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Al bajar ese día, tras despertarme y ver que todas seguían durmiendo, me encontré a Louis

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Al bajar ese día, tras despertarme y ver que todas seguían durmiendo, me encontré a Louis. Era lunes, y él libraba los lunes. Desayunaba en silencio con un café, y al verme, me señaló el sofá para que me sentara a su lado. 

—¿Qué tal ayer con Zayn? —por un momento me quedé en blanco y no recordé la excusa que ayer puse para librarme de Louis. 

—Pues, bien, la verdad —me levanté del sofá y me dirigí a la cocina para echarme café. Cuando volví al sofá, Louis me miraba con una ceja arqueada. Yo aparté la mirada y bebí de la taza plateada que probablemente pertenecía a alguna de las hermanas de Louis. 

—¿Y...? —Louis pretendía que yo siguiera contándole. Me terminé el café lentamente, pensando en qué podría decirle a mi primo para que se quedara satisfecho. Cuando dejé la taza en la mesa, volví a mirarle.

—La verdad que no ha cuajado lo nuestro demasiado. Es buen amigo y besa bien, pero ya está.

—Bueno, al menos, os podéis divertir juntos —asentí con la cabeza—. Es buen amigo Zayn. No solo para los chicos, también para las chicas. No como William —tragué saliva. 

—¿Y... tú qué tal con Danna? —le pregunté intentando cambiar el tema. Él se sonrojó. Louis era muy tímido cuando se trataba de temas amorosos. 

—Pues, me encanta Danna. Es algo raro lo que me está pasando con ella, la verdad —terminó su café, y siguió hablando—: le voy a pedir salir esta noche. Pero no como un simple lío, de verdad. Estoy dispuesta a presentársela a mis padres y a las primas. 

—No puedo estar más feliz por ti —le di un beso en la mejilla—. Espero que Danna te corresponda. Es lo que te mereces. 

—Muchas gracias, Carla. Por el apoyo y por el cariño que me das —y abracé a Louis. Desde que Luke se fue, Louis había sido mi mayor pilar. El que había sustituido plenamente a mi hermano. 

A media tarde, tras haber comido y recogido la cocina, el timbre sonó. Como yo estaba de pie porque acababa de ir al baño, me miraron con una sonrisa, intuyendo que tenía que ir yo a abrir. 

—¡Harry! ¿Qué haces aquí? —me sorprendí al verle ahí, con cara de pocos amigos. Él siempre estaba sonriendo y nunca lo había visto tan serio como ahora. 

—Necesito ver a Riley y darle una explicación —me apoyé en el marco de la puerta, y suspiré. 

—Fuiste tú el que la rechazaste, Harry. No puedes pretender que ella llegue y se eche a tus brazos —Harry negó con la cabeza y se pasó, nervioso, una mano por su cabello rizado. Me miró a los ojos, y con mucha sinceridad, empezó a hablar. 

—Me dio demasiado miedo empezar algo con alguien que en cuestión de un mes se irá. Pero, no puedo dejar de pensar en ella —sus ojos esmeralda me dieron a entender que no había ningún tapujo en sus palabras. Sin contestarle, entré al salón, y él me siguió, cerrando la puerta tras sí. Cuando Riley lo vio, le cambió completamente la cara, pero no dijo absolutamente nada. 

—Harry, ¿qué haces aquí? —preguntó Louis muy sorprendido. Harry ignoró su pregunta, y se acercó a Riley, que estaba en el extremo del sofá. Se arrodilló. Ella no podía mirarle a la cara, así que miraba a Danna, que estaba a su lado. 

—Riley, mírame, por favor —Riley ni siquiera movió la cabeza. Harry suspiró, y volvió a hablarle—: Riley, por favor. Solo te pido que me escuches. Si tras escucharme quieres que me vaya, me iré. 

