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Bruce nunca fue una persona cercana a su familia, si Brian le decía "no esperaba menos de ti" era decir mucho.

A veces extraña a su madre, cuando muy a pesar de lo cansada que estuviese, se quedaba con él hasta que se quedaba dormido; ella no le leía cuentos de hadas ni nada por el estilo, su madre le platicaba de recetas de comida que sabía hacer y Bruce se dormía feliz pensando en comida que ella le prometía prepararle. Extrañaba el aroma avainillado que desprendía su cabello y las arrugas al rededor de sus ojos cuando reía, por alguna razón, no recordaba el timbre de su voz y su rostro cada vez se iba distorsionando más, pero aún así, se aferraba a sus recuerdos. Después de que ella se fuera, la tía Susan se hizo cargo de él, ella no estaba tan mal como tutora, pero aún así, Susan no era su madre. Y luego estaba Jennifer, su prima, con la que salía a jugar todos los días después de clases hasta que un día ella se mudó y sin su enigmática forma de socializar con la seguridad que solo Jenn le podía ofrecer, eventualmente se quedó solo.

Su padre no lo buscaba y la tía Susan no contestaba, sin embargo, Jennifer era la única persona que aún seguía poniéndose en contacto con él.

También fue quién lo inclinó a mudarse a Nueva York a sabiendas de que él se estresaba por cualquier cosa y el que le sugiriera tal cambio a una ciudad que estaba especialmente diseñada para estresarlo no fue muy inteligente de su parte.

Pero él necesitaba un cambio, y este era el que tanto estaba buscando.

—Dame un segundo.

Luego, detrás de la puerta, Bruce sabe que Jennifer está con alguien y no sabe cómo tomar aquello porque hasta donde él sabe, está casada y por parte de la conversación que ha estado oyendo, distingue que el hombre con el que está no es su esposo. Bruce conoce a Wyatt, este no es Wyatt.

Pero no puede ser tan prejuicioso siempre, así que cuando Jenn le abre la puerta, lo único que tiene para ofrecer es su mejor sonrisa.

—Hola, cariño—Jenn tiene esa expresión de alegría en cuanto lo ve y no puede evitar envolverlo en un pequeño y corto abrazo—. Entra, disculpa que no haya podido bajar a recibirte, tengo un amigo en la sala, espero que no te moleste.

Bruce ya está entrando al apartamento y la castaña cierra tras su paso. Cómo casi siempre, Bruce se limita a volver la mirada a cada rincón de la casa, hasta que topa con un hombre en el sofá, sobresale del respaldo su cabello rubio y su oreja izquierda, Bruce sabe que tiene un aparato para la sordera y por lo tanto, Jennifer no saldría con él porque ella siempre ha sido delicada en cuanto a su elección especial de hombres y ligues. Jennifer tal vez sea el tipo de diva que sale con el deportistas, como en las películas adolescentes que ambos solían mirar en la TV cuando eran niños.

Cielos. Que irritante eres.

—¿Es trabajo?

—Algo así.

Jennifer se adelanta hasta donde esta aquel hombre y él se voltea para mirarla, cuando lo hace, también mira a Bruce.

—Vaya, ahora traes a chicos a tu apartamento cuando no está Wyatt.

—Es mi primo, Barton.

—¿Desde cuándo estamos en Alabama?

Bruce trata de no parecer incómodo pero es inútil porque Jennifer y el rubio del sofá se dan cuenta.

—¿Quieres callarte?—Jenn lo llama con la mano para que se acerque, Bruce da unos cuantos pasos —. Lo siento, así es cuando se pone nervioso.

—Soy Clint.

Ahora entiende todo, esté es Clint.

¿Las cosas no pueden ir peor?

—Él es Bruce, así que ya puedes dejarlo en paz.

bi || Hulkeye AU!Where stories live. Discover now