Capítulo 16

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El bosque estaba a tan sólo unos metros, nuestra cabaña era una de las últimas del predio, por lo que teníamos el beneficio de la cercanía a él. 

Cerca del lugar pude divisar la figura de Dante, estaba apoyado sobre un árbol con un cigarro entre sus dedos y en el piso una manta de estampado escocés. Tomé aire y me dirigí hacia él. Mis brazos ya anhelaban los suyos. 

En cuanto me vió, me mostró la sonrisa por la cual mi cuerpo se debilitaba y sus ojos se achinaban al hacerla. 

¿Qué haces sólo por acá? 

Me gusta la paz que hay en este lugar, se siente como si uno fuera parte de una película. 

A estas horas se parece más bien a una película de terror, y nosotros cumplimos el papel de los dos chicos que están solos en el bosque, listos para que los ataque un loco con una motosierra. - Dante soltó una carcajada. 

No me quedan dudas de que miraste muchas películas de terror. - me dijo y sonreí sin añadir mas. 

Ante mi silencio, los dos nos miramos. Él sostenía la mirada como si estuviera pensando en decir algo, hasta que finalmente lo hizo. 

Hoy vinimos a caminar con Bruno por acá, durante todo el camino me estuvo hablando de un partido de fútbol de no se qué, pero la verdad es que no lo escuche, porque no podía parar de pensar en vos. 

Me imaginé besándote en cada árbol. - Su tono de voz se volvía cada vez más serio y pausado.  - Te imaginé desnuda caminando entre las hojas, nos imaginé como dos salvajes dejándonos llevar y alimentar nuestros deseos. - 

La temperatura de mi cuerpo había empezado a subir, mi piel lo necesitaba. Su honestidad para compartirme sus pensamientos, me excitaba. Era directo, no tenía dudas de lo que expresaba.

Me abalancé hacia él en el mismo instante en el que se acercaba hacia mí y tomaba mi cara entre sus manos besándome, esta vez mas duro, mas sexual. 

Rodeo mi cintura con sus manos y me llevó hasta un árbol, apoyó su cuerpo sobre el mío, ejerciendo presión entre los dos y pude sentir su excitación. A pesar de la ropa que aún llevaba puesta, el calor de su cuerpo llegó hasta el mío. 

Una corriente de electricidad me recorría el cuerpo. Lo deseaba tanto. Mis labios ardían, jadeaba entre los suyos, necesitaba más. 

El beso se volvía cada vez más intenso, su respiración agitada, sus manos apretaban mi espalda, me tenía entre sus garras. 

Dante.. - Gemí entre sus labios. - Por favor. 

¿Qué? Decímelo.. - jadeó mientras continuaba depositando besos en mi cuello. 

Te necesito.. - hablé entre respiraciones agitadas. - en mi cuerpo. Ya. 

Dante no pudo contenerse más. Me levantó del piso y rodeé su cuerpo con mis piernas. Dio la vuelta para posicionarse sobre la manta que yacía en el suelo y apoyó mi cuerpo sobre ella mientras continuaba depositando besos en todo mi cuerpo. La ausencia de faroles dejaban ver el cielo completamente estrellado. 

Nos quitamos la ropa lentamente entre besos y caricias. En otro momento de mi vida me hubiese dado pudor estar desnuda en medio del bosque a riesgo de ser descubierta por algún curioso que caminaba por allí, pero en ese instante nada me importaba. 

Tenía al hombre que me enloquecia completamente desnudo frente a mis ojos. Dante me besaba moviendo su lengua con la mía con un ritmo pausado pero intenso, su lengua pasó a mi cuello, luego por mis pechos y continuo bajando por mi abdomen, allí donde sentía un fuego intenso, hasta llegar hasta la zona más sensible. Su lengua trazaba movimientos circulares y con mi cuerpo electrizado, curvé mi espalda, pues el placer que sentía en ese instante no cabía en mi anatomía. 

Empuje su cabeza pidiendo más y luego la alejé. - No puedo más. - Gemí. 

Dante se posicionó sobre mí abriendo mis piernas, dejando que mi cuerpo y el suyo se fusionaran en uno solo. 

Comenzó a moverse lentamente pero mi cuerpo lo necesitaba, mis movimientos acelerados pedían más. Me siguió acelerando el ritmo. 

Perdí la noción del tiempo que estuvimos devorandonos, besandonos, apretando nuestros cuerpos, asimilandonos a la naturaleza que nos rodeaba, como dos salvajes que no ocultaban sus instintos en medio de la noche que había dejado de ser estrellada. 

Las nubes cubrieron el cielo y automáticamente comenzaron a caer gotas sobre nuestros cuerpos. La lluvia era tranquila pero constante, estábamos mojándonos pero era ajeno a nosotros. 

Con un movimiento y sin salir de mí, Dante se sentó y me posicionó encima de él. Sus movimientos ahora eran suaves, pero ante la fricción que provocaba en mi intimidad, no pude resistirme más. Aceleró el ritmo y ambos estallamos bajo la lluvia que ahora era más intensa. 

Nos quedamos abrazados en la misma posición un largo rato, hasta que se volvió y tomó mi cara entre sus manos, depositando un beso suave sobre mis labios. 

Sos increíble, Alaska. 

Se parecía al océano Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