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:(

Si el día de mañana muero, quiero que les digas a mis padres que los amo.

Que estoy agradecido de que ellos me hayan cuidado y amado durante todo este tiempo, aunque no entienda por qué después de mi cumpleaños número doce se distanciaron y separaron.

Lamento no haber sido un hijo perfecto, que tuviera buenas calificaciones y de las cuales ellos estuvieran orgullosos. También lamento no ser bueno en deportes, nunca pude ser alguien atlético, así que lo siento, papá.

Mamá, perdón por no ser ordenado y siempre hacer un desastre en la cocina.

Pero si el día de mañana yo ya no estoy, quiero que mis padres sepan que a pesar de todo, yo sí estoy orgulloso de que ellos hayan sido mis padres.

k. s.n.


Las lágrimas eran amargas y pesadas en ese momento, Park Sunghoon jamás había leído algo tan triste y llegador.

Sus manos estaban temblando y sintió una fuerte necesidad de ir corriendo hacia los brazos de sus padres y llorar como un bebé hasta quedarse dormido al terminar de leer aquella nota.

Limpió sus lágrimas y leyó el remitente innumerables veces, sin poder conseguir un nombre.

Sunghoon había descubierto aquella caja en su camino hacia el supermercado.

Su madre le obligó a ir, dictándole una numerosa cantidad de cosas que necesitaba para la despensa, así que se vió forzado a salir de la comodidad y calidez de su cama aquella mañana de noviembre.

Había caminado ocho largas cuadras cuando vió a un hombre, con la ropa sucia y medio rota rebuscando en la basura, Park lamentó en su mente la condición de aquel hombre, no pudiendo despegar sus ojos de aquella imagen.

Aquél hombre sacó una caja redonda morada, se veía preciosa, bien cuidada y diseñada, con tela de la misma tonalidad cubriendo la tapa y un moño en medio de un tono más oscuro.

El hombre, curioso de lo que podría haber adentro, lo abrió y de inmediato lo cerró, volviéndolo a botar a la basura con indiferencia.

Sunghoon esperó a que dicho hombre se fuera para poder ir y ver por sus propios ojos lo que contenía aquella caja, su curiosidad le picaba en los dedos de las manos.

Al ver que el hombre se alejaba, después de varios minutos, rápidamente se acercó a la basura y tomó aquella caja, la tela era tan suave y delgada, que ante el tacto se sentía como una caricia, pudo notar que los bordes estaban algo dañados y el moño aplastado y maltratado.

El estómago se le apretó, por la curiosidad y la emoción, y con cuidado destapó aquella caja.

Notas amarillas.

Era lo único que había, estaban dobladas por la mitad con algunas caritas tristes y otras felices sobre las hojas. Removió algunas hojas y se encontró con fotos de personas y de algunos objetos. Estuvo a punto de desdoblar una nota cuando su teléfono vibró y sonó, asustándolo.

—¿Bueno? —contestó tímido.

¿¡Por qué no has llegado aún, cariño!? ¡Que no ves que tus abuelos llegarán en cualquier momento! Y yo no tendré con que recibirlos. —pudo jurar que la voz de su madre resonó por toda la calle y sintió la vergüenza en sus mejillas.

—Ya voy para allá, había mucho tráfico.

¡No tienes auto y ni siquiera sabes manejar! Park Sunghoon, te doy quince minutos para llegar.

Y así, tomó la caja y se la llevó consigo, hizo las compras, llegó a la casa y se encerró en su cuarto, queriendo descubrir qué decían las cartas.

Pero jamás imaginó que sería algo tan triste, que hizo que su propio corazón -radiante como un sol- se nublara por aquellas palabras escritas.

Buscó en las fotos y se encontró con una fotografía ya vieja, doblada de las esquinas y ligeramente amarillenta, era una pareja joven, él sonriendo ante la cámara y ella besando la mejilla del contrario.

Sunghoon supuso que ellos eran los padres de aquel misterioso remitente.

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Obra original de -sweetaex todos los créditos correspondientes para su persona.

Si el día de mañana muero. ‹𝟹 SungsunWhere stories live. Discover now