6.-El otro lado del cristal (1ª parte)

Începe de la început
                                    

—No —suspiró Tristán—, solo recordaba. Hubo un tiempo en que esta habitación era el único sitio seguro del sistema.

—Yo, no... —El muchacho parecía turbado—. Oiga, para mí no es más que una habitación. Si quiere, podemos hacer un cambio.

—Eso es muy amable por su parte señor...

—Zero —dijo, pero enseguida rectificó—. Adam, Adam Alcide.

—Zero... —repitió Tristan, le sonaba ese nombre. Desde luego, el apellido Alcide sí le sonaba. Uno de los propietarios de la A&A, su mayor rival en terrenos económicos—. Solo es una habitación. Lo que la hacía especial hace tiempo que desapareció. Gracias por su oferta, de todas formas. Es extraño encontrar tanta amabilidad en alguien con el apellido Alcide —añadió con una sonrisa apenas perceptible.

—¿C-conocía a mi... predecesor?

—Solo de oídas, señor Alcide, no pretendía ser grosero —se excusó al darse cuenta de que su comentario no había sido muy afortunado y menos, con alguien que había mostrado una amabilidad exquisita al encontrar a un intruso en su dormitorio—. Ha sido un placer conocerle, Zero.

—Igualmente, señor... —Escuchó antes de salir cerrando la puerta tras él.

Ya de camino a su nueva habitación, no podía quitarse de la cabeza la increíble mirada de esos ojos imposibles.

—Zero —susurró para sí, deleitándose en su sonido.

***

La lluvia fría caía por su espalda clavándose como una colección de pequeños dardos. Necesitaba el dolor para hacerle reaccionar, para hacerle sentir de nuevo. «Está vivo», pensó, eso aligeraba la presión que comprimía su pecho. Las noticias de Dorrick parecían indicar que había aparecido en una de las fosas comunes del Elíseo. Tan cerca y a la vez tan lejos. Alguien le había arrojado un guante a la cara y ni siquiera sabía quién había sido. Una advertencia tatuada en la piel de un joven. ¿Era un mensaje? ¿Una declaración de guerra? Si era así, ¿de quién? ¿Acaso sabían lo que significaba para él? No, eso era imposible. Había tenido mucho cuidado en no mostrar sus sentimientos. Siempre había sido cuidadoso con los informes y lo había revestido todo de un aura de pragmatismo de la que nadie dudaría.

Nadie.

—¿Fenris? —preguntó alguien entrando en su dormitorio.

—Se supone que tienes que avisarme si viene alguien —gruñó dirigiéndose a Ulises—. ¿Qué demonios te pasa últimamente?

La máquina no contestó. Empezaba a encontrar sospechosa e irritante la actitud de la IA. Ulises se estaba tomando unas libertades que ninguna IA debería tomarse. No era la primera vez que Tristan se planteaba su eliminación.

Se secó sin entretenerse y salió de la ducha, desnudo. Era su habitación, si le molestaba a alguien debía de ser al intruso y no a él.

—Oh, vaya, lo siento —se disculpó Rodrick—. Ulises abrió las puertas y yo…

—¿Querías algo? —preguntó mientras buscaba la ropa.

—La reunión de la corporación Mar-en-Calma, en teoría debe realizarse el mes que viene, pero los socios, —Un eufemismo para referirse a los antiguos aliados que tenían una parte del espacio a cambio de su lealtad al recién nacido orden planetario—, insisten en que se realice antes. Quieren conocer de primera mano los avances respecto a la aparición de Alcide en las colonias de…

—¿Cómo se han enterado? —preguntó Tristan frunciendo el ceño—. Pensaba que yo decidía lo que entraba en el orden del día de la reunión. La empresa es mía.

Nadie es perfectoUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum