Frunzo mi ceño y lo miro mientras bebo mi segundo shotsito, dejando el vaso sobre la bandeja que tenía el chico.

—Te llegó tarde la noticia. —Digo sin muchos ánimos.

—Si quieres te ayudo a buscar a Taeyong... —Sugiere con una sonrisa burlona al alzar sus cejas.

—Gracias, pero no. No estoy interesada. —Doy suaves palmaditas en su brazo.

—Que triste, perdió a su admiradora eterna. —Fingue tristeza en un puchero dramático.

—Jamás me gustó. —Ya me quiere romper la paciencia y no Señor.

—Dices eso porque te rechazó. —Me saca la lengua teñida de morado, imitando su acción como la persona madura que soy. —De todos modos, no era para ti. Aunque...Nakamoto Yuta está disponible.

Guiña sin dificultad, mostrándome esa sonrisa que, sino fuera porque lo he visto en situaciones poco sanitarias, caería en su hechizo.

—Gracias y no. —Termino lanzando un beso en su dirección para darme media vuelta y alejarme de él.

Claramente jamás aceptaría que me llegó a gustar Taeyong. Su rechazo, por más educado que fue, quitó cualquier esperanza de que él me pusiera atención. Así que juré llevar mi secreto a la tumba.

Por el camino tomo otro shotsito de alguna bandeja, sintiéndome ligeramente frustrada al tener como primera interacción una burla del japonés.

Recorro el lugar buscando algo que hacer, dándome cuenta que había perdido mi toque social.

Tenía la opción de volver con Mark y su grupo de amigos, pero la idea de tener a Yuta pegado a mi con sus bromas y a Taeyong incómodo al intentar no incomodarme por estar con otra chica, era lo que último que tenía en mi lista de diversión.

Me voy a la cocina para ver que me podía servir, buscando algún vaso limpio y qué botella se veía llamativa.

—¿Te sirvo algo? —Pregunta una voz detrás mío.

Al girarme me encuentro con un chico mucho más alto que yo, piel ligeramente más bronceada y unos labios de muerte.

¿Por qué mis compañeros de clase no eran así?

—Que mis ojos te vean. —Acepto con una ceja alzada. Tengo mis protocolos.

Él ríe asintiendo. Mostrándome con exageración cuando abría algo y lo echaba en mi vaso.

—Soy Lucas. —Dice una vez acabó, entregandome la bebida y esperando que la probara.

—Cassandra. —Respondo tomándole el aroma y bebiendo un poco.

Al hablar un poco y saber algo de su vida, me hace una invitación a bailar difícil de negar. Había ido a divertirme y lo haría de todos modos.


˗ˏˋ . ˚ ⚡ ˚. ´ˎ˗


Mientras la música envolvía mis oídos, mi cuerpo se movía al ritmo, acoplándose al del más alto sin mucha dificultad. Su mano se posa en mi cintura sin ir hacia otro lugar, acercándome más a su pecho con una amplia sonrisa.

Olía a perfume y ron, una mezcla equilibrada que en esos momentos me parecía más que perfecta.

No sé desde cuándo el Rap coreano se había vuelto bueno para las fiestas y mucho menos cuándo me había aprendido las canciones que estaba cantando muy cerca del rostro del más alto.

Pasan los minutos volando mientras bailo como no lo había hecho hace tiempo, ya habiendo dejado mi vaso en algún lugar.

Lucas me gira para pegar mi espalda a su torso, tomando ahora con sus dos manos mi cintura, apretando esta a media que sus caderas seguían la música.

Nos vemos después; (Lee Jeno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora