─Ya quisieras─ se escuchó apenas porque se encontraba boca abajo sobre la cama

─ ¿Quieres algo de comer? No sé hacer la gran cosa, pero podría intentar─ realmente no sabía nada, pero para algo existía el internet y podría hacer algo

─Preocúpate por ti

Suspiro ─Pero quiero prepararte algo

─ ¿No me escuchaste? ─ medio se levantó para mirarle con el ceño fruncido

Puso los ojos en blanco y se fue a la cocina, viendo que podría haber ahí para preparar.

Volvió a dejarse caer sobre las sábanas, escuchaba ruido proveniente de la cocina, en realidad no había nada para cocinar ahí, puesto que solía almorzar fuera y cuando estaba ahí pedía comida a domicilio, se levantó de muy mala gana, recordando una frase que alguna vez le dijo Bruno "A un invitado se le debe tratar de la mejor manera posible, eso funcionara para que vuelva y se sienta cómodo" claro, que buen momento para recordar algo así, la única, o más bien grande diferencia es que no era Bruno ─No hay nada, iré a comprar algunas cosas, no hagas nada

Cuando volvió, pensaba en cocinar solo, porque sí, podría ser muy malo en muchísimas cosas, pero desde muy joven aprendió a cocinar y aunque no solía hacerlo actualmente a menudo, a veces lo hacía, y sabía que era bueno en eso; para su sorpresa, Giorno se ofreció en ayudarlo, al final terminaron por preparar unos raviolis de espinaca y ricota, y de postre profiteroles, acompañaron la cena con vino, disfrutando de la misma, realmente el resultado había sido muy bueno, así como ambos, la habían pasado bien cocinando.

Después de eso se pusieron a charlar de cualquier cosa sin tanta relevancia, hasta que el rubio dio como sugerencia que jugarán jenga, porque era un juego que normalmente jugaban en grupo, y les gustaba, así que no tenía nada de malo hacerlo un sábado en la noche.

Jugaron como dos idiotas asustándose y poniéndose nerviosos cuando debían quitar una pieza, apostaban tonterías por saber quién haría caer la torre primero, entre risas y empujones para mover al otro y que provoque un desastre.

─ ¡Vamos Leone pierde! ─ decía el menor mientras reía por la mueca de seriedad que tenía el contrario para sacar la pieza

─ ¡Cállate! ¡Me desconcentras! ─ decía serio, pero más no como molestia o enojo

Y para mala suerte del mayor la torre en ese momento cayó, Giorno no dudó en reírse en ese preciso instante.

─ ¡Jajaja sabía que perderías!

Bufo molesto ─Seguro que hiciste algo ¿Hiciste trampa no? ─ lo miro

─ ¡No, no! Acepta que perdiste, vamos me debes veinte libras

─Estas mintiendo Giorno, lo se─ lo tomó del mentón ─Vamos dime que hiciste

─Ya te dije que no hice nada, acepta, perdiste─ se burló

─No pienso aceptar la derrota

─ ¡Acéptala!

─ ¿Y qué si no lo hago?

Cuando ambos se dieron cuenta estaban tan cerca, que incluso podían sentir la respiración contraria, ambos corazones empezaron a latir rápido y ninguno de los dos desvió la mirada, ninguno hizo nada por alejarse, y en un silencio, casi como dos imanes, terminaron por unir sus labios en un beso, un beso casto pero que transmitía mil palabras, ambas almas tenían tanto tiempo deseando algo así pero que por sus egos y orgullo no habían aceptado, hasta ese momento, donde no quisieron separarse y que hubiesen deseado durara más.

Abbacchio juro nunca antes haber besado unos labios tan suaves, tan adictivos y con un leve toque de vino ¿Cómo era posible algo así? ni siquiera él lo comprendía pero lo que sabia es que estaba perdido, básicamente, se perdió desde la primera vez en la que pensó en el rubio como algo más que un amigo, que si se lo preguntan no tendría fecha exacta, pero hace mucho que se sentía así, y quería quedarse así, volver a besarle, o decirle cualquier tontería, pero su tonto cerebro no reacciono y solo se silenció.

•|Se Fossimo Insieme|• •|AbbaGio|•Where stories live. Discover now