Victoria De Angelis

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Aunque no estaba del todo segura, creía de que su excéntrica vestimenta era de Gucci, su sonrisa se hizo más grande cuando asentí y el corrió a mi, lanzando su cigarro al piso y abrazándome con dulzura.

Disfruté de la sensación abrumadora, sus delgados brazos rodeandome y me sentí como si tuviera 17 una vez más. Fundiendome en los brazos de el, de Ethan o Damiano; no había nada mejor que un abrazo de alguno de tus mejores amigos.

—¡Dios, estás tan hermosa! ¡No sabes lo feliz que me hace verte otra vez! No te veo desde hace...¿Cuatro, cinco años? ¡Dios, cuánto te extrañé, piccola!

Quería llorar, no sabía cuánto los había extrañado hasta verlo a él, había crecido con ellos, había pasado tantos momentos junto a los cuatro que la nostalgia me invadió enseguida. Había sido una terrible mejor amiga, lo lamentaba tanto en ese instante.

—Lo siento, Thomas... yo...— murmuré una vez que nos separamos, mis ojos se aguaron y el negó con una sonrisa en su rostro aún.

—Silencio, piccola. Estoy feliz de verte, yo... todos entendimos tus motivos. Damiano los hizo saber aunque... No era muy difícil de adivinar, eh— dijo lo último divertido y se me escapó una pequeña risa.

—Gracias, Thomas— el volvió a abrazarme y segundos después limpio mis lágrimas.

—Ahora... vamos con los chicos, Damiano estaba por infartarse cuando supo que no estarías en la ceremonia. Dios, Ethan va a llorar como bebé— se burlaba el rubio mientras me arrastraba con él, volteé y Alessandro nos seguía con una sonrisa en su rostro.

—Espera, espera. ¡Ale!— quien nos seguía a paso lento.

Thomas volteó y detuvo el paso.

—Lo siento, amigo. Por la emoción fui descortés— el rubio extendió su mano y le regaló una sonrisa a Alessandro —Thomas Raggi, mucho gusto.

—Alessandro Bianchi, mucho gusto. Soy admirador de lo que hacen, los felicito.

—Oh, gracias— respondió mi amigo, sonriendo tímido. —¿Es tu novio?— pregunto lo último mirándome y negué al instante, riéndome.

—Para nada, es mi socio y amigo.

—Oh, genial... ¿En que son socios, si puede saber?

—Pues... Somos dueños de dos clínicas veterinaria, desde hace dos años ya. Lo conocí en la universidad y... simplemente hicimos click— sonreí en su dirección y el castaño dejó caer su brazo en mis hombros, acercándome a él.

—Caí en sus encantos— murmuró con su voz ronca.

—Oh, todos hemos caído en ellos alguna vez— Thomas dijo en broma. —Siganme — y continúo el camino, adentrándose a la multitud —... y por cierto, me alegra que lo hayas logrado... lo de la clínica y todo eso, piccola — Thomas murmuró con sinceridad, le sonreí.





—¡Adivinen quien llegó!— Thomas gritó al ver a lo lejos a los chicos, Ethan y Damiano  estaban hablando con unos invitados. Sus miradas de Thomas pasaron a estar en mi, enseguida parecieron reconocerme mientras más me acercaba.

Damiano corrió a mi dirección con una sonrisa que salió desde su corazón, se veía radiante con su traje de bodas, la camisa de vestir blanca desabotonada dejaba ver sus tatuajes y pecho, luciendo como siempre: sexy.

Al estar cerca de mi, sus brazos rodearon mi cintura y me alzó, mi cuerpo daba vueltas en el aire. Una carcajada salió de mi y pedí que me bajara constantemente hasta que lo hizo.

Sus ojos humedecidos me vieron con cariño, sus manos se detuvieron en mis mejillas acariciando la zona con sus pulgares.

—Te extrañé tanto, bambina. Gracias por venir...

One Shots - Famosas y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora