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Faltando cinco minutos para las cinco, Blair y Harry se despidieron de sus amigos y dejaron el comedor hacia la oficina de Umbridge, en el tercer piso. Cuando la castaña llamó a la puerta ella respondió "Adelante" en voz melosa. Harry entró primero y Blair le siguió, mirando alrededor con cautela. Había conocido ese despacho con sus tres previos ocupantes.

En los días en que Gilderoy Lockhart residía en él, estuvo recubierto de radiantes retratos de sí mismo. Cuando Lupin lo ocupó, era probable ver alguna criatura oscura y fascinante en una jaula o un tanque si uno pasaba por allí. En los tiempos del impostor Moody lo atestaban varios instrumentos y artefactos para la detección de peligro. Ahora, sin embargo, lucía totalmente irreconocible. Todas las superficies estaban recubiertas con paños y encajes. Varios recipientes contenían flores desecadas, cada uno en su propio mantelillo y en uno de los muros había una colección de platos ornamentales, todos pintados con un gato de colores chillones que tenia distintos tipos de moños alrededor del cuello. Eran tan desagradables que Blair se quedó mirándolos, hasta que la profesora Umbridge habló nuevamente.

- Buenas tardes, Sr. Potter- Harry respingó y miró alrededor. - Srta. Granger.- Blair la miro.

No había visto a la profesora la primera vez porque tenia puesta una siniestra túnica floreada que se mimetizaba muy bien con el mantel del escritorio que estaba detrás de ella.

- Buenas tardes, profesora- Respondió Harry, tenso.

-Buenas tardes.- dijo Blair sin mucho animo.

- Bien, siéntense- , dijo ella señalando una pequeña mesa cubierta de encajes y una silla de respaldo recto. Dos hojas de pergamino en blanco descansaban sobre la mesa, aparentemente esperándolos.

- Estee...,- dijo Harry, sin moverse. - Profesora Umbridge, Um, antes de que empezáramos, quería pedirle... Un favor.- Los ojos saltones de la profesora se contrajeron.

- Oh, ¿sí?- Blair miraba al azabache sin comprender que quería hacer.- Bueno, estoy... estamos en el equipo de Quidditch de Gryffindor. Y se suponía que concurriéramos a las pruebas para los nuevos buscadores el viernes a las cinco en punto y me...me preguntaba si puedo cambiar el castigo de esa tarde y tomarlo en otra a cambio...- Supo mucho antes de terminar la oración que las cosas iban mal.

- Oh, no- , dijo Umbridge sonriendo de oreja a oreja tan ampliamente que se podía pensar había tragado alguna mosca particularmente jugosa. - Oh, no, no, no. Este es su castigo por difundir maliciosas y perversas historias buscando notoriedad, Sr. Potter, lo mismo para usted Srta. Granger y el castigo ciertamente no puede ajustarse a la conveniencia de los culpables. No, Ustedes vendrán aquí a las cinco en punto de mañana, el día siguiente y el viernes también, y cumplirán con todos los castigos como se le han designado. Creo que es algo bueno que se esté perdiendo algo que realmente quiere hacer. Pienso que refuerza la idea que estoy tratando de inculcarle.-

Blair sintió la sangre agolpándose en su cabeza y latiéndole en los oídos. Así que él había contado historias maliciosas y perversas buscando reconocimiento, ¿no? Ella los observaba con la cabeza ligeramente inclinada, sonriendo todavía con entusiasmo como si supiera exactamente lo que ambos estaban pensando y esperara ver si estos comenzaban a gritar nuevamente. Con un increíble esfuerzo, Blair dirigió la vista hacia otro lado, dejó la mochila tras la silla y se sentó, acción que el azabache imito.

- Eso mismo- dijo Umbridge con dulzura, - Ya hemos hecho un progreso al controlar mejor nuestro temperamento, ¿o no? Ahora, van a copiar algunas líneas para mí. No, no con sus pluma- agregó, cuando Harry se inclinaba ya para abrir la mochila. - Van a usar en cambio una mía, especial. Aquí la tienen- Les entregó una pluma larga, delgada y negra con una punta notoriamente afilada. - Quiero que escriban, "No debo decir mentiras"- dijo suavemente.

- ¿Cuántas veces?- preguntó Harry, fingiendo creíblemente amabilidad.

- Oh, todas las veces que la idea requiera para ser asimilada- , dijo Umbridge dulcemente. - Ahí va.

Se dirigió hacia su propio escritorio, se sentó y enrolló unos pergaminos que parecían ensayos para corregir. Blair levantó la afilada pluma negra y de pronto se dio cuenta de que algo le faltaba.

