Se supone que una historia de amor comienza con una mirada dulce, con una sonrisa deslumbrante o al menos con un choque accidental. ¿Cierto? Así es como funcionan las jodidas comedias románticas. Chico golpea accidentalmente a chica, chica le sonríe...
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Cuando abro los ojos a la mañana siguiente todo lo que mi cabeza es capaz de pensar es que todo esto no ha sido más que un sueño.
Uno de los mejores sueños que he tenido.
Todavía puedo sentir la adrenalina recorriendo cada centímetro de mi cuerpo si me concentro bien y pienso en los sucesos de la noche anterior; y es que descubrí que desafiar a una fuerza mayor como lo es Marion Simmone para ayudar a Danna a escaparse a ir en busca de su verdadero amor, no me parece más que un sueño. Uno lleno de adrenalina y que sin lugar a dudas, volvería a hacer.
Entonces a mi cabeza viene el recuerdo de Aarón. El ojiazul de sonrisa bonita que me miró fijamente por más de dos minutos y que después comenzó a llamarme “Hazel”.
No es que el sobrenombre me disguste, es decir, es lindo. Sólo que es “Aarón Silvetti” y yo una simple mortal luchando por conseguir su sueño y si algo he aprendido de las comedias románticas que suelo ver con Sharyl y Gala los sábados por la tarde cuando nuestras existencias están siendo sumamente mediocres y no sabemos qué hacer con nuestras vida, es que chicos como él –de ese tipo de chicos que harían suspirar a cualquier chica con dos gramos se sentido común o por lo menos dos gramos de cerebro-: no voltean a ver a chicas como yo –el tipo de chicas que pasamos desapercibidas y somos completamente felices de ese modo-.
No soy una Regina George, pero él sí que es un jodido actor de televisión.
—¡Cuéntamelo todo!—exclama la voz de Shar en cuánto abre la puerta de mi habitación. Me sobresalto en mi lugar y frunzo mis cejas cuando la veo a ella y a Gala atravesar la puerta con sonrisas amplias y ojos vibrantes.—¡Buenos días, Belibú!
—¡Belenn!—le recuerdo mientras entorno mis ojos. Ella se echa a reír antes de tomar asiento en mi cama.
—¿Cómo ha sido?—pregunta Gala tomando asiento del otro lado, junto a mí.
—¿Cómo ha sido qué?—pregunto inocentemente y ella se echa a reír.
—Vamos, Bel…nos enviaste un mensaje y nos dijiste que tenías algo realmente increíble que contarnos porque anoche hiciste algo loco y en el proceso conociste a un espécimen de Ken.—relata Gala sin dejar de mirarme.—Así que…hemos decidido traer el desayuno y hacerte hablar a base de café y pan con chispas de chocolate recién horneado…
—¿Pan con chispas de chocolate recién horneado…?—repito y ambas asienten.—¡Ustedes son realmente malvadas!—me quejo.—Saben que si hay algo en el mundo a lo que no me puedo resistir es definitivamente al pan con chispas de chocolate recién horneado, eso no se hace.—añado.
—Bel…—me llama Shar.
—¿Sí…?
—¡Deja de darle vueltas al asunto y cuéntanos que fue lo que pasó!—reclama sin más.—Haces que el corazón se nos quiera salir del pecho…
