All For Love. (JJBA) [Stardust Crusaiders]

El fin...

Capítulo 9. Parte A.

- ¡No pueden dejarme fuera de todo esto... Joestar-san... Caesar-san! – bramó el joven pelirrojo, la verdad... más que disgustado. Duza a su lado observaba todo con ojos como platos, sin atreverse a ir en contra de las miradas fijas y serias de aquellos dos hombres viejos y sabios. La mañana había comenzado de... la forma más particular.

- Ya lo hablamos, Kakyoin; Femke nos explicó que... - Caesar comenzó, siendo interrumpido por la voz impotente del joven.

- ¿Todo esto es por que les dijeron que moría en otra línea temporal? – miró al hombre de la barba, que permanecía aún más serio que el italiano, lo que hacía difícil mantenerle la mirada – Duza me dijo que sea dónde esté, si la muerte nos alcanza, lo hará no importa dónde estemos... por eso yo elijo acompañarlos en esta travesía. – Duza se tensó; jamás lo había visto así de molesto; podía ver una ligera manifestación de su estand sobre su cuerpo desde su espalda: aquellos tentáculos le envolvían el cuerpo con firmeza, apretándose en la medida que subía el volumen de la voz, expresando su enojo.

- Pero dada la situación... - volvió a interrumpir al tano.

- ¡Daría mi vida por ustedes! – la sorpresa en los rostros que observaban solo fue comparable al angustia de la joven rubia; quien de inmediato se cubrió el rostro con ambas manos, llorando en silencio a las espaldas del pelirrojo - ... - guardó silencio, sin querer soltar algún improperio más contra aquellos hombres que tanto respetaba, buscando controlarse - ¿Por qué no quieren que vaya...? – preguntó, sintiendo la garganta apretada.

- No es que no queramos, solo...

- ¡No puedo entenderlo! – el joven de verde interrumpió de nuevo al de bigote.

- ¡BASTA, NORIAKI! – la fuerza de la reprimenda, en la voz grave y firme de Joseph Joestar, hizo que incluso su hija, quien empacaba con Nala y Yaima de compañía, sienta escalofríos. Jamás había alzado tanto la voz con ella... ni con nadie. Debía querer demasiado a Kakyoin. Todos quedaron estáticos; Jotaro miraba fijamente a su abuelo, ni siquiera con él, en sus épocas más odiosas había utilizado ese tono – Fue Femke la que pidió que no te llevemos en el viaje – anunció el hombre, con una mirada fija inamovible; Duza volteó a verla, con las mejillas empapadas en lágrimas, sentada a un lado del Kujo – y nos ayudó a decidirlo de una vez por todas. – Alzó solo un dedo para silenciarlo cuando el joven quiso hablar, aún cuando pareció más sumiso que antes – Según la información que obtuvimos de Femke y Duza, no quieres contar a tus padres el porqué del viaje a Egipto, el porqué de tu regreso tan herido, ni que arriesgaste la vida por un par de desconocidos...

- ... que también arriesgaron la vida por mí... - volteó a ver a Jotaro, quien le sostuvo la mirada, sin demostrar absolutamente ninguna emoción. Por primera vez no podía ver a través de aquella máscara fría que se ponía su mejor amigo; era como cuando lo había enfrentado en la enfermería hacía ya tanto tiempo.

- Kakyoin... - una mano en el hombro, lo hicieron ver al viejo Joestar - ... sabes cuánto te aprecio ¿verdad? – murmuró inclinando la cabeza para hablarle de cerca - ... eres como otro nieto para mí... - dijo con un brillo particular en la mirada; el joven sintió que la molestia en su garganta comenzaba a asfixiarlo - ... quiero que te pongas en la posición de este vejestorio... - el peso de los años se reflejaron en las arrugas y semblante serio del hombre - ... ¿cómo podría afrontar a tus padres... y decirles que su hijo no volverá más a casa, en caso de que te suceda algo en el viaje, viaje del que ellos no están tan siquiera enterados? – sostuvo con ambas manos los hombros del joven, quien reconoció la aflicción detrás de las palabras estrictas del hombre.