Victoria De Angelis

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Damiano se casaría mañana y allí estaba yo, debatiendo conmigo misma (una vez más) si ir a la ceremonia.

¿Estaba dispuesta a verla?
¿Estaba dispuesta a afrontar aquella situación de una vez por todas?
¿Que sentiría al verla?

—¿Acaso escuchas algo de lo que te digo?

Subí la mirada hacia Alessandro.

—Lo siento, Ale...

—Te acompañaré.

—¿Qué?

—Iremos juntos a esa tonta boda y listo.

—¿Hablas en serio?

Alessandro asintió, rodando los ojos.

—Desde que llegó la invitación estás así, solo ve. No será el fin del mundo si convives un día con ella.

—Han pasado 5 años, la verdad yo...

—Si, si, tienes miedo y toda esa porquería que siempre repites pero ¿sabes qué?... Es una buen oportunidad para que abras los ojos, enfrentes tus miedos y sepas si aún sigues sintiendo lo mismo... De lo contrario, podrás avanzar y por fin, abrir tu corazón a alguien más, alguien que te valore, te ame y...

—No es eso lo que quiero, Alessandro.

—Así dicen todas pero al final, todos buscamos ser amados... Y tú querida— bebió de su té mirándome a los ojos— lo pides a gritos...

Cerré los ojos por un momento y fueron sus ojos azules lo primero que llegó a mi.

Cinco años en los que no había podido olvidarme de la manera en la que ellos me hacían sentir, de lo que el sonido de su risa causaba en mi o de lo que solo un abrazo suyo era capaz de lograr en todo mi cuerpo.








-




—Tú tranquila. Respira, todo estará bien.

El vuelo se demoró y no pudimos llegar a tiempo a la ceremonia, sin embargo estábamos llegando a la fiesta la cual había comenzado hace minutos y un Damiano preocupado se había contactado para saber si podría lograrlo.

Lo había logrado porque allí estaba tomada del brazo de Alessandro, caminando hacia la entrada donde dos guardias tomaron la lista de invitados para revisar si mi nombre estuviera en ella.

Una vez pasado el protocolo la cuenta regresiva había acabado, estábamos dentro y mis manos sudaban.

Sentía nervios y mis piernas en cualquier momento juraría que flaquearian, dejándome en ridículo frente a los invitados de la gran boda.

—Escuchame, estarás bien. Créeme, lo estarás.

—Gracias, Ale— murmuré sin verlo a los ojos.






El gran terreno estaba cubierto de pasto, en una esquina las mesas y sillas para la cena, un bar acompañado de las  mesas llena de bocadillos, el pastel, frutas, tablas y más... Un poco más al fondo un escenario que tenía una pista de baile bastante grande...

Todo el lugar estaba hermosamente decorado con flores, luces y detalles en blanco-beige junto el verde del pasto y el marrón de los árboles favorecían el entorno, glamuroso como Damiano David lo era.

Los ahora esposos habían hecho un gran trabajo con la decoración.

—¿_____?— podría jurar que aquella voz era de Thomas.

Al girar a mi derecha, lo ví.

Tan delgado como siempre, su cuerpo parecía más alto que la última vez que estuve a su lado, sus ojos cafés maquillados como de costumbre y su cabello rubio hecho un desastre.

One Shots - Famosas y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora