19| ¿A que haz venido?

Magsimula sa umpisa
                                    

—Juro que si es Jaden voy a prenderle fuego —Me profesa Zek y su mirada de psicópata me angustia.

Sale dejándonos atrás, sin dar tiempo a su madre de explicarle.

—No estaría demás que... llamara a su abogado —recomendé. Le pedí a Nolan que esperara ahí y seguí a mi amigo con Portia marcando mis pasos.

La puerta principal estaba abierta de par en par y mi sentido preventivo se conmocionó de no encontrar a Jaden parado dispuesto a causar más problemas. Preferiría que fuera él ahora, pensando mejor las cosas y con más sensatez, sí, mejor era Jaden. Todo menos él.

Zek se mantuvo estático, espeluznantemente tranquilo.

—¿No debería estar poniéndose violento? —susurré a Portia.

Ella, de brazos cruzados, sacudió la cabeza en reproche.

—Deja que hierva el agua de esa tetera y verás.

Tenía razón. Cosa de mamás.

El papá de Zek nunca ha significado nada bueno.

Sin saludos, ni abrazos, ni choques de puño.

—Vengo a hablar contigo —apuntó a Zek.

Si me está intentando correr no le va a funcionar, yo quiero ver esto, ¿qué privacidad podría necesitar un hombre que no visita esta casa por más de diez minutos? Llega, deja un cheque, le pregunta a Zek como le va en el baloncesto y pisa el acelerador hasta el próximo mes. Es una relación política.

—...¿Creciste? —finalmente habló Zek.

Su papá, cuyo nombre ni siquiera soy capaz de recordar, frunce el entrecejo.

—¿Cómo que si crecí?

—Te recordaba más bajo. O era que tenía tanto tiempo viéndote a través de la ventana del auto que en realidad no sabía cuanto medías.

—No, Zek, no crecí —aclara con voz cansada—. ¿Podemos hablar en privado? —cuando su mirada filosa me apunta, pongo bien recta la espalda, saludandolo torpemente con la mano.

—Rowan... —saluda sin ganas—. ¿Podrías...? Por favor.

—Mi novio se queda —exige Zek cruzándose de brazos y no se da cuenta pero hace el gesto exacto de Portia.

—¡Por favor, Zek, no me vengas con tu tontería del novio! ¡Ya sé que no son pareja!

Zek abrió los ojos y la boca con una estupefacta expresión de indignación.

—¿Cómo te atreves a insinuar algo así?

—Esto es... esto es ridículo. Portia, ¿en serio permites esto? ¿Cual es el objeto de todo este escándalo?

—El amor juvenil es escandaloso —Zek se pone una mano en el centro del pecho.

—¡Casi matas a tu abuela de un infarto cuando se enteró!

—¡Al diablo con la abuela!

Los tres jadeamos.

—Tarado, es tu abuela, no te pases —susurre tentado a lanzarle un golpe.

—Callate, esa vieja me pinchó un balón y siempre olía a cigarros y Nivea para manos, que se joda la abuela —Mantuvo firme, decidido a sacar de quicio a su papá.

—¿Fue ella la que lo pinchó? —el interés de mi parte es genuino.

—¡Sí, esa vieja chimuela!

—¿Cómo es que pasó esto? ¿Desde cuándo eres un rebelde irrespetuoso? —exigió saber el señor papá de Zek.

—Él no es ningún rebelde —Portia dio un paso al frente.

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