"En las puertas de la clandestinidad" - [Boric x Giorgio]

Acto 2

Ya pasadas unas horas, las otras sábanas destiladas de tristeza hacían patente el gran amor prohibido de esa noche. Las cobijas y ropas de cama, alguna vez inmaculadas, resguardaban sus aromas tan fuertemente, como si ese instante, fuese el primer día de muchos de los encuentros que en antaño tuvieron y estaban teniendo.

¿Podría ser que...aquella esencia resguardada tan cuidadosamente en el seno de aquellos actos apasionados, sería lo último y único, relacionado al amor, que presenciaría esa habitación? ¿Acaso esto debería importar más que su propia vida y su futuro como presidente de la República?

Claro que era así, hasta hace poco sentía que se volvería loco de tan sólo pensar en cómo otras manos podrían apropiarse de su amado hombre, así que estaba cayendo tortuosamente en el abismo del sentimiento de querer aferrarse como sea a ese cuerpo que tantas veces le llamó a altas horas de la madrugada, como ahora mismo estaba sucediendo.

De repente, sentía que podía con todo el mundo, quería demostrar eso que los otros consideraban pecado, quería dejar de ver desde tercera persona como su cabeza era exhibida en la plaza, ahora quería sentir el filo y agonía de la garrota destrozándole la cabeza. No tenía miedo.

Todos véanme, vean cómo puedo amar y ser amado —pensó Boric, con el corazón y las venas hirviendo.

Pero sus pensamientos fueron fugaces en cuanto súbitamente se durmió y se despertó sin nadie a su lado. Giorgio se había ido...

El Maelstrom de emociones lo llevaba cada vez más y más a las cercanías del abismo, un abismo solitario, en donde su soledad se hacía cada vez más latente y eterna. En su mente invadía únicamente una idea: La senda de la eternidad es tortuosa...más aún, cuando estás solo...

Ojalá los días procuren no pasar lánguidamente en cuanto tu ausencia me acompañe —este último susurro se llevó un destello haciéndose presente en la comisura de sus ojos.

Fin del segundo acto