Capítulo 11

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Arrastré los pies hasta la puerta, mi estómago rugió y supe que debía de apresurar a quién sea que estuviera del otro lado

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Arrastré los pies hasta la puerta, mi estómago rugió y supe que debía de apresurar a quién sea que estuviera del otro lado. No me sorprendí al ver Pedro, tampoco cuando entró sin saludar y se sentó en el comedor. Nada me sorprendía, en especial cuando el hambre amenazaba.

Después del portazo accidental que di, lo saludé y caminé a la cocina a ver qué comía. Él pareció reaccionar, porque se levantó y me siguió.

—¡Me vas a amar después de que te cuente la idea que tuve! —dijo casi gritando y por poco le tiro un zapato—. Podemos vender cosas con el meme en ellas, tazas, franelas y esas cosas. ¿Qué te parece?

—¿Quién querría ponerse algo con nuestras caras? —me burlé—, no soy tan egocéntrica.

Encendí la hornilla y dejé el sartén sobre el fuego.

—Me refiero a que podríamos armar una marca con eso y así sería un poco más fácil sacarle provecho al meme —explicó mientras sacaba los huevos de la nevera—. A la larga podría volverse un pequeño negocio, en el que solo tengamos que aparecer de vez en cuando.

Eché un poco de aceite y rompí dos huevos, el sonido que hicieron al caer en el sartén fue la gloria para mi estómago.

—¿Quieres? —Sacudió la cabeza—. Sobre tu idea, me parece bien, si quieres puedo llevar el papeleo. Es mi especialidad.

—No estaría mal —aceptó, volteé los huevos—. Hay otro asunto que quería comentarte, mi primo es abogado y le pregunté si se podría encargar de proteger nuestra imagen para que no la usen a fines comerciales.

Apagué la hornilla y coloqué los huevos en un plato. Había olvidado la sal, pero tenía tanta hambre que no me importó. Busqué los cubiertos y empecé a comer de pie.

—¿Fines comerciales? —pregunté entre bocados—. ¿Crees que hay gente usando nuestra imagen para ganar dinero?

—No lo sé, pero es mejor prevenir —Respondió y después unos segundos añadió—: he investigado y hay varias personas en nuestra misma posición que descubren a algunas marcas utilizándolos en algún comercial sin su permiso.

Dejé el plato en el mesón. Eso era algo que no había imaginado y si alguien le pasó, nosotros no seríamos inmunes. Agradecí que él haya pensado en eso, porque verme en celulares ajenos era una cosa y estar en la televisión otra.

—Sería espantoso si eso llegara a pasar —dije y continué comiendo.

—No te asustes, eso es normal que pase, la gente cree que como es un meme es de uso público —explicó y se aclaró la garganta—. Lo único que no podemos controlar son las versiones graciosas que hagan, pero al usarlo para uso comercial sin nuestro consentimiento estarían violando el derecho de autor.

Me limité a asentir. No entendía mucho del tema, pero se veía que él lo tenía un poco más controlado. Supuse que había llegado a mi límite de problemas y que cualquier solución que se diera me iba a agradar.

Terminé de comer y dejé el plato en el lavavajillas. Me sentía mejor en comparación a un rato, ya no me dolía la cabeza y había saciado un poco mi hambre. Si me cambiaba de ropa y tomaba más café, estaría perfecta.

—Igual te mantendré al tanto de cómo va todo el asunto e incluso, podríamos organizar la marca poco a poco —propuso tocando el mesón con los dedos casi en un ritmo—. ¿Qué opinas de todo esto?

—Me gusta la idea. —Bostecé—, pero hoy quiero distraerme un rato y pensar estas cosas luego.

Esperé su respuesta con anticipación, quería que entendiera que necesitaba relajarme.

—Entiendo, ¿qué te parece si buscamos tus llaves y después vamos a otro sitio a tomar café? —sugirió Pedro riéndose al terminar de hablar.

—Mierda las llaves, se me habían olvidado. ¿Si las tiene Esteban? —Pedro asintió—. Perfecto, me pongo algo más decente y vamos.

Mi vecino se quedó de pie en la cocina mientras fui a mi habitación para cambiarme. Olí mis brazos para considerar si podía salir así, no estaba tan mal por lo que me eché desodorante y perfume. Ya me daría una ducha en otro momento. Cepillé mi cabello y vestí con lo primero que encontré, parecía una combinación decente por si las fotos. Agarré el primer bolso que vi y metí mis cosas.

Salí a encontrarme con Pedro, quién me dedicó una sonrisa.

—¿Lista?

—Sí

—Hay un sitio que seguro te gustará —dijo y caminamos hacia la entrada.

Salimos del apartamento y presioné el botón con la flecha hacia abajo. Enseguida, se abrieron las puertas de ascensor. Entramos sin más y marqué la planta baja. Me fijé en los números que descendían para distraerme y no sacar el tema del meme. No quería hablar de ello, de eso se encargaría la Mara del futuro. La versión de mí misma que estaba a punto de volver a salir con Pedro deseaba pasar el resto del día en paz y disfrutar.

De repente, los números se detuvieron en el tres. El ascensor dio un salto, por lo que pegué un pequeño grito del susto. Coloqué una mano en mi pecho para tranquilizar mis latidos. Observé a Pedro, quién maldijo en un susurro.

Nos habíamos quedados atrapados en el ascensor.

—A lo mejor vuelve a arrancar —dije y me arrepentí porque sonó estúpido—. Nunca había pasado algo así.

—A ver si reacciona, qué mala suerte. —Se acercó al panel y presionó el botón del piso 2 que se iluminó enseguida—. Creo que funciona.

Nos quedamos viendo expectantes, pero fue en vano. Recordé la noche anterior cuando llegué con él y lo cerca que estuvimos, el destino quería reírse de mí.

—Menos mal que no estábamos tan apurados —comenté intentando que el chiste calmara un poco la situación—. Menos mal que no pasó anoche, imagínate, dos borrachos atrapados en un ascensor.

—Hubiéramos intentado encontrar tu bolso de nuevo —rio—, nuestra paciencia se hubiera agotado.

—Bueno, en mi defensa, no lo sentía en mi hombro. —Por inercia toqué un lado del bolso—, a veces se me olvida que lo tengo.

Nos reímos por un rato más hasta que el silencio cayó sobre nosotros. En definitiva, el ascensor tenía problemas.

Las mentiras de Mara [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora