La palabra con P

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Día 15: Collar de protección.

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Ismael miraba al omega metido en esa cama. Oculto entre esas cobijas, apenas podía verle los ojos. Él se estaba alistando para ir al trabajo. Con las manos en las caderas, parado en el umbral de la puerta.

Tuvo una idea. Tomó su teléfono y marcó a su hermano.

—Jerald... Sí, estamos bien— puso una sonrisa. —. Mira, ponte en contacto con Walter. Me voy a quedar desde hoy en casa— Gael salio de su escondite al escuchar eso. —... No quiero arriesgar a Gael... Sí... Gracias, por favor, qué Eda se ponga con Walter a lo que se debe hacer— se sentó en la cama. —... Ehm, te llamo luego, ¿sí?— colgó y dejó su teléfono en la mesita de noche.

—¿Qué estás haciendo?— preguntó el joven a sus espaldas.

—Estaba pensando— cerró los ojos. —... Soy el dueño, puedo tomarme un par de días para descansar, ¿no crees?— suspiró al sentir la lavanda emanar del otro.

—¿Vamos a estar juntos todo el día, verdad?— Gael lo rodeó con sus brazos. Restregó su cara en su espalda. —No quiero estar solo, Isma.

El nombrado miró sus manos enlazarse en su cintura, acarició la que tenía la herida ya cicatrizada de mordida y suspiró.

—Hoy vamos a tener un día para los dos solamente— por el rabillo del ojo, podía ver cómo Gael apoyaba su mentón en su hombro. —... ¿Qué quieres desayunar?

—Yo lo preparo— Ismael negó con la cabeza.

—No jovencito, hoy yo te mimo— lo encaró.

Gael tenía una cobija cubriendo su cabeza, se veía adorable con su mirada brillante. No se pudo resistir a traerlo hasta su rostro y besarlo. Movían sus labios al mismo ritmo, sin saber cómo, Ismael terminó encima del chico sin su saco, sin corbata y con algunos botones abiertos. Él levantó la camisa del omega hasta medio torso, podían verse los pequeños hematomas que evidencian el paso de los apretones del rubio en su piel. Pudieron separarse para volver a verse a los ojos. Gael recogía esos cabellos que habían perdido el patrón marcado por el gel que Ismael normalmente usaba para peinarse y era culpa suya. Además que, desde un tiempo para acá, besarse no los satisfacía hasta que no acabaran con el cabello y la ropa hechos un desastre.

El mayor se rindió sobre su pecho, dejando que las manos del pelirrojo acariciaran su cuerpo. Esa tranquilidad solo la había podido disfrutar desde que él estaba en su vida. Era motivo suficiente para mantenerlo a salvo a toda costa.

—¿En qué piensas?— Gael removía su cabello, tenía su atención puesta allí.

—En que me gusta esto— cerró los ojos. —... ¿Qué quieres hacer hoy?

—No tengo nada en mente— respondió al mismo tiempo que descubrió algo entre esas hebras doradas. —... ¿Qué quieres tú?— logró encontrar un par de canas. Se apretó los labios, tratando de contener su risa.

—¿Sabes qué?— se levantó de golpe. Al verle la cara, levantó una ceja. —... ¿Qué pasa?

—Ahm, nada— Gael se sentó en la cama para rascarse la nuca. —. Es que, ya sé que quiero hacer hoy— sonrió asintiendo.

—¿Qué quieres?

—Vamos de compras— juntó las manos. —. De pronto, eso de ir mañana al club me está pareciendo una buena idea— lo señaló.

—¿En serio?— Ismael se veía extrañado, pero decidió no discutirlo. —¡Está bien!— aplaudió. —Vamos a alistarnos para irnos lo más pronto posible— le agarró por los cachetes y le dio otro beso. —. Será un día genial, te lo prometo pequeño— le guiñó el ojo.

Negociando con el Corazón || Original - #OmegaverseWhere stories live. Discover now