Capítulo 25

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Esmeralda

Marque al celular de Tae y no respondió así que espere un rato en el aeropuerto a que llegara por mi, tal vez se le había hecho tarde en la junta o quizás había mucho tráfico hacia acá, mi teléfono vibro y vi en la pantalla un texto de él.

*Eres mi momento favorito del día.

Te ves hermosa*

Voltee inmediatamente y Tae estaba parado unos metros detrás de mi, me estaba observando con una sonrisa en su rostro, había algo extraño en su mirada, no sabía que era pero supuse que estaba cansado. Corrí hacía el y me colgué de su cuello, mi cara quedó frente a la suya y le di un beso, intenté alejarme cuando él estiro su mano y tomó mi cara para acercarme de nuevo hacia él, volvió a besarme pero esta vez fue un poco más intenso, sentía desesperación en sus labios y quien era yo para juzgarlo cuando lo había estado extrañando como loca, mi corazón dio un brinco al pensar en que estábamos en la misma situación, sentíamos lo mismo, nos gustabamos y nos extrañabamos en partes iguales, estábamos locos el uno por el otro y eso era agradable de saber.

Fuimos a comer y después nos dirigimos a un parque en el centro de la ciudad, había una exhibición de arte y las esculturas estaban alumbradas individualmente, podías tomarte fotos junto a ellas así que no perdimos tiempo, Tae amaba tomar fotos y siempre lleva a con él su camara, yo no quise quedarme atrás, sabía que él tendria estas fotos pero yo quería las mías. Saqué mi celular y tomé unas cuantas fotos de él, algunas en las que estaba distraído, otras en las que me estaba viendo, unas más con su cara de seriedad pues estaba analizando las obras. Antes de irnos al  siguiente lugar al que Tae tenía planeado, nos sentamos en una banca del parque, había un faro con luz tenue sobre nosotros y la puesta de sol ya estaba por finaliza, el cielo había tomado varios tonos de azules y rosados. Me senté en sus piernas y tomé algunas fotos de nosotros juntos,  riéndonos, haciendo caras graciosas, él besando mi mejilla. Seleccione una foto en donde yo veía a la cámara y el me veía a mi, parecía estar observándome con todo el amor del mundo, ame esa foto y la puse de fondo de pantalla en mi celular.

El parque de luciérnagas estuvo hermoso, era como estar en un sueño o en un cuento de hadas. En algunas ocaciones descubrí a Tae observándome y en otras con cara de preocupación, no se que tan pesada pudiera haber sigo su junta de trabajo así que fingí estar cansada también y decidimos irnos al hotel. En el camino Tae no soltó mi mano en ningún momento pero tampoco dijo una sola palabra. Llegando al hotel se estacionó y apago el motor, volteo a verme y acaricio mi mejilla con su mano, suspiro tan pesadamente que daba la sensación que había estado reteniendo la respiración por horas.

-¡Me gustas mucho!- dijo y siguió trazando mi rostro con sus dedos, siguió la línea de mi nariz hasta llegar a mi boca y mientras su dedo trazaba el camino sus ojos no dejaban de seguirlo. Detuvo su mirada en mis labios y se acercó lentamente.

-¡Siempre seras mía!- susurro contra mis labios y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, no lo había dicho en forma seductora o posesiva, lo había dicho con anhelo, como si hubiera una promesa en esas palabras. Deposito un beso en mis labios y bajo del auto, no reaccioné hasta que abrió la puerta del copiloto para que yo pudiera bajar.

Subimos a la habitación y abrimos una botella de vino, recordamos algunas bromas de Jin y las locuras de Jimin en la última fiesta, estaba segura que nuestras risas se escuchaban en todo el hotel.

-.. entonces Jimin tuvo que regresar a buscar su maleta que había dejado en el trasporte- mi estomago dolía de tanto reírme, Tae se había transformado en un niño pequeño de nuevo, sus ojos brillaban cada que hablaba de algo que lo apasionaba y se perfectamente cuanto ama a sus hermanos. -Yo aún no llegaba, así que esta historia la cuenta mucho mejor ellos.
-Jimin siempre termina haciendo algo gracioso.- me reí -espero que el próximo viaje sea igual de divertido- dije mientras dejaba mi copa en la mesa, me levante y me senté en sus piernas. -me emociona conocer más lugares a tu lado- Tae se puso un poco serio, supongo que el alcohol me había dado algo de valentía y lo había puesto nervioso.

Sus ojos perdieron el brillo que tenían hace un momento, intente levantarme pero su mano se aferro a mi cintura manteniendome en mi lugar. Volví a su mirada y ahora estaba llena de fuego, sus pupilas estaban dilatadas y crearon una conexión con mi interior al verlas, no sabía que había en su mente en este momento, sus ojos siempre eran expresivos, sabía perfectamente cuando estaba molesto o cuando quería hacer una broma, pero hoy, en todo el día, no había podido descifrarlo, estaban llenos de todo. En este preciso momento sus ojos reflejaban deseo, coraje, pasión y en la mayoría de tiempo, no solo ahorita, me refiero a todo el día, había un destello de enojo o molestia pero no sabía por qué, no era común en él y me preocupaba. Estaba apunto de preguntarle pero me perdí en su mirada unos segundos, tiempo suficiente para que tomara mi rosto en sus manos y me besara, una de sus manos permaneció en mi mejilla y la otra empezó a bajar por mi espalda, yo seguía sentada de lado sobre sus piernas pero no fue suficiente, sin dejar de besarme y con una de sus manos en mi cintura me puso de pie y volvió a jalarme hacia él, esta vez me sentó sobre el pero con mis piernas a cada lado de las suyas.

Está posición era más íntima, podía sentir todo lo que sucedía ahí abajo, nuestro beso tomó fuerza y mis manos se deslizaron por su camisa desabrochando cada uno de sus botones hasta llegar a su pantalón, sus besos cada vez eran más intensos y desesperados, desabroche sus cinturón y su pantalón con mis torpes manos que temblaban como si fueran de gelatina. Tae me recostó sobre el sillón y se coloco sobre mi, sus piernas quedaron entre las mías lo que provocaba que mi vestido quedara muy arriba, se levantó sobre sus rodillas para quitarse su camisa y  terminar el trabajo que yo había comenzado, con una mano se echo su cabello hacia atrás y mojo sus labios con su lengua. Ese maldito hábito que odiaba y amaba al mismo tiempo, algo que sé que no hacía a propósito y que sabía que algún día me provocaria un infarto, él no tenía ni la más mínima idea de lo sexy que se veía haciendo eso.

El ambiente y la atracción sexual que existía entre ambos desde hace tiempo invadió toda la habitación, nos perdimos él uno en él otro, cada vez más intenso, cada vez más pasional. Parecía intentar guardar cada momento en su mente y a la vez se sentía una desesperación tan grande brotar de él, como si fuera la última vez que fuera a besarme. Al final simplemente me dejé llevar, sin pensar en nada, tan solo quería disfrutarlo. Disfrutar a mi hombre.

Destino: Tómame Donde viven las historias. Descúbrelo ahora