Capítulo 17

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-¡A cenar! -grita mi madre desde el comedor.

     -¡No tengo hambre! -le respondo tumbada en la cama.

     -¡Megan, a cenar!

     Resoplo y me levanto de la cama. Bajo las escaleras, sintiendo lo pesado que es ahora mi cuerpo, y preguntándome qué hora es. Cuando he llegado del instituto he subido directamente a mi habitación, me he puesto algo cómodo y me he quedado dormida. No he comido nada y, la verdad, no tengo nada de hambre. Tengo el estómago completamente cerrado y no me apetece comer con desgana. Un terrible hedor a perfume inunda mis fosas nasales y hago una mueca. Nadie, en mi casa, utiliza semejante perfume. Huele muy mal y es muy fuerte, lo cual hace que me pique la nariz. Termino de bajar las escaleras y giro la cabeza para mirar hacia la entradita, de donde viene el terrible hedor. ≪Meredith.≫

     Mis padres saludan a mis tíos y a mi prima. Mi madre le sonríe nerviosa a mi tía y le da dos besos a mi tío. Mi padre abraza a su hermana y le da un apretón de manos y unas palmaditas en las espaldas a su cuñado. Mi prima sonríe de forma inocente y se coloca un mechón de pelo tras la oreja antes de darle unas cajitas, envueltas en papel de regalo dorado, a mis padres. Perfumes de hombre y de mujer.

     Me doy la vuelta lenta y sigilosamente para no captar la atención de nadie, dispuesta a subir a mi habitación. No pueden verme así vestida con unos pantalones viejos y desgastados y una camisa arrugada, no puedo ponérselo tan fácil a mi prima. Mi tía Carol suele ensañarse más con mi madre. Por eso cuando, por fin, nos libramos de ella, nos consolamos mutuamente, porque nos dejan con la moral por los suelos. Apoyo el pie en el primer escalón y un calofrío me recorre todo el cuerpo, acompañado de un terrible presentimiento. Respiro hondo y me giro lentamente. Todos me están mirando, y yo me muero de vergüenza.

     -Hola -digo nerviosa-, ¿qué... qué hacéis aquí?

     -Visita sorpresa -dice Mere sonriéndