―. Atacó el chico, mirándolo desafiante.

Yedam no respondió, de lo contrario, se acercó hacia Doyoung quien retrocedió un paso, haciéndole sonreír y continuando con su descenso hasta que el azabache chocó su espalda con la pared. Fue entonces que Yedam situó sus brazos a los costados de la cabeza de Kim, acorralándolo.

Ver los ojos brillosos del menor ante la tenue luz de la luna y la vela, e imaginar el sonrojo ―que seguramente tenía pero no podía ver― fue lo que le impulsó a acercar su rostro peligrosamente hacia el contrario hasta juntar de nuevo sus labios, ansiados, como la primera vez.

Sin embargo, antes de caer nuevamente en esa trampa, Doyoung sujetó fuertemente de los hombros ajenos, separándolo de sí... Aunque dentro suyo haya deseado seguir con él hasta que sus respiraciones se encontraran agitadas.

―Lo lamento mucho―. Susurró Bang sobre sus labios. ―En serio... Yo... Me gustas mucho, y... Es la primera vez que me gusta un chico―. Doyoung no supo qué responder. ―Eres hermoso, Doyoung, y, me siento como un tonto al no darme cuenta de lo perfecto que eres. Tus ojos, tus labios, tu sonrisa, tus son rojos. Joder... Soy un idiota.

―C-creo que estás confundid-...―. Negó el azabache aún sin abrir sus ojos, siendo interrumpido por el mayor.

―No lo estoy, lo sé... El beso que te dí la primera vez fue por impulso aunque el libreto decía que debía hacerlo... Y con eso me di cuenta mis sentimientos hacia tí eran reales, porque sentí mi corazón agitarse como desquiciado. Como sé que el tuyo también―. Doyoung soltó un suspiro. ―No soporto pensar que alguien más pueda besarte, alguien más que no sea yo, ¿comprendes?, cuando te dije que me interesaba alguien más, me refería a ti.

―Saldremos lastimados de esto.... Bueno... Yo.

―Eso no pasará, Dobby―. Negó el rubio, sujetando el rostro del chico entre sus manos con delicadeza. ―Porque eres la persona más hermosa que he conocido y no quiero que alguien tan puro salga lastimado por mi culpa. En verdad me gustas y quiero cuidar de ti como si fueras lo más preciado que tengo―. Pudo notar los ojos llenos de lágrimas de Doyoung y Yedam sintió una punzada en su pecho. ―Eres un precioso ángel, Doyoung.

El azabache dejó caer la lágrima que había estado reteniendo y el mayor acarició sus mejillas con delicadeza como la última vez, borrando el rastro húmedo. Fue ahora Kim quien atrajo a Yedam hacia sí, uniendo sus labios, haciéndole esbozar una ligera sonrisa y correspondiendo suave y delicadamente.

Lastimosamente para Doyoung, el mayor se separó, dejando un beso ahora en su frente y cuando el menor abrió sus ojos, el azabache ya no estaba más con él.

Se encontraba solo, como al principio.

Se encontraba solo, como al principio

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