—Vale —Sonreí— Y… ¿A qué hora es tu vuelo?

—En dos horas. —Hizo una pausa y le observé con detenimiento, Logan llevaba camiseta blanca y unos simples jeans obscuros— ¿Qué esperas? ¡Anda, ve a alistarte! —Me regañó.

— ¡Vale, vale! —Exclamé defendiéndome— No demoro demasiado en eso…

—Sí claro... 

— ¿Qué insinúas, Henderson? —Entrecerré mis ojos.

— ¡Vístete! —Gritó y se retiró de la habitación con una sonrisa.

—Mandón. —Bufé.

Tomé dos toallas —Una para el cabello y otra para mi cuerpo— y quité el atuendo que traía sobre mi cuerpo, para luego, adentrarme al cuarto de baño y a la bañera.

Es relajante sentir como el agua se desliza por todo tu organismo, al menos para mí, hacía que olvidara cada una de las mentiras y problemas que existían en mi vida...

(...)

— ¿Listo? —Cuestioné con una sonrisa.

—Siempre —Sonrió.

Mark esperaba en la camioneta de mamá, junto con ella. Logan abrió la puerta derecha trasera para que yo entrara en ésta, reí ante su acto de caballero y subí, luego él.

— ¿Caitlin estará en el aeropuerto? —Pregunté.

—Sí —Confirmó él.

—Es extraño que ambos estén saliendo, jamás me acostumbraré —Reí.

—Lo sé... pero, aunque no lo creas, fue gracias a ti que ella me gustase.

— ¿Qué? 

—Ya sabes, aquel día en el parque de diversiones, con Caitlin subimos a la montaña rusa... y bueno... —Rascó su nuca— Descubrí que ella era especial. Me sentí atraído por ella en el momento que tomó asiento a mi lado.

— ¡Awww! —Exclamé con ternura— Esas palabras en ti sonaron tan gay... —Reí.

— ¡Hey! —Se quejó— No soy gay, ovni. —Desordenó mi cabello.

— ¡Con mi cabello no, con todo menos con él! —Exclamé, jamás me agradó que alguien tocara mi cabello, podrían desordenar lo no ordenado que está— Haría exactamente lo mismo si al menos tuvieras cabello. —Bufé.

—Tengo... algo… muy escasos. —Sonrió.

—Eres un gay con cáncer. 

—Tu un ovni con cabello afro.

— ¡No es afro! —Exclamé.

— ¿Podrían guardar silencio? —Cuestionó mi madre con fastidio— Parecen niños pequeños...

— ¿Esperas que seamos como tú? —Mi voz cambió a un tono frío— No quiero ser alguien amargada en la vida... —Viré la mirada hacia la ventana.

— ¡Guerra de cosquillas! —Gritó Logan, me tomó desprevenida y comenzó por mi punto débil, mi estómago.

Todo el camino al aeropuerto, Logan me torturó con cosquillas, y claro, no me quedé atrás, encontré una cuchara tirada sobre el suelo del vehículo y le amenacé con ésta, cinco minutos antes de llegar a nuestro destino.

Al llegar, bajé corriendo y Logan a mis espaldas, la cuchara malvada había quedado dentro de la camioneta, por lo tanto, podría hacerme las cosquillas que quisiese.

— ¡Te alcanzaré! —Gritó a un metro de distancia.

— ¡Nunca! —Respondí de la misma manera, iba de espaldas observando cuan estúpido se veía Logan corriendo, pero corría demasiado sexy.

No me asustas , Schmidt ||Kendall Schmidt y tu||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora