Dentro de una historia de villanos había uno que tenía la corona del rey de los superdotados, mejor conocidos como la generación de los milagros. Un grupo de 7 adolescentes capaces de jugar al mismo nivel de un profesional sin siquiera sudar, tambié...
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Ambos nos mirábamos fijamente, yo analizaba minuciosamente sus movimientos, esperando alguna reacción por su parte. Podía verlo todo; sus músculos tensos, sus manos temblando, el pequeño sudor que comenzaba a formarse en su frente. Contuve unos segundos la respiración cuando ví a ese feroz tigre venir hacia mí, sentí una poderosa ráfaga de aire sacudir mis cabellos cuando él pasó a mi lado, pero yo estiré un poco la mano y el balón fue mío.
Yo sonreí al tenerlo, se me hizo fácil leer sus movimientos. Es alguien bruto que se deja llevar por la fuerza y por la pasión.
— ¡¿Pero qué-?!
Rebote el esférico naranja hasta el otro lado, Kagami no tardó en alcanzarme así que driblee antes de lanzar de forma perfecta dentro del aro. Le sonreí altanero por su cara de estupefacción, se ve que jamás esperó que yo sea bueno. El tragó saliva y fue a buscar desesperado el balón.
— ¡Una más!
—He, ¿Quieres más? — pregunto sin esperar una respuesta. Alzo mi mano, pidiendo silenciosamente el balón que cae nuevamente en estas y lo hago girar. — Te toca defender, tigre.
Segundo encuentro, esta vez yo picaba el balón mientras el pelirrojo esperaba paciente. Intenté hacer una finta, pero me sorprendió demasiado tenerlo casi encima de forma feroz y rápida, no retrocedí, lo esquivé y clavé el balón dentro del aro con una sola mano. Quedé colgando ahí hasta que me solté y caí de buena manera al suelo.
—2-0 ¿Qué pasa? ¿No que ibas a quitarme la corona? — pregunto con sorna para provocarlo
— ¡Otro más! — pide necio.
—Si que eres masoquista~
Perdí la noción del tiempo jugando contra él, solo sé que jamás logró meter el balón en mi canasta y su terquedad comenzaba a divertirme. A diferencia de otros que se rinden con el primer dribleo, él no lo hace. Muestra un gran potencial que falta pulir, no niego que de seguro en un par de meses podría hasta derrotar él solo a toda la generación de los milagros.
Solo espero que ese día nunca llegue, porque es aburrido estar en la cima solo sin ningún objetivo.
Logró meter el balón por mi distracción. Yo vi embelesado como saltaba sobre mi para encestar con furia su primer punto, sentía mi corazón latir desenfrenado en mi pecho como nunca y las comisuras de mi labio temblaron por sonreír en grande.
¿Qué me está pasando?
— ¡Uno más! — pido con una enorme sonrisa y gran emoción.
Quiero más, no quiero terminar nunca este encuentro. Estas emociones... se sienten bien, muy bien ¡Quiero sentirlas más!
—¡Si! —acepta el pelirrojo, igual de emocionado que el pelinegro y con nuevas emociones nunca antes sentidas. Era la primera vez que se emocionaba de esta manera. — ¡Esta vez daré vuelta el marcador!
