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Mirai daba vueltas en la cama, otra vez no podía dormir.

Le molestaba mucho pensar en la molesta inquietud de su pecho. Esa inquietud indescriptible y a la vez sencilla de catalogar, su hermana, Miyabi, lo había hecho en menos de dos segundos después de todo.

---¿Y ése?--- le preguntó con una mirada indescifrable--- ¿De verdad es el principe del que todos hablan?

---Si, ¿qué con eso?--- le había respondido ella.

---Está triste.

Mirai había parpadeado dos veces sin entenderlo, pero al ver a Miyabi mirandolo fijamente mientras animadamente contestaba a las estudiantes que le hablaban, recordó que su hermana era un ser de otra liga y, bueno, había que hacerle caso.

---¿De qué hablas exactamente?

---No está feliz. No sé por qué, pero no está feliz.

Y desde ése momento, y habiendo jurado que amaría a un ser que quizá sólo ella deseara y nunca a alguien como el principito del colegio, comenzó a interesarse en el principito del colegio.

Apretó los labios con frustración, inconscientemente imaginando una situación donde estaban juntos charlando animadamente.

Pero lo más cercano que habían estado a ello había sido una vez en la que desde lejos lo había visto hablar con Arata Arai, un chico al que Mirai y sus hermanos consideraban un hermano más y con el que compartían muchísimas cosas, como la família que ellos cuatro habían autoproclamado ser.

Ahora, Arata era lo más cercano que podía tener a Teru, y eso le molestaba porque de hecho, Mirai pensaba que quizá tenía una oportunidad.

Quería tener una oportunidad.

Y, sólo antes de cerrar los ojos y dejarse envolver por ese maravilloso escenario improbable en el que él le decía que hablar con ella lo hacía sentir mejor, declaró al mundo que le dejaba a Dios, o a quien moviese los hilos, el hecho de tener o no una oportunidad.

Sobre saber qué hacer, cómo hacerlo, si siquiera hacerlo.

Quizá el mundo quería que Mirai tuviera una oportunidad.

Ahora, ¿estaba ésta chica decidida a aprovecharla?

Flowers Of Grateful | Minamoto TeruWhere stories live. Discover now