20

2.1K 105 12
                                    

—¿Cómo con Zayn? —miré a William con miedo de ver que su reacción no había sido precisamente la mejor. Tenía una mirada de incredulidad que pasaba desde mis ojos hasta el semblante de Louis, que miraba hacia el suelo, como si supiera que lo que acababa de decir había sido un error y una estúpidez conociendo a su amigo. Como nadie decíamos una palabra, William volvió a hablar, pero esta vez dirigiéndose a mí—: ¿qué es eso de Zayn, Carla? ¿Por qué ibas a estar tú con Zayn?

—William, no pienses lo que no es... —empecé a decirle yo. 

—No tiene por qué enfadarse —dijo ahora Danna con tono molesto—. Pasó cuando ni siquiera estábais juntos, cuando él fue un cabrón contigo —fundí con los ojos a mi amiga. 

—Danna, cállate por favor —le dije entre dientes. William me miró y rio sarcásticamente. 

—No, Danna, no te calles. Creo que merezco saber lo que sea, ¿no? Al fin y al cabo, en una relación nunca hay mentiras —dijo William con ironía. Como yo no le respondí, cogió mi muñeca y me llevó fuera del salón—. Ahora vas a hablar. Aunque mejor no, vamos arriba. No quiero que esta gente escuche lo que hablamos —no sé si me había enfadado más que William desconfiara de esta forma de mí o que llamara de una forma tan despectiva a mis amigos. No tenía la cabeza demasiado centrada para pensar en eso. 

—Estás exagerando —le dije una vez que me senté en la cama de mi habitación. William vio como me sentaba y me cogió ambas muñecas haciéndome daño para levantarme—. ¿Qué haces? —me solté de su agarre y le miré de arriba a abajo.

—Empieza a cantar con la verdad ya mismo —me dijo William encarándome. 

—No tienes derecho a hacer esto. Ni siquiera sabes de qué se trata y estás delirando. No tienes derecho a enfadarte por algo que no sabes ni qué es —William ni siquiera cambio su expresión tras esto—. La noche que salí y que tú me recogiste —ahí, en ese momento, a William sí que le cambió la expresión y se puso blanco—. Esa noche estaba tan dolida y tan borracha que me besé con Zayn. Eso es todo. Estás delirando por una tontería. Uno, ni siquiera estábamos juntos y tú te habías ido con muchas chicas. Me estabas utilizando, ¿recuerdas? Dos, encima luego apareciste en la fiesta y me llevaste a tu casa sin yo haberlo pedido —William se sentó en la cama de Alli, contigua a la mía. Yo me senté en la mía. Miré a William durante un minuto que se me hizo eterno, y, después, me acosté en mi cama, esperando a oír alguna respuesta de su parte. 

—No me esperaba para nada esto, Carla —me enderecé y William me miraba con cara de asco. Yo respiré. No iba a sentirme culpable por algo que pasó cuando ni siquiera estábamos juntos. 

—¿Se puede saber por qué? —le encaré. 

—Yo he sido sincero contigo y tú no —me contestó de muy mala forma. La expresión de William cada vez era más dura. 

—Creo que cuando no tienes pareja tienes el derecho de hacer con tu vida lo que te dé la gana. No te lo había contado porque no me había parecido importante decirlo —él rio, de nuevo, sarcásticamente. 

—¿Ahora no te pareció importante? —William se levantó—. Me das asco —y a pesar de haberme dolido en toda mi alma lo que William me dijo, decidí seguir encarándole. 

—Acaso, dime, ¿tú tienes motivos para ser un mujeriego, y yo no puedo hacer lo que quiera por qué, William? —alcé la voz sin darme cuenta. Me notaba la rabia y el dolor inundando mi cuerpo a partes iguales, a pesar de toda la felicidad que había sentido la noche anterior. 

—Porque eres una mujer, tú no puedes hacer eso —ahora, la que rio sarcásticamente, fui yo. 

—¿Estás diciendo que por el hecho de ser mujer no puedo hacer lo que me venga en gana con quien me dé la gana cuando estoy soltera? Yo te prometo que mientras tú y yo estemos juntos no te seré nunca infiel. Pero es que me estás echando en cara algo que ocurrió cuando tú estabas jugando conmigo. ¿Tú te estás escuchando? —William miraba hacia abajo sin decir nada. Y una vez más, yo tampoco quería que dijera nada. Esos comportamientos tan machistas nunca se los iba a poder permitir a nadie, y menos a mi pareja.

Enséñame ©Where stories live. Discover now