15. La hermandad.

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Mark estaba nervioso, y decir nervioso era poco, las manos le temblaban, la espalda le sudaban y sus ojos se encontraban casi desorbitados.

Teo por otro lado estaba tranquilo, tenía ambas manos en sus bolsillos y la mirada al frente, siempre desafiando a cualquiera que se le cruzara.

Y Mark quería llorar, no por lo que pasaría, sino porque la tranquilidad de Teo le causaba terror.

Ambos habían estado siempre juntos, nacieron juntos, se criaron juntos y crecieron juntos.

Su madre, ex-convicta del ejército, decidió que sus hijos estarían siempre con ella, pero no fue así; cuando fue encontrada con el ejército, ambos habían cumplido los 18 años unos días atrás, y cuando eso pasaba los niños desaparecían.

Sabía que ya no eran niños, y que cumpliendo la mayoría de edad pasaban por máquinas para encontrar su rumbo, luego de eso no volvían a verlos.

Y quizás por eso el ejército los encontró días después.

La mayoría de los niños en ciudad satélite eran criados en orfanatos, presos de libertad y obligados a crecer en ese lugar. Las madres no estaban, porque no había, nadie sabía quién era su madre, nadie sabía si tenía hermanos, nadie sabía nada.

Por eso nadie decía nada, porque no había nada que decir, entre las sombras se susurraba que eran presas de un matadero, las embarazaban artificialmente, las entubaban y esperaban dos semanas para dar a luz, luego de esos, los fetos que nacían eran guardados en grandes placas de metal a 26 grados, así tendrían un crecimiento más rápido y controlado, y en menos de tres semanas ya se encontraban caminando.

El crecimiento de todos los niños era rápido, tardaban dos meses en cumplir la mayoría de edad, y menos aún en comenzar a hablar, les inyectaban agujas todos los días, a todas horas, con 'según ellos' vitaminas y hierro para ayudar a crecer sanos.

Eran máquinas humanas, o peor que eso, eran nacidos para morir.

¿O vivir? Nadie sabía, nadie sabía lo que pasaba después de los 18 años.

Mark nació con su madre Emery, quien tenía un precioso cabello colorado y el rostro lleno de pecas, sus ojos eran marrones y destacaban sus largas pestañas, era hermosa y su padre lo sabía.

Emery era valiente, quizá decir valiente era poco, pero había desafiado al sistema al tener dos hijos y esconderlos, porque todos sabían que no estaba permitido aquello, mucho menos criarlos. Ambos, Teo y Mark, habían vivido sus 18 años en casa, con una hermosa crianza y siendo convictos del ejército. Pero no les importaba, Emery siempre tenía una sonrisa de oreja a oreja cuando preparaba el desayuno y los hacía comer a todos juntos, sin su padre, claro.

Los tres habían sido felices, habían pasado sus mejores años juntos y Mark estaba feliz de eso.

Se sentía feliz de haber vivido como persona y no como máquina. Se sentía feliz de haber vivido solamente.

Porque siempre fue difícil, su padre Benjamín, los visitaba una vez al mes, y ese día siempre fue el más feliz para ellos, siempre disfrutaban de la compañía de su padre.

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⏰ Última actualización: Dec 31, 2023 ⏰

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Fuera del tiempo (Ciudad subterranea)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora