Un consejo

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Días 24 y 25: Púas en la lengua y prendas con aroma.

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Miraba nervioso a la prueba en sus manos, esperando que apareciera alguna señal después de lo que había hecho con Ismael en la plena de su celo. Se tapó un ojo al ver que una línea aparecía en el indicador. La decepción le dejó un vacío en el pecho. Desvió la mirada para finalmente levantarse del sanitario.

Se lavó las manos, dejando la prueba de embarazo sobre la porcelana del lavabo. ¿Cómo se lo iba a decir? Quizás era muy pronto todavía... ¿Y si el tratamiento no sirvió igual que los otros? No sabía si decirle de las otras pruebas que se había hecho desde que tenían relaciones también. Se secó las manos para salir a la habitación y tomar una chaqueta del armario. Escuchar a su novio cantando desde el sofá mientras veía su teléfono ya era una costumbre.

Salieron en la camioneta hacía una villa apartada, un lugar con clase, dónde era común ver niños pequeños corretear en grupos por la acera. Ese era el sitio perfecto donde Walter se había residido hace más de diez años atrás con el par de omegas que por pura casualidad se encontró una noche.

—¡Bienvenidos!— anunció Amir con un fular lila atado a su cuello.

—Amir, quítate eso— Ismael se tapó los ojos aterrado. 

—¿Porqué te molesta? Esto es lo más seguro del mundo— se llevó las manos a la cabeza. —. Mírame— Ismael apenas abrió un ojo. —, no pasa nada malo— pegó un salto.

—Gael se me bajó la presión— había palidecido de pronto, Gael lo miró con una sonrisita. Le tomó la mano y pasaron a la sala de estar. Ismael se quedó en el sofá, aún con un yeyo andándole por el sistema anímico. —. ¡Walter!... ¡Creo que Amir quedó peor que antes!

—Eso es culpa tuya— le respondió el castaño levantando una ceja, apareció por un pasillo con el otro manojo de tela y elástica del cuello. —. Abstente a las consecuencias— levantó sus manos con una expresión de conformidad.

—Ay, no— se puso un cojín en la cara para evitar verlo. —... ¡¿Acaso ninguno sabe usar los brazos?!

—Es un viejito quejón— decía Amir detrás del sofá para quitarle el bloqueo de los ojos. —. Oye, tranquilo.

—Solo está nervioso— repuso Gael para acercarse a la escena. 

—Ah, me voy a quitar esto— decía Amir cansado. —para preparar la cena— agarró a Ismael por el mentón para que le diera la cara, estaban al revés para su contrario. El rubio se veía sorprendido, el más joven estaba relajado. —. ¿Quieres ayudar a Walter con las cachorras?

De inmediato se puso de pie para quitarle aquella cosa tan extraña del cuerpo y sostener a la pequeña en sus brazos. Le gustaba hacerlas de niñero, tenía algo para los niños que lo volvía adorable a la vista de su omega. 

—Con gusto me quedo con estas cositas preciosas— miró a su igual quien se encogió de hombros para irse hasta el criadero de la casa.

Los dos más jóvenes estaban enternecidos por la imagen de aquellos hombres con porte fuerte y mirada seria, sacando su instinto paternal. Estos se fueron a la cocina. Amir empezó por sacar una lechuga de la nevera, además de un tazón con carne de la heladera.

Le dio al pelirrojo la verdura.

—Lávala, por favor y luego la cortas.

Gael asintió para obedecer a lo que su compañero necesitaba. 

Estuvieron en silencio un instante en lo que cada quien se encargaba de lo que debía. Amir estaba tranquilo, lo que hacía que Gael extrañara esa mirada bien abierta y llena de energía. Era una persona más seria y  madura, algo acorde a su edad. Suspiró y se dio a la labor de cortar los tomates en rodajas ahora.

Negociando con el Corazón || Original - #OmegaverseWhere stories live. Discover now