11. Plan de escape parte II

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James

James estaba furioso, y se enojó aún más cuando encontró a Peter solo y desamparado vagando por el bosque. No había rastro de los demás miembros, por lo que solo curó las heridas del mayor y caminaron juntos hacia la ciudad subterránea, donde los guardias revisaron a ambos y enviaron a urgencias a Peter —específicamente al pabellón para tratar con la gran herida que tenía en su torso— y a James hacia la sala del comité donde lo esperaban las mismas personas que lo habían mandado a la misión más inútil de toda su vida.

Cuando entro no pudo evitar ver la sarcástica risa de Ian, quien tenía ambas manos cruzadas y a dos de sus perros tras él. —¿Lo encontraste?

—Me mandaste a buscar a Peter a la parte oscura del bosque, ¿has salido alguna vez? No tienes idea de lo peligroso que puede ser.

—He salido más veces de las que piensas, ¿encontraste a los demás?

—Antes de mandarme a esta misión, que déjame decirte, no fue nada inteligente de tu parte, sabías que los demás estaban muertos, y también sabías que Peter iba a estar peor de lo que pensábamos, no entiendo por qué quisiste enviarme.

Ian suspiró y elevó ambas cejas. —¿estás contradiciendo jefe del comité?

—Si, ¿Y? Por lo que veo, el jefe del comité no tiene buenas ideas, y no sabe un carajo de misiones y como los demás arriesgamos la vida por los otros. Y seguiría, pero mis difuntos padres no estarían orgullosos de mí.

—Sal de la sala.

En realidad James no se enojaba casi nunca, tenía un temperamento bastante difícil, pero cuando estaba de buen humor era rosas y pétalos, en cambio, cuando se enojaba podrían jurar que era otra persona y las orquídeas dulces de sus hombros se marchitaban.

James era un sinfín de problemas y soluciones, traía desgracias y lamentos, pero también traía y risas y dulces palabras que podían aliviar a cualquier persona en el mundo que pasara por problemas, no era una persona fija, ni mucho menos estable, pero se sentía un guerrero, a pesar de su corta edad y de como las personas lo veían, sabía que lo era, y haría cualquier cosa por proteger a los suyos, con un "gracias" era suficiente para él, y las palabras luego de eso, sobraban. O al menos eso decía su madre, de hecho, nunca lo escucho de su boca, pero las palabras que pasaron como chismes, llegaron a sus oídos.

No se sorprendió cuando comenzó a buscar a Alex, no sabía por qué, ni como, ni cuando, se había vuelto una necesidad estar junto a ella. Las palabras a veces sobraban, pero la mayoría del tiempo se sentían correctas, y no sabía por qué, pero Alex Leoné se había vuelto su única fuente de vitalidad en aquella extraña ciudad donde viven los locos.

Cuando no la encontró, corrió. Corrió tan rápido envuelto en la desesperación que le faltaba el aire, los pies le dolían y tenía la garganta áspera como un tallo con espinas. Y a pesar de tener el presentimiento de que todo estaba bien, algo dentro de él, le decía que no era así.

Y lo supo cuando entro a su habitación y la encontró vacía, envuelta en silencio y un frío abismal, que le decía que Alex no estaba ahí, hace días.

Entones comenzó a buscar, entre su ropa, o lo poco y nada que quedaba, en el baño, y la sala de los Outicos, donde solamente encontró a Frost, con un extraño objeto en la mano, las cuales estaban cubiertas por guantes de color azul.

—¿Dónde está Alex?

—¿Sabías que antes de entrar a un lugar y hablar con una persona se saluda? —Le comentó Jack, con un tono nada delicado, acomodándose las gafas sobre sus ojos y sorbiendo sus mocos.

—Alex desapareció.

—Búscala bien, puede estar en cualquier parte de la ciudad, pon un poco más de ojo.

James lo quedo mirando durante varios segundos, tenía un presentimiento, y quizás lo que estaba pasando era peor de lo que pensaba, no era normal, y tenía miedo. La angustia recorrió su cuerpo en pequeñas gotas que corrían por su frente, espalda y las manos, pero quería respuestas, y no sabía por qué, pero sabía que Jack las tenía, algo en sus ojos le decía que él las tenía, y si no fuera por la manera en que le hablo cuando llego, James no hubiera llegado a esas conclusiones.

—¿Dónde está Alex, Jack? —Se estaba cansando, estaba harto de como lo miraba y como le hacía creer que él sabía algo.

—Te está esperando en el baño, vamos, te abriré la puerta.

Jack se quitó los anteojos y los colocó en la mesa que estaba frente a él, para luego tomar las llaves y caminar, mientras lo hacía, James no podía evitar mirarlo, y si no fuera porque el menor tampoco quitaba a vista de la de él, sabría que algo no andaba bien.

Y sabía que nada andaría bien porque, ¿Qué estaría haciendo Alex en el baño? Nada, Alex debería estar a esa hora en su cuarto, el cual tiene baño y todo lo necesario, ¿Por qué iría al baño de los Outicos? No tenía idea, pero la curiosidad se lo estaba comiendo.

Cuando Frost abrió la pequeña puerta de color negro frente a ellos, James lo miro tan fijo que sintió como el aire se detuvo, y no faltaron más palabras para decirle que algo muy malo había pasado. Ambos caminaron hacia adentro, y Frost cerro la puerta tras él con una pequeña llave que sacó de su bolsillo.

—Alex escapó con Mark.

Entonces James sintió que no podía respirar, la suave brisa del ambiente se hacía pesada y su respiración cada vez era más lenta. Las manos le temblaban y el corazón le latía a mil por hora, no sabía que hacer, no sabía qué pasaría.

—¿Cuándo?

—La noche en la que te fuiste. Mark llevó comida y Alex solo ropa, pero dudo que puedan sobrevivir, Alex es una cobarde.

—Lo sé.

Y la vista se le nubló. No podía evitar que las monosílabas salieran de su boca automáticamente, tal como un robot, se sentía fuera de sí, casi como si le hubieran arrancado a un hermano de su lado.

Se frotó los ojos miles de veces buscando una solución para aquel problema, pero no podía pensar. Sabía que Mark era uno de los mejores guerreros dentro de la ciudad subterránea, pero no sabía si eso alcanzaría para proteger a otra persona.

Mark era fuerte, aun con su aspecto desaliñado sabía que podía pelear solo y protegerse, pero también sabía que no bastaría solo con él, no bastaría con su pierna coja y su idea de mantener todo fuera de control siempre buscando el caos.

Entonces no lo pensó más, sabía que el destino de una persona inocente estaba en sus manos, que quizás la única opción de encontrarlos era salir, pero no estaba seguro, en realidad nada de lo que pensaba lo hacía sentir seguro, menos aún cuando los ojos de Frost lo miraban como si no hubiera respuestas y menos una solución.

Fuera del tiempo (Ciudad subterranea)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora