PRIMERA PARTE: VIDAS CRUZADAS

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No hay camino para la verdad, la verdad es el camino.

MAHATMA GANDHI


Valentine Dunne

Madrugada del 20 de octubre de 2017

Bedford-Stuyvesant, Brooklyn


Eran cerca de las dos de la madrugada y el local estaba completamente vacío salvo por un par de individuos; uno alto y delgado con el rostro granujiento y otro corpulento con la frente empapada en sudor.

Al parecer, estaban inmersos en una distendida charla sobre algo que debía de ser gracioso a juzgar por la expresión de sus exagerados aspavientos de brazos.

Ambos cenaban con total parsimonia sin sospechar que cerca, a sólo unos metros más al fondo y sin quitarles la vista de encima, alguien les lanzaba aojamientos con cara de pocos amigos.

Por cierto, ese alguien era yo, Valentine Dunne.

De nuevo miré la hora en el reloj de cuarzo retro que pendía de un cable de cobre; esta vez hastiada, irritada, desesperada, mientras que un maldito mantra bombardeaba mi cabeza sin cesar: «Bobby Taylor me va a matar..., Bobby Taylor me va a matar..., Bobby Taylor me va a...».

―Valentine ―oí decir justo a mi espalda, al otro extremo de la barra, y dejé de mordisquearme la uña del pulgar―, no te angusties, ya cerraré yo el local.

En aquel momento, alcé las cejas y miré a Pipper. Ella había captado toda mi atención.

―Venga, recoge tus cosas y márchate a casa. Sabes de sobra que en la mía no hay nadie que me espere despierto.

Le sonreí con condescendencia y con los labios apretados, conteniendo mi exasperación al tiempo que experimentaba una gratitud inmensa hacia ella que, desde siempre, conocía el fuerte temperamento de mi marido en determinadas circunstancias, y el llegar tan tarde a casa, sin lugar a dudas, era una de ellas.

Pipper Ortiz era la propietaria del Dreams & Coffee Bar. Una cafetería cuyo principal reclamo turístico era servir menús por menos de seis dólares, además de su extensa variedad de cafés, zumos e infusiones. Estaba ubicada en el barrio histórico de Bedford-Stuyvesant, más conocido durante décadas por ser el centro cultural de la población afroamericana de Brooklyn, por sus casas de piedra bien cuidadas y por sus escaparates desarreglados.

Era una mujer hispana de mediana edad, de pelo lacio y azabache que acostumbraba a llevar recogido con horquillas. A veces en una trenza lateral (lo que le daba un toque más bohemio) y otras en un moño bajo informal, pues le incomodaba el continuo cosquilleo que le provocaban los mechones en su cara. Era de nariz chata y ojos oscuros, discordantes con sus pómulos redondos e involuntariamente sonrojados.

Cabe añadir que era una buena mujer, con sus defectos y sus enormes virtudes. Noble, leal y de acérrimas creencias religiosas.

Sencillamente, era alguien en quien se podía confiar. Después de todo, la consideré una verdadera amiga desde el mismo instante en que las suelas de mis deportivas Adidas pisaron aquel mugriento suelo de linóleo.

―Gracias, Pipper. ―Doblé el trapo húmedo con el que estaba repasando la superficie de la barra y, tras secarme las manos en el delantal, le acaricié el hombro con afecto―. Te lo agradezco en el alma.

VALENTINE (GANADORA THE WATTYS 2022)Where stories live. Discover now