Capítulo 29.

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Salimos todos de casa cargados con bolsas y las dejamos en el maletero del coche. Nos subimos los cinco en el vehículo, mis padres en los asientos de delante, y yo apretujada en el asiento del medio, entre Zayn y Diego.

-¿Y ahora que hacemos? -pregunta mi hermano al ver que mi padre no arranca el motor del coche.

-¿Tenéis hambre?

-Claro -responde Diego.

-Ay, pues todavía estoy a tiempo de entrar a casa a por el curry que ha sobrado del mediodía... -dice mi madre, pero Zayn y yo la interrumpimos aterrados.

-¡No! -gritamos a la vez, y al darnos cuenta nos empezamos a reír.

-¿Tan malo estaba? -pregunta mi madre.

-A mi no me digas -respondo-. Yo ni lo he probado, pregúntale a Zayn -digo para ponerle incómodo.

-¿Zayn? -pregunta mi madre, bromeando. El chico no sabe si esto va en serio o en broma y noto que se pone colorado.

-Ehhh... bueno... no, no estaba tan mal...

Suelto una carcajada.

-¡Qué mentira! Lo ha probado y no ha podido con ello -Zayn me está matando con la mirada y yo no puedo dejar de reírme.

-Zayn, ¿es eso cierto? -pregunta mi madre, fingiendo que está ofendida. Mi padre y Diego también se están riendo; el chico no sabe dónde meterse.

-Mmmmm... no...

Mi madre deja de aguantarse la risa.

-Tranquilo, hombre -dice, girándose en su asiento para mirarnos-. Era broma.

-Entonces, ¿a dónde vamos? -pregunta mi padre, y Zayn me da un codazo en cuanto salimos del campo visual de mi madre.

-Au -me quejo bajito, y Zayn suelta una risita.

-¿Os parece bien el McDonalds? -pregunta mi madre, y la idea nos parece genial a todos, así que mi padre conduce hasta allí y cenamos hamburguesas todos juntos.

Aunque parece increíble, el día no está acabando tan mal. En realidad ha sido horrible, pero ahora mismo, sabiendo que los malos están detenidos y rodeada de la gente a la quiero, me siento bien. Muy bien. Pero no sé qué vamos a hacer ahora.

-¿Dónde vamos a dormir? -le pregunto a mi madre en voz baja mientras los demás siguen enfrascados en su conversación, incluido Zayn.

-No te preocupes por eso, Claudia -responde ella en el mismo tono.

-Ya, pero es que...

-Tu abuela no vive muy lejos de aquí -me inturrumpe-. Podemos ir a su casa, ella está deseando que la hagamos compañía.

Eso es cierto, desde que murió mi abuelo cuando yo era pequeña, mi abuela vive sola en la ciudad. Aunque hay que decir que es una mujer muy alegre y tiene muchas amigas, así que no es como si nos necesitara. El problema es que se preocupa por todo. Y como se entere de lo que me ha pasado le va a dar un ataque cardíaco. No lo digo en broma.

-¿Y qué le vamos a decir? Si le contamos por qué no podemos dormir en casa se va a morir del susto -digo, no muy convencida.

-Eso déjamelo a mí -dice mi madre, guiñándome un ojo.

-¿Y Zayn? -pregunto. Sinceramente tengo miedo de lo que mis padres piensen sobre él. ¿Y si quieren apartarlo de mí? Mi madre se piensa la respuesta y mira al chico, que está riéndose con mi padre y mi hermano, mientras me responde.

-Es de la familia -dice ella, y creo que la sonrisa que me sale en la cara es tan grande que se puede ver desde cualquier punto de la Tierra.

Un rato después mi padre decide llamar a su madre, mi abuela, por teléfono, y pone el manos libres para que todos podamos oír la conversación.
Un pitido. Dos pitidos. Tres pitidos.

-El teléfono al que ha llamado se encuentra apagado o fuera de cober... -dice el contestador automático, y mi padre corta la llamada.

-¿Será posible? ¡Me ha colgado el teléfono! -dice mi padre. Mi abuela no sabe utilizar su móvil.

