Prólogo

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Luego de dos días de prisión para aquellos soldados Marleyanos llegados a la isla, era el turno de interrogatorio para Niccolo, uno de los soldados más testarudos y obstinados.

-Niccolo. A diferencia de los soldados voluntarios, te niegas rotundamente a colaborar con la isla, ¿correcto? —Comenzó la comandante de la legión de reconocimiento, Hange Zoe.

A diferencia de otros interrogatorios en el cual firmaron un acuerdo de paz con varios de sus compañeros a la vez, sabían que Niccolo sería difícil debido a la gran lealtad que él demostró por su patria Marley. Por ese motivo la comandante y el capitán Levi se hallaban en una sala pequeña y vacía, con nada más que una mesa y 3 sillas, completamente a solas con el chico.

-Devuelvanme a Marley. -Respondió el rubio, ceñudo y frívolo.

-No puedes volver a Marley.

-Entonces matenme.

-No te mataremos... Escucha. No podemos darte una vida libre en la isla porque claramente nos detestas, así que tal como los soldados voluntarios, trabajarás con nosotros.

-¿Creen que aceptaré trabajar para ustedes?

El capitán Levi, quien no parecía interesado en participar en la conversación se inclinó levemente hacía el frente, cruzando sus manos bajo su mentón con la intención de formular respuesta, llamando la curiosidad del chico quien ahora lo observaba atentamente.

-A partir de ahora eres un prisionero de guerra. Si nos traicionas, si matas a uno de los nuestros o si intentas escapar... estás muerto.

-Calma Levi... -replicó Hange- No queremos llevarnos mal, queremos ser amigos. Como eres un fiel servidor de Marley te mantendremos con nosotros para mostrarte nuestro respeto, si?

-Eras cocinero antes, lo seguirás siendo. Cocinarás sólo para nosotros: La comandante y los héroes de Shiganshina. -Informó el capitán esta vez- Si luego quieres un restaurant o algo así, primero demuestranos tu lealtad.

-Eso será un poco difícil Levi... pero sí, eso haremos. ¿Estás de acuerdo, Niccolo?

-¿Acaso tengo opción? -Soltó el chico con una pizca de sarcasmo en su cansada y asqueada voz.

Hange suspiró y sacó unos papeles, una pluma y se dispuso a anotar la información del chico para crear un archivo.

-¿Cuál es tu nombre completo?

-Como si fuera a decírtelo... -El rubio dejó descansar su mentón sobre su mano, desinteresado y hastiado.

Sin embargo, repentinamente volvió a reincorporarse en cuanto vio que el capitán creó una brecha de espacio entre su silla y la mesa, como si estuviera listo para darle una lección y no de palabras.

-¿Edad? -Prosiguió Hange. Ella solo ignoró el movimiento de Levi. Su compañero ejerce presión y ella insistencia. De ese modo siempre logran obtener lo que necesitan, son el dúo perfecto. 

-Diecisiete. -Y efectivamente, el chico se dispuso a responder.

-¿Profesión?

-Chef.

-¿Cargo militar?

-Soldado raso, chef.

-¿Padres? ¿Familia?

-No tengo.

-¿Nacionalidad?

-Ya sabes que Marley.

-Sí, pero debía comprobarlo... Bien, hay un par de reglas que discutimos con Levi y el generalísimo.

Niccolo guardó silencio. Hange continuó.

-1. No puedes estar a solas con un Eldiano.
2. No puedes moverte libremente. No puedes salir de tu área de trabajo o vivienda en este caso, sin tener permiso.

-¿No puedo ir a comprar a la tienda de la esquina? -Se rió burlonamente.

-Claro que puedes. Mmh, más específicamente es que no puedes huir, si?

-No salir del distrito, ya lo entendió, continua Hange. -Replicó el capitán.

-3. No tienes permitido poner un dedo sobre un Eldiano. Apuñalarlo, golpearlo, envenenarlo-

-Entendí. -Interrumpió esta vez el rubio.

-Me alegro, eso es todo.

-¿Eso es todo?

-Eso es todo.

-Y las reglas sobre qué pueden golpearme si lo desean, robar, humillarme, romance prohibido, no hablarme, ni siquiera deberían probar mi comida, ¿no les da asco?

-¿De qué hablas, Niccolo? No eres un animal. Aquí somos todos iguales.

Luego de aquello, Hange se inclinó y liberó las manos del chico de los grilletes. Dejándolo libre.

Allí, por primera vez Niccolo notó la diferencia del trato que los Eldianos le brindaban a los Marleyanos, del trato que los Marleyanos le daban a los Eldianos.
Por supuesto, se sorprendió, pero no cambió su mente. Sus compatriotas tenían derecho de tratar así a los Eldianos porque ellos son demonios, en cambio él es un humano.

-Sasha, espera!

Y entonces, apenas salió de la sala de interrogatorio los vio… a los Eldianos perdiendo el tiempo como los seres sin cerebro que son a su parecer.

-Connie, sólo corre! El almuerzo estará caliente si lo comemos rápido!

‘’Caliente si lo comen rápido?’’ Se preguntó Niccolo para sus adentros. ‘’El almuerzo estará caliente si lo prueban cuando recién salió del horno, no si ya está listo desde hace un tiempo y lo comen rápido’’.

-Oh, para ellos cocinarás Niccolo. -Comentó Hange mientras guiaba al chico a su nueva habitación.

-¿Para Eldianos que no saben nada sobre cocina? -Preguntó sarcásticamente él, consciente de que Hange también habló luego de oír el comentario de la castaña.

-Te equivocas. Sasha es nuestra soldado más apta en lo que respecta a la cocina.

-No tienen variedad de insumos, ni sabrán apreciar la buena comida.

-No juzgues tan pronto Niccolo, Sasha podría sorprenderte!

-Ningún Eldiano será capaz de sorprenderme.

-Sasha ama la comida más que nadie. Ya lo verás Niccolo... no olvides su nombre. -Sonrió orgullosa la comandante.

-¿Sasha? -Enseñó una sonrisa sarcástica el rubio- Reiré cada vez que oiga el nombre de esa Eldiana.

Niccolo x Sasha |SUS INICIOS| [FANFIC] Attack On Titan ©BauklotzenOù les histoires vivent. Découvrez maintenant