Epílogo: El sonido del viento sobre las magnolias.

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Christopher Bang no era exactamente el tipo de chico que aparentaba.

Lejos de ser ese chico duro y rebelde, era el ser más amable y cariñoso, o lo fue hasta que su madre enfermó y tuvo que salir del ejercito para cuidar de su pequeña hermana.


Vivir lejos del ejercito no era fácil, las reglas sociales eran tan diferentes, la convivencia, todo era un mar de situaciones incomprensibles para él.

En su primer trabajo, uno de sus compañeros le reto, el solo respondió como lo hubiera hecho de estar en el ejercito aún: pelear sin miedo y sin tiento.


No solo le despidieron, además tuvo que pasar la noche en la prisión -algo que pudo evitar pagando una multa que no pensaba pagar- Más tarde tuvo que volver a conseguir empleo, pero uno tras otro los termino perdiendo por alguna razón.



Suspiro y miro las cuentas, luego leyó la oferta de trabajo que le daba uno de los ex ministros de la sección en la que estuvo.


Hundió los dedos en su cabello, sonriendo ante la sensación de él. Hacia tanto que no lo tenia tan crecido. Escucho los suaves pasos de su hermana y se puso de pie, escondiendo la carta y yendo a servir un vaso de agua.

Cuando la niña le miro él sonrió y le tendió el vaso. La miro partir y entonces negó encendió la estufa y quemo la carta.




Seco el sudor de su frente, mirando con calma su trabajo, un fuerte golpe le dio en el hombro, no se quejó y, sin embargo, volvió a su labor. Trabajar para la familia del consulado no era tan malo.

Era un poco agotador estar encorvado la mayor parte del tiempo, pero al menos aquí le permitían estar sin camisa ante el calor de estar bajo el sol directo todo el tiempo.


Ser jardinero poco a poco se convirtió en algo que le gustaba, sobre todo el año siguiente, El árbol de magnolias que el consulado había traído desde china había terminado de florecer, el olor era magnifico y la frescura que daba su sombra era asombroso.


Camino hacia el capataz e hizo su respectivo saludo – Disculpe – el hombre le miro con expresión neutra – se que es atrevido de mi parte, pero me gustaría que mi hermanita pudiera ver las flores ¿Cree que podría traerla?


El hombre bufo, pero a su costado una suave voz le respondió – Para nada, este jardín esta pensado para ser disfrutado ¿Quién más podría disfrutarlo que una pequeña dama?


Bang sonrió – muchas gracias, le juro que me hare cargo de ella y no la descuidare ni un segundo y mucho menos a mi trabajo


El hombre sonrió, sacudiendo su mano en un gesto que quitaba importancia. Era un caballero, entrado en los cuarenta, con un fino trato que de vez en cuando salía a saludar a sus trabajadores.


Le vio caminar lejos, y él se fue rápidamente a seguir su trabajo, no dispuesto a pelear con el capataz.

Esa mañana levanto a su hermana, quien se puso un overol y un sombrero, dispuesta a trabajar con el – ¿Crees que pueda quedarme con las flores caídas?

The night is magical when I deam of you || ChanlixWhere stories live. Discover now