Vuelve a llamar y esta vez la mujer descuelga al segundo pitido.

-¿Hijo? ¡Ay, que antes le he dado al botón rojo en vez de al verde! Que yo no controlo este aparato... -dice, y mi padre se ríe.

-¡Hola, abuela! -grita Diego para que la mujer lo oiga.

-¡Hola, cariño! -responde alegre la mujer al otro lado de la línea-. ¿Estáis todos bien? ¿Por qué llamáis tan tarde? ¿Ha pasado algo?

-Nada, mamá -dice mi padre, y mi madre le hace un gesto para que le pase el móvil.

-Se nos acaba de romper la calefacción -dice mi madre-, espero que no te hayamos despertado.

-¡No, no! Si estaba viendo la tele. ¡Pues venid a mi casa, que os vais a morir de frío! ¡Voy a prepararos las habitaciones! ¿Cuánto vais a tardar? ¿Vais a venir los cuatro? ¡Tengo que haceros la cena! ¿Qué queréis comer? ¿Tenéis mucha hambre? -sí, mi abuela se pone nerviosa con facilidad.

-Mamá, por favor, tranquilízate, ¿vale? -dice mi padre cuando mi madre le devuelve el teléfono-. Estamos en el McDonalds, ya hemos cenado, y enseguida vamos para tu casa, pero tú quédate tranquila, por favor, que te va a dar algo con el estrés.

-Ya lo sé, ya lo sé, es que no lo puedo evitar -dice riéndose.

-Ah, y si no te importa, mamá, ¿puedes preparar una cama más? Tenemos un invitado hoy -dice mi padre, y Zayn se sonroja un poco. Qué mono es.

-¡Claro! Ahora mismo lo arreglo todo. Hasta ahora, hijos -se despide.

-¡Adiós, abuela! -decimos Diego y yo a la vez.

-Qué mujer más hiperactiva -murmura mi padre cuando ya ha cortado la llamada. Tiene razón.

-¿Vamos ya? -pregunta Diego, y todos nos levantamos de las sillas y nos ponemos los abrigos para salir hacia el aparcamiento donde mi padre ha dejado el coche.

En unos veinticinco minutos llegamos a la casa de mi abuela, que está en uno de los barrios más conocidos a las afueras de la ciudad. Vive en un edificio muy grande y lujoso, en el quinto piso, y sale al pasillo a recibirnos cuando salimos del ascensor.
Nos abraza y nos da dos besos a todos: primero a mi padre, después a Diego, seguido por mi madre, luego a mí y por último a Zayn.

-¡Hola, hijo! -dice abrazándole-. ¿Y quién es este chico tan guapo? ¿Cómo te llamas?

-Soy Zayn -dice él, un poco cortado, aunque le da dos besos a mi abuela y a ella parece caerle bien. Intento aguantarme la risa.

-Es amigo de Claudia -dice mi madre.

-¿No será tu novio? -me pregunta en voz baja, pero sin soltar al chico, y todos oímos su pregunta. No me da tiempo a contestar-. No quiero yo que tengas novio, hija, que eres muy joven todavía. Ya tendrás tiempo cuando seas mayor -mis padres ya han entrado a la vivienda, pero Diego sigue en el pasillo, riéndose de nosotros. Creo que me he puesto roja, qué bien.

-Puedes estar tranquila abuela -digo, y Zayn finge que se ofende. Ella aún lo tiene agarrado, pero no está viendo las caras que pone cuando niego que es mi novio. Es muy tonto, como siga haciendo eso me va a entrar la risa-. Sólo es mi amigo.

-Así me gusta -dice mi abuela-. Aunque -mueve sus brazos y pone las manos en los hombros del chico para verle bien la cara- la verdad es que es muy guapo, ¿no te parece?

La mujer aparta la vista de él un momento para mirarme a mí, y Zayn aprovecha para sonreírme de lado y levantar las cejas unas cuantas veces hacia mí. Idiota. No puedo aguantar más la risa.

-Sí, bueno, no está mal -digo soltando una carcajada-. Anda, vamos adentro.

Amnesia. [Zayn Malik]Where stories live. Discover now