¡Pequeñas historias con tus personajes favoritos de League of Legends y Valorant! (xLectora ♀)
Los personajes no me pertenecen. Créditos a Riot Games.
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Un nuevo ciclo escolar daba comienzo esa primavera. Para muchos una nueva oportunidad para hacer amigos, reencontrarse con sus compañeros, volver a salir en grupo, fiestas, divertirse, y cualquier otra cosa menos estudiar; sin embargo, no se puede olvidar de aquellos alumnos nuevos que sufrían de estrés o hasta ansiedad por encontrarse en un lugar ajeno en el cual se veían forzados a convivir con extraños si querían no ser vistos como bichos raros. Esto es justamente lo que le pasaba a (TN). Si bien iba en segundo año, debido a un programa de intercambio entre institutos había sido seleccionada por sus excelentes calificaciones para irse un semestre a estudiar a la escuela Labrys, en su lugar ellos habían mandado a un tal chico llamado Wukong a Durandal. Este intercambio tenía como propósito reformar a quien enviaban a Durandal y que, por su parte, la enviada a Labrys pusiera el orden y ejemplo entre los jóvenes delincuentes.
La muchacha no estaba segura cómo fuera que enviarla a ella les parecía buena idea, los nervios se la comían viva, tal vez de no saber que eran potenciales criminales no se sentiría tan inquieta. Este miedo le parecía algo ridículo a los demás que sabían de él, después de todo siempre cabía la posibilidad de que tuviera que enfrentarse a criminales altamente peligrosos luego de graduarse. Por esto mismo es que había decidido integrarse al Departamento de Apoyo en el cual se dedicaba fervientemente a fabricar artilugios que ayudaran a los héroes, además que su don era uno de los más adecuados para ello.
Pese a que era excelente creando y siguiendo instrucciones de construcción, los croquis no se le daban del todo bien, su sentido de orientación fallaba y le era fácil perderse. Miró su reloj de muñeca, faltaban tan solo dos minutos para que iniciaran las clases y esto parecía indicarles a los alumnos que fueran más escandalosos con sus actividades antes de clase o que subieran el tono de voz en sus charlas.
Varias veces intentó acercarse a algunos para preguntar sobre su salón, pero simplemente era fríamente ignorada, y otros ni siquiera se percataban de su presencia, era demasiado calmada y su voz muy suave como para llamar la atención. No fue hasta que divisó a un chico alto y atractivo de cabello largo rosado que fue escuchada, él estaba solo, no había nadie acercándosele para hablar y parecía centrado en su camino. La muchacha apresuró el paso y tocó su hombro con timidez.
—Eh... ¡Hola! Disculpa, ¿sabes dónde está este salón? —preguntó apuntando con su dedo meñique una zona del croquis.
El chico la observó momentáneamente con la ceja alzada, le llamó la atención su extraña forma de acercarse a alguien desconocido en un Instituto como este, después de todo, al ser alumnos problemáticos tenían un orgullo, algunos más que otros, pero a fin y a cabo parecidos, además de que su gentil manera de hablar desentonaba bastante de entre la mayoría. Luego de que el joven cayera en cuenta que se trataba de una cara nueva pasó su mirada al mapa.
—Sígueme —hizo una seña con la mano y la muchacha caminó a su lado.
—Me llamo (TN). Vengo de intercambio de Durandal. ¡Un gusto! —habló la joven momentos después de emprender su camino para deshacerse del silencio incómodo entre los dos, pese a todo el ruido que el alumnado hacía.
—Já, así que eres tú —comentó el pelirrosa, había obtenido la explicación de su peculiar forma de acercársele; esa escuela era bien conocida como la cúspide para los que aspiraban a ser héroes, solo alumnos que pasaran un examen teórico y práctico con un alto puntaje o que hayan sido invitados eran admitidos ahí—. No destacas mucho para ser de Durandal.
—Ah... ¿A qué te refieres? ¿Sabes quién soy?
—No, pero el director anunció que alguien de tu instituto vendría. No era ningún secreto —abrió la puerta del aula—. Y sobre lo otro... Todo mundo esperaba algo parecido a una estrella de Durandal.
La muchacha frunció el ceño. Es verdad que no solía llamar la atención, no era excepcionalmente carismática o popular como Jayce, su amor platónico desde que había ingresado a Durandal, tampoco era la gran cosa en combate como Ezreal aunque sacaba buena nota, ni tenía grandes habilidades manejando la magia como Lux, pero algo que era imposible negar es que era de las pocas personas habilidosas para reparar las armas divinas, hacerles mejoras o acomodarlas a los gustos de los héroes, siempre era ella a quien acudían si necesitaban algo. Prácticamente si algo salía mal con las armas era su responsabilidad, si funcionaban de manera que ayudaran a los héroes a sacar mejor provecho de sus habilidades también era gracias a ella, pese a lo poco que destacaba fuera de su cuarto de mecánica. Aunque a simple vista los demás no lo vieran, ella estaba plenamente consciente de lo que valía y de la utilidad de su don.
—Yone —dijo sacándola de sus pensamientos y se adentró al salón de clases.
—¿Yone...?
No pudo preguntar más pues la puerta se cerró sola detrás de él; miró hacia arriba donde estaba el letrero del aula, era justo el que estaba buscando desde hace media hora. Corrió la puerta con algo de nerviosismo, en ese momento agradecía ser alguien que pasaba desapercibida, pues no tenía que sufrir de tener todas las miradas sobre ella, pero para su infortunio, seguía siendo la nueva, por ende, algo de curiosidad debía de despertar y algunos alumnos voltearon a verla para después murmurar cosas a sus amigos. La joven vio que justo al fondo y al lado de Yone había un asiento libre, a paso apresurado fue hacia allí y se sentó. En ese preciso momento sonó la campana para entrar a clases. El suplicio de ser la nueva aún no acababa, ahora tenía que prepararse para presentarse enfrente de sus nuevos compañeros.
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