—No creo que me interese nada de lo que tengas que decirme —Riley, por primera vez, le miró a los ojos. Alli decidió subir a la habitación sin decir nada, y Danna la siguió. Louis y yo no sabíamos que hacer, pero nos miramos, y supimos que sobrábamos. En vez de ir a la habitación con Danna y Alli, decidí ir con Louis. Nos acostamos en sus sábanas color amarillo pastel, y nos quedamos mirando al techo blanco, sin nada que decir. 

—¿Crees que Harry realmente está arrepentido? ¿Has hablado con él? —Louis suspiró, y negó con la cabeza.

—No me ha dicho nada. Pero, le conozco. Harry es un buen chico, muy trabajador. Puede que no sea rico, pero es noble y se esfuerza mucho. Estoy seguro de que rechazó a Riley por una buena razón —Louis apoyó su cabeza en mi hombro. 

—Me ha dicho que no quería empezar algo con alguien que en cuestión de un mes se iría —tragué saliva al darme cuenta de que a Louis le pasaría justo lo mismo cuando llegara septiembre. 

—Es raro, pero —tras unos cinco minutos sin hablar, Louis se decidió a abrir la boca—, si la relación o lo que sea que tengamos Danna y yo sale bien, me dejaría de tonterías de trabajar en Burger King o panaderías. Me iría a Cambridge a llevar uno de los negocios que papá tiene allí. Querría estar cerca de Danna. 

—¿No crees que sería un poco precipitado, Louis? —pregunté con un hilo de voz—. Me refiero, acabas de conocer prácticamente a Danna. ¿Qué es lo que sientes hacia ella para dejar tu casa, tu familia o tus amigos? 

—No lo sé, Carla —admitió—. Pero lo único que de verdad sé, es que lo haría. Que me iría a Cambridge por estar cerca de ella. 

—¿Estás enamorado de Danna, Louis? —mi primo giró un poco la cabeza y me miró. Tras eso, me abrazó y se puso a llorar.

—Sí —dijo tras un sollozo—. No puedo dejar de pensar en sus pecas. En el fuego de su pelo, que me cala. Como si de verdad Danna fuera fuego y fuera imposible apagarlo. Ni en la suavidad de su piel, de su blanca y perfecta piel. Ni siquiera puedo dejar de pensar en su risa escandalosa cuando le cuentas algún chiste tonto, ni en que me la llevaría al fin del mundo y estaría haciéndola reír así mucho tiempo más. Estaría poniendo una excusa para abrazarla a cada momento para aspirar su olor avainillado. Que escucharía su voz cada mañana al despertar y que no me importaría estar recordándole cada segundo que la quiero, y que la protegeré y la querré siempre. Porque siento que esto no se me va a ir nunca. Que no se si será el fuego o en esencia ella, que siento que nunca podré olvidarme de Danna. 

Aquella noche, Riley salió de la habitación con una camiseta roja y unos pantalones negros, y sus característicos labios rojos, que le sentaban muy bien. Nos sonrió a todas, y sin darnos ninguna explicación, bajó las escaleras y se fue. No solo ella estaba guapa esa noche, sino que cuando Danna se puso su peto negro y su característico eyeliner, estaba fantástica. Louis la esperaba en el salón, y acto seguido, se fueron. 

—Me parece que esta noche estamos solas tú y yo —le dije a Alli. Ella se rascó la cabeza y puso una mueca. 

—Es que... Yo también me voy. Voy a aclarar con la chica del otro día lo que pasó. Necesito saber qué hice, por qué lo hice. No voy a tener la conciencia tranquila hasta que no hable con ella —asentí lentamente. 

—Tienes razón, hermana. Ve, necesitas saberlo —y Alli se marchó, y yo me quedé sola. Y como si lo hubiera sabido, William me envió un mensaje al teléfono: 

"¿Me echas de menos? Yo mucho... Ven a casa, por favor."

Y media hora más tarde, estaba sumergida en los besos de aquel chico. En sus labios, en sus ojos azules, en su piel. Y entendí a Louis, y me dio mucho miedo estar de acuerdo con él. Porque yo también sentía que nunca podría olvidarme de William. 

 

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