¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Después de una agradable charla con Harry y que me contara sobre como se supone que es él mago más famoso de nuestra edad y época, aunque no lo supiera hasta hace poco, yo me atreví a contarle que no tenía ni la menor idea de que existía un mundo mágico y de cómo llegó mi carta por miedo de una profesora.
En cambio a él, bueno, vivía con un grupo de muggles que se decían ser sus tíos y no les gustaba nada que tuviera parecido con la magia. Le llegaron miles de cartas, hasta que lo arrastraron en medio del océano para aislarlo y un gigante llegó a entregársela el día de su cumpleaños.
No me podía imaginar lo que debió de haber sido para él, aunque por el otro lado lo entendía, mi mamá tampoco quería dejarme venir al inicio, pero ella no tenía ni idea de la magia y le aterraba, en cuanto a Harry, sus tíos querían alejarlo de este mundo lo más que podían y no lo lograron.
El tren se detuvo cuando la noche ya había caído, pronto todos los estudiantes comenzaron a tomar sus pertenencias y a hacer su camino fuera del tren, todos ya vestidos con sus largas túnicas negras, y el uniforme distintivo de cada casa dentro de la escuela de acuerdo con Ron.
Había entendido muy poco con respecto a eso gracias a la explicación de Ron, pero lo suficiente para decir que me puse nerviosa enseguida.
Bajamos del tren siguiendo la voz de un hombre gritando: "¡Los de primer año, vengan conmigo! ¡Los de primer año, por aquí! ¡Dense prisa, rápido!".
Llegamos a una estación al aire libre, completamente a obscuras mas que con un poco de luces que alumbraban lo suficiente para ver que era en medio de un bosque por así decirlo. Seguí a Harry y a Ron en dirección a donde estaban reuniendo a los de primer año, todo para encontrarnos con un hombre de una barba enorme, que no solo eso era enorme, si creía que mi papá era alto, él podía quedarse corto a lado de él.
Era tan, pero tan, pero demasiado alto, que no pude evitar dar un paso hacia atrás por como imponía. Pero la verdad se veía bastante agradable.
–Hola, Harry– saludó él a Harry con una sonrisa.
–Hola, Hagrid– respondió Harry.
Ron abrió su boca sorprendido –woah–.
Asentí lentamente –wow–.
–¡Aquí están los botes, rápido!– gritaba él gigante ahora conocido como Hagrid –¡Síganme!–.
Un grupo de más niños de nuestra edad se nos unió para seguir a Hagrid hasta una hilera de botes que esperaban a zarpar junto con una linterna dentro. Él gigante nos indicó que debíamos subir de 4 a 5 por bote, así que rápidamente Ron nos hizo paso a Harry y a mí para que los tres pudiéramos subir a uno.
Los tres íbamos al frente, bueno, en el primer asiento iba yo sola, mientras que Harry y Ron se sentaban detrás sosteniendo la linterna.
Miré a los costados tratando de buscar los remos para poder avanzar, como se suponía que debían de hacerlo, sin embargo, mis dudas a eso terminaron cuando de un movimiento a otro los botes comenzaron a andar por sí solos entre el agua del lago en el que nos encontrábamos.
