Capítulo 8

44 3 0
                                    

Lia:

Por fin es sábado, estoy muy entusiasmada, pues parte del aprendizaje que mis hermanos están otorgándome es el poder aprender a conducir. Artur se encargará de darme dichas lecciones, espero pueda ser paciente, porque yo, no lo soy.

- ¿Eres paciente? – pregunto a Artur cuando me pongo el cinturón de seguridad y tomo el volante, el piensa su respuesta, - No, no lo eres.

- Tienes razón, no lo soy. – se coloca su cinturón. – Pero tranquila, aprendes rápido, así como en las clases de italiano.

- Bueno, en las clases de italiano, solo uso tres de mis cinco sentidos, en cambio aquí, debo de usar mis cinco sentidos. – contraataco.

- Tienes razón, pero a ver que tal lo haces.

La clase es tranquila, al parecer tengo los nervios suficientes para poder conducir, pero debo admitir que, entre tanta broma, me quedaba congelada frente al volante, pues tenía ligeros recuerdos del accidente.

Por el golpe que tuve en mi cabeza, hay ciertas cosas que no recuerdo, pero a veces cuando tengo actividades que se asimilan a las que ya he vivido, es ahí cuando los recuerdos me atacan abruptamente.

En este caso, el estar detrás del volante, me recordó aquel fatídico día, pero es extraño no recordar que fue lo que paso antes de que yo despertase fuera del auto. No recuerdo de si chocamos con algo o si algo nos golpeó o si fue algo diferente.

Otro ejemplo es cuando comencé a recibir las clases de italiano, llegaron a mi mente recuerdos de mi vida en High School, cosas que ni si quiera yo sabía que había olvidado. Mientras pienso en muchas cosas, Artur me deja una tarea. Mi último trabajo es aprender a estacionarme, así que con la ayuda de Artur y sus instrucciones logro tener un buen desempeño, terminada la clase decidimos ir a casa.

- ¿Todo en orden? – Artur me regresa a la realidad.

- Si, solo recordaba cosas.

- ¿Puedo saber que recuerdas? – camina de mi lado hacia la mansión.

- Pues, cosas que pasaron antes del accidente.

- Sabes que no fue un accidente en sí, ¿verdad? – dice mientras me mira. Sin embargo el hecho de que mencionan ese fatídico día como un no accidente me esta cansando.

- Si, lo sé, mis hermanos me lo dijeron, pero me sorprende que ellos aún no han vengado a mis padres.

- No es tan fácil como parece Lia – mete las manos en sus bolsillos – En este mundo si atacas primero se puede convertir en un arma de doble filo, es por lo que tus hermanos no han hecho algo en contra, eso puede ser como cavar su propia tumba. – llegamos a la mansión – Es más fácil esperar y crear un buen plan antes de atacar. Y más si tu estas aquí, querrán cuidarte a ti, pues lastimosamente ellos, aunque no lo demuestren, aun lamentan no haber cuidado bien a tus padres y el hecho de que tu estes aquí hace que tu seas una debilidad para ellos. Si sus grandes enemigos saben lo que tu provocas en ellos, créeme, las cosas serán horribles, no solo para ellos, si no también para ti, y la verdad, serias la mayormente afectada en todo caso.

Me limito a hacer un asentimiento cuando entramos a la mansión, Franco esta al teléfono - como siempre - , mientras que Dante no lo veo por ningún lado, me limito a caminar hacia mi habitación luego de despedirme de Artur que tenía que hacer otras cosas así que me pongo a estudiar para mi primer examen de italiano, las horas son eternas en la mansión, a los únicos lugares que he salido es a la academia y a las zonas cercanas de las bases para aprender a conducir.

Franco y Dante no me dejan salir a ninguna parte, y siempre que trato de preguntarles el porqué de la situación, me dicen que tengo todo lo necesario en la mansión para poder estar aquí, es un poco aburrido, pero no tengo alternativa de poder violar la seguridad de la mansión.

Los Hermanos RissoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora