17| Resistí la tentación

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—¿Cuándo fue la última vez que viste a Ezequiel?

—El domingo que hicimos el UPD en la casa de Miranda, uh... digo, Salomé —me corregí, y él tensó su mandíbula, su expresión fue mínima.

—¿A qué hora?

—No me acuerdo.

Tratar de leerlo era como ver a través del agua, y el que se hundía era yo.

—¿Cuánto tiempo se quedó en la fiesta?

—Me quedé toda la noche y me fui cerca del final. —Me dijo Ezequiel.

Repetí lo que él dijo cuál grabadora y por el rabillo del ojo creí ver la comisura de la profesora tensarse.

—¿Lo viste nervioso o actuando medio raro?

—Estaba borracho, como todos —afirmó el fantasma, sus ojos verdes seguían todos los movimientos del oficial con fijeza animal.

—Todos estaban medio borrachos, pero no traté con él directamente —dije retorciendo las manos bajo la mesa, toqueteé el piercing en mi ceja.

Naín relajó su expresión, pero seguía escrutándome, me hizo sentir incómodo, como si cavara mí propia tumba.

—Está analizando tu lenguaje corporal —murmuró Florencio, se acercó a él por detrás, notaba algo en su libreta—. Puede notar que estás nervioso y tardas demasiado en responder, calmate.

«Como si eso me tranquilizara».

Naín estornudó.

Dejé quietas las manos, pero empecé a rebotar mi pie y me distrajo la curva tensa del cuello expuesto de Ezequiel. Recordar la sangre y como su piel se había abierto cual flor no mejoró las náuseas.

—Qué curioso —dijo el oficial, su tono se afiló—. Porque un pajarito me contó que lo escuchó pelear con alguien en el baño, ¿vos sabés sobre eso?

El hielo cortó a través de mí.

—¿Qué? No, no sé. —Iba a vomitar.

El fantasma llegó a mi lado antes de que pudiera notarlo, me apretó el hombro y sentí una corriente subir por mi brazo.

—Es una trampa —susurró en mi oreja—. Quiere ver tu reacción.

—Bueno, pibe, escuchame una cosa —soltó el oficial enderezándose abruptamente—. Seguro no es muy profesional de mi parte decirte esto, pero obstruir una investigación policial sobre el paradero de tu amigo es un crimen grave y en una situación como esta hay que actuar rápido, los primeros días son de vital importancia si lo que queremos es encontrarlo con vida.

—Llegás tarde, pedazo de inútil —farfulló el fantasma que a esta altura caminaba nervioso por toda la habitación, que para mí comenzaba a moverse.

—Es que no... no tengo idea la verdad. —Alcancé a decir.

Lentamente su máscara se deslizó fuera y la claridad de sus ojos se perturbó por una violenta suciedad. El policía chasqueó la lengua enseñándome sus dientes y golpeó la mesa, inclinándose hacia mí.

—¿Entonces cómo sabés que Ezequiel Florencio fue a la fiesta si, a parte de esta persona que los escuchó peleando a ustedes dos, nadie más lo vio? —cuestionó.

Mi interior se desmoronó y estoy seguro de que mí rostro perdió color. El ceño de Ezequiel se arrugó y Meluen negó con la cabeza.

—Me gustaría recordarle que esto no es un interrogatorio, oficial Naín Miranda. —Lo interrumpió, su voz profunda sonó oxidada como si no hubiera practicado hablar hace años e hizo que volteara a verla por el impacto que me causó escucharla—. Este niño ya tuvo suficiente —trató de sonar amable, pero estaba irritada, no podía creer que estuviera defendiéndome.

YO NUNCA |BL|Where stories live. Discover now