-No nos ha proporcionado tinta- dijo.

-Oh, no necesitan tinta- dijo la profesora Umbridge, con un dejo de risa en la voz.

La castaña acercó la punta de la pluma al papel y escribió: "No debo decir mentiras". Inmediatamente dejó escapar una exclamación de dolor. Las palabras habían aparecido sobre el pergamino en algo que parecía tinta roja brillante. Al mismo tiempo, las mismas letras se dibujaron en el dorso de la mano derecha de Harry, cuando miro su mano también estaban escritas, trazadas como por un escalpelo en la piel. La herida comenzó a cerrarse al mismo tiempo que el la contemplaba, atónita, dejando una superficie suave y enrojecida.

Ambos miraron a la profesora Umbridge. Ella los había estado observando, con su boca amplia como la de una rana ensanchada en una sonrisa.

-¿Sí?

-Nada- se adelantó a responder Blair y cuando la mujer volvió su mirada al pergamino miro a Harry.- No lo vale..- dijo en voz baja.

Volvió al pergamino, colocó una vez más la pluma sobre el papel, escribió "No debo decir mentiras" y sintió la ardorosa punzada por segunda vez en la mano, aunque aguanto no soltar un quejido. Por segunda vez, también, las palabras habían sido cortadas en la piel y se borraron segundos después. Y así continuó. Una y otra vez Blair dibujó las palabras en el pergamino, en lo que pronto notó no era tinta, sino su propia sangre; una y otra vez estas se recortaron en su piel, desaparecieron y retornaron con cada línea. La oscuridad cayó fuera de las ventanas del despacho de Umbridge. Ninguno preguntó cuándo le sería permitido detenerse. Ni siquiera se fijaron en el reloj. Sabían que ella estaba mirando, buscando signos de debilidad y ellos no iba a darle ninguno, aunque tuviera que pasarse sentado allí toda la noche, lacerando sus propia mano con esa pluma.

-Vengan aquí-, les dijo ella después de lo que parecieron horas. Blair se incorporó. La mano le punzaba dolorosamente. Cuando la contempló, vio que la herida se había cerrado, pero el tejido circundante estaba encarnado. - La mano- , dijo ella.

Harry se la extendió y la profesora la tomó entre las suyas. El azabache tuvo que reprimir un estremecimiento cuando ella lo tocó con sus gruesos y cortos dedos en los cuales llevaba una serie de horribles, viejos anillos.

-Tut, tut, no creo haber causado mucha impresión todavía- dijo sonriente. -Bueno, podemos intentarlo de nuevo mañana por la tarde, ¿o no? Pueden retirarse.

Ambos salieron de la oficina sin decir palabra. La escuela estaba desierta; seguramente era pasada la medianoche. Caminaron lentamente por el corredor en un completo silencio, entonces, cuando doblaron una esquina y estuvieron seguro que ella no podría oírle, se miraron y como si pudieran leerse la mente asintieron, lanzándose a la carrera.

(...)

Al llegar a la sala común ambos se despidieron y subieron hasta sus habitaciones. Blair encontró a sus amigas dormidas por lo que tomo su pijama y se adentró al baño, después de colocarse la remera - la cual era una de Quiddicht que pertenecía a uno de los gemelos -salió notando como la lechuza de Bill estaba parada sobre su escritorio.

-Hola hermosa...-murmuró tomando la carta, le entregó unos dulces y luego cerro la pequeña ventana.

Miro por unos segundos la carta pero prefirió dejarla para el día siguiente, por lo que la dejó sobre su escritorio. Dio un par de vueltas en la cama y soltó un suspiro al no lograr conciliar el sueño. Con su varita conjuro una venda para tapar la cicatriz y salió de su habitación para dirigirse hacía la de los gemelos.

Como era de esperarse sus tres amigos dormían pero no le importo y se acercó a la cama que más cerca tenía. La luz de la luna dejo ver la cabellera pelirroja aunque no logro descifrar quien de los gemelos era.

-¿Maddie?- su voz salió ronca y Blair lo reconoció, el pelirrojo levanto su cabeza confundido pero al sentir como ella escondía su cabeza en su pecho, simplemente la abrazo acariciando su cabello.- Descansa pequeña.

-Descansa Georgie...-murmuró sin despejarse de él.

𝕱𝖔𝖗𝖊𝖛𝖊𝖗 𝖆𝖓𝖉 𝖆𝖑𝖜𝖆𝖞𝖘 | ʙᴡWhere stories live. Discover now