Quizás todo es demasiado bueno para ser real; Camilo sabía eso perfectamente y lo tuvo que aprender de la peor manera.
Una profecía, un sacrificio y una separación era lo que le esperaba a la hermosa pareja de amigos que crecieron con tanto amor en...
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Me encanta tu sonrisa, adoro tus modales...día y noche yo te pienso; porque eres la luz para mis males.
Al pie del árbol se sentaron, mirando el sol desaparecer lentamente, aunque aún quedaban rayos tenues de luz a la distancia.
Había un silencio pacífico, ambos compartiendo la fruta con sumo cuidado. Sus madres los matarían si llegaban a manchar sus ropas.
— ¿Nervioso por lo de hoy? — Preguntó la niña con intención de hablar un poco.
El moreno tragó profundo sintiendo un pequeño escalofrío recorrer su espalda.
— Un poco...bastante — Confesó él apenado —. Pero que sea lo que Dios quiera, ¿No? — Finalizó con risa nerviosa.
— ¿Por qué tan nervioso? — Curioseó.
Él soltó un pesado suspiro, queriendo encontrar las palabras adecuadas para que la pequeña le entienda.
— Es mucha presión, no sé si pueda manejarla — Mencionó —. Esta noche me convertiré en "Un pilar más para el Pueblo", como dice mi abuelita. Mi mamá está tan emocionada...y mi papá orgulloso — Habló viendo la noche llegar —. Quisiera ser...la persona que ellos necesiten, que el pueblo necesite.
Sus buenos ánimos empezaron a decaer a medida que la noche llegaba. Tenía un triste aunque tierno e inocente semblante de tristeza.
— Camilo...serás el indicado, sin importar cual sea tu don, sé que podrás ayudar a muchas personas.
Seguido de suaves palabras ella posó su mano en el hombro del pequeño de rizos, animándolo.
Él sonrió agradecido, pues no había nadie más que le ayudara con la presión y estrés que el muchacho sentía, de alguna manera se había abierto con Carolina y eso lo llenó de tranquilidad.
— ¿Cómo es que nunca hemos hablado antes? — Cuestionó incrédulo.
— Nunca hubo oportunidad, supongo — Respondió dedicándole una dulce sonrisa.
— Eso no se puede quedar así — Negó con gracia y emoción —. ¿Vendrás a mi fiesta?
Ella calló un momento ante el sorpresivo cambio de humor.
— Eh...No me gustan mucho las fiestas — Confesó apenada —. Estaría sola en una esquina comiendo sin hablar con nadie — Habló riendo levemente, acompañada de una pequeña risa de Camilo.
— Hoy será mi última noche como un niño "normal", en serio me gustaría pasarla con una amiga.
La palabra "Amiga" resonó en la cabeza de la pequeña.
«Yo, ¿amiga de Camilo Madrigal? Jamás me imaginé que eso pasaría.» Pensó ella con sorpresa.
Carolina lo veía como un chico agradable, educado aunque travieso, muy carismático, y extrovertido; las últimas dos muy contrarias a lo que ella era: Reservada, discreta.
