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|REFLEJOS DEL DOLOR|
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Actualidad
A tres meses de que se complete otro ciclo, el inexorable tic tac del reloj resuena en la habitación, como el latido de un corazón que se niega a ceder ante el tiempo.
Mi vida parece congelada en un instante de dolor y desesperación, mientras recuerdo con amargura aquel fatídico día que cambió todo. Recostada en la cama, mis ojos se pierden en el techo, pero no veo más que un oscuro abismo que refleja el vacío en mi alma. Los recuerdos de aquel día atormentan mi mente, recordándome mi propia impotencia para proteger a quien era mi razón de vivir.
Mis parpadeos luchan por contener las lágrimas que amenazan con escapar, pero mis esfuerzos son en vano. Las gotas se deslizan por mis mejillas mientras me enrosco sobre mí misma, enfrentando el reflejo de culpa y sufrimiento que me muestra la pared de espejo.
¿Por qué continúo adelante? ¿Qué me impulsa a seguir luchando? ¿Necesidad o motivación? Estos interrogantes martillean mi mente mientras el dolor contenido finalmente encuentra su salida en sollozos desgarradores.
Sé que llorar no solucionará nada, pero al menos alivia el peso en mi alma, que clama por poner fin a este tormento.
Los recuerdos invaden mi mente como estímulos implacables, desencadenando una avalancha emocional que amenaza con desbordarme. Intento mantener la compostura mientras mi cuerpo tiembla, luchando por controlar mi respiración y evitar que el dolor me consuma por completo.
Mi corazón y mi mente anhelan una vida que nunca llegué a tener. A mis veintiún años, casi tres años después de aquel fatídico suceso, me siento atrapada en un círculo vicioso del cual no logro escapar. Dicen que el tiempo lo cura todo, pero ¿por qué sigo aquí, estática en mi dolor?
Finalmente, el sonido de la alarma me saca de mi atormentada introspección.
— Xiao Xiao, cállate —susurro, y la inteligente máquina obedece, cesando su molesto sonido.
Mis lágrimas se han secado, mi respiración se normaliza. Me siento avergonzada por mi arrebato emocional, pero debo volver a mi apariencia serena y controlada; la impulsividad no me ha servido nunca.
Me levanto de la cama y me dirijo al baño para empezar el día, despojándome del pijama mientras tanto.
— Xiao Xiao, activa la música —ordeno mientras entro a la ducha.
El agua fría cae sobre mi cuerpo, aliviando el estrés y proporcionándome un efímero momento de relajación. Cuando termino, me envuelvo en la cálida bata de baño, aun sintiendo el temblor residual de mi cuerpo.
— Te quedan treinta minutos para tu hora de salida —advierte Xiao Xiao.
Consciente del tiempo que se acorta, apuro mis acciones. Cepillo mis dientes mientras observo las ojeras que demuestran cuánto me han afectado las pesadillas recurrentes.
