36 - La bala

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🏆 GANÉ DOS WATTYS 2021 🏆

Sí, como lo leen. Mi historia 🎶 No sigas la música 🎶 ganó un Watty + una mención especial al mejor plot twist de todas las historias que concursaron.

¿Lo pueden creer? ¡Por que yo no!

Espero que puedan darle amor a mi otra novela. 

¡Me encantaría verlos allá!

Dicho esto, disfruten el capi de SOLA. 

Un brazo se posa en mi espalda y otro debajo de la curvatura de mis rodillas

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Un brazo se posa en mi espalda y otro debajo de la curvatura de mis rodillas. El «alguien» me carga. Noto que el espacio entre su cuello y su ropa huele a humo de madera, como si hubiera estado cerca de un calentador como el que tengo en la cabaña. Me sube al asiento delantero de un vehículo. Por el tamaño de la cabina delantera, imagino que es alguna clase de todo terreno; sin embargo, por más que la veo, no puedo identificar la situación.

Habla, algo me dice; pero sus palabras me suponen inentendibles. No estoy muy segura de lo que ocurre, solo escucho el portazo que hace retumbar mi cabeza y un nuevo quejido se escapa de mis labios.

Apoyo mi cabeza contra la ventana e intento mantenerme despierta a causa de la orden que me acaban de dar, y la cual mi cerebro tardó en procesar. Fue como si entendiera las palabras y estas se demoraran un tiempo en tomar forma dentro de mi mente.

A pesar de todo, siento que soy incapaz responder y, sobre todo, de cumplirla. Por unos minutos, me desconecto.

Todo se pone negro.

Parpadeo.

Veo un vehículo y me sobresalto. Por un momento no sé dónde me encuentro. Me aferro al colgante que Gael me regaló para darme un poco de familiaridad, como un buen abrigo tibio para los días fríos de invierno. Funciona, pero por unos pocos segundos.

La oscuridad regresa a mí.

Cuando vuelvo a abrir los ojos, escucho que Syria está a mi espalda. No sé cuándo subió, pero la oigo nerviosa. Imagino que la persona también debe haberla subido al coche. ¿Se habrá percatado de juntar la mochila con mis pertenencias? ¿Las habrá recogido?

Debo ir por ellas... debo decirle que...

Mis manos buscan la perilla y, aunque doy con ella, no tengo fuerzas para moverla y abrir la puerta. Mis ojos se cierran nuevamente, pero los abro solo por un instante cuando la puerta del conductor se cierra.

—No te duermas —repite una vez más.

Un suave «mmmjú» sale de mis labios, o eso creo, al tiempo que mis ojos se cierran otra vez.

Una mano se desliza encima de mí y me coloca el cinturón de seguridad, el cual me roza la herida del abdomen y un chillido agudo se escurre por mi garganta. Escucho que el vehículo se pone en marcha y arranca. Siento el movimiento a través de mis ojos cerrados. Vuelve a hablar, no sé si se disculpa o me llena de falsas esperanzas o ambas.

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