Hope: "Confianza de que aquello que se desea va a suceder"
Albus Potter había perdido la esperanza de que todos olvidaran el caos que su imprudencia había ocasionado.
La gente murmuraba a sus espaldas, el Quidditch parecía detestarlo, los recuerdos...
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Era sábado y faltaban solo dos días para noche buena.
Kaia ya había recibido una carta de su madre en la que esta le deseaba una pronta recuperación. Por lo que, sabiendo que Alaia había seguido el plan trazado por Edén, le siguió la corriente al escribirle una respuesta inmediata que no tardó en enviar con una lechuza del colegio.
Lo más importante ahora era mantener el secreto bien oculto hasta el punto en el que la gran Aleyda Alarie jamás sepa de él o de lo contrario podría tomar medidas drásticas.
Y eso era un Game Over definitivo.
—¿A dónde vamos?
Volvió a la realidad en cuanto la jovial voz de su primo le dirigió tal pregunta. Mostrando su mejor sonrisa, trató de mantener la serenidad para que no descubriera su plan oculto.
—A un lugar muy especial —dijo con un tono que, sabía, lograría captar la curiosidad natural de Edén.
El de cabellos azules no tardó en caer en la red lanzada.
La verdad era que la tarde de charlas con Albus había sido agradable y divertida. Gracias a él sabía muchas cosas que antes desconocía de Hogwarts y la relación amical de ambos parecía haber evolucionado una línea más.
Así, Kaia deseaba pasar más tiempo con él, porque las charlas nocturnas frente a la chimenea en la sala común no parecían ser suficientes. Además, ella le había prometido acompañarlo aquella tarde a conocer a "Phobos". No tenía ni idea de quién era, pero le causaba mucha intriga y sin pensárselo dos veces había accedido a dicha invitación.
No entendía porqué de repente tenía esa necesidad de estar cerca a él.
—¿Por qué tu lugar especial es una pared con frutas gigantes?
Nuevamente la voz de Edén la trajo de vuelta a la realidad. Esta vez, fingió tener todo bajo control y, recordando lo hecho por Albus el día que él la llevó a las cocinas, le hizo cosquillas a la pera a su derecha. La gran fruta se transformó en una perilla que pronto giró, revelando ante su primo el pasillo hacia la fuente de comida que él tanto amaba.
—Bienvenido a las cocinas de Hogwarts, Edén.
El Ravenclaw avanzó como si estuviera atrapado en un hechizo abrumador y sus ojos brillaron al notar las fuentes que contenían parte de la cena a un lado y ollas de las que salía un exquisito aroma que parecía volverse un lienzo que tiraba de él para que se acercara.
—Es hermoso —llenó sus pulmones de aquella mezcla de aromas y se giró a ver a Kaia—. ¿Es ya navidad y aún no me he enterado?
—Considéralo un adelanto de mi regalo para ti —lo guió hasta la mesa central, en donde un sinfín de diversos postres esperaban por ser consumidos—. Tenemos croissant, montblanc, macarrons, galletas y jugo de fresa.
