Gwacheon. Primavera Marzo 1985.

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Yoongi sabía que le gustaban los chicos.

Al menos un chico.

Lo sabía desde hace unos meses pero claro, había sido algo sorpresivo cuando una noche en la oscuridad de su cuarto pensó en su compañero de clase, a quien se le teñían las orejas de rojo si lo observabas más de diez segundos, mientras de sus labios escapaban algunos gemidos.

Le tomó varias semanas asimilarlo. En primera instancia, sintió culpa, por su mente no dejaba de pasar la idea de haberle fallado a su madre y hermano, por el pobre chico que era víctima de sus fantasías.

Sin embargo, mientras el tiempo transcurría comenzaba a sentir un poco de tranquilidad. La gente no tenía que enterarse puesto que él jamás diría o haría algo para delatarse. Sólo tendría que estar bajo perfil hasta que todo pasara.

Ese era su plan.

Quizá solo era una etapa, no había muchas chicas en su escuela y quizá él.. quizá él sólo estaba confundido... Tenía claro que seguía sintiendo atracción por las mujeres, pero él lo hacía dudar de todo.

Cuando conoció a Seokjin por primera vez pensó, con toda sinceridad, que era el chico más atractivo que había visto. Sus labios rosados fueron una de las cosas que llamaron su atención desde el primer momento, su forma cálida de sonreír fue la segunda y la tercera fue la forma en la que decía su nombre "Yoongi-ah", cada vez que lo hacía parecía que acariciaba cada letra.

Siempre había sido muy amable con él; cuando trabajaron juntos en una clase escuchó atentamente sus opiniones, comentaron sobre la materia y al terminar el ejercicio, le preguntó por su película favorita. A veces se encontraban en el transporte al terminar la escuela y Seokjin pagaba su pasaje del camión cuando regresaban de casa, aún y cuando Yoongi se negaba.

— Hoy invito yo, Yoongi-ah. Deja que tu hyung cuide de ti. — decía con una sonrisa inocente en el rostro para después sentarse en los asientos únicos del bus. En ese punto, claramente tenía sus orejas de color carmín.

Yoongi solía sentarse detrás de él. Casi no hablaban, sólo preguntas triviales sobre los proyectos pendientes; Seokjin solía pasar la mayor parte del camino mirando por la ventana casi todo el camino, y antes de bajarse en su parada, se giraba hacia él para despedirse.

— Nos vemos mañana, descansa, Yoongi-ah. — agitaba la mano en su dirección y bajaba con un salto para después caminar por las calles iluminadas por los altos postes de luz.

En más de una ocasión deseó tocar el hombro de Seokjin y preguntarle qué tanto veía en las calles, porque él no notaba nada en particular. Sólo veía a gente vivir sus vidas, algunos apresurados, algunos odiando el hecho de tener que regresar a casa.

No obstante, no fue hasta tiempo después que descubrió que a él le gustaba mirar a Seokjin hasta que se perdía entre la multitud. 

Tis' the damn season | ksj + mygTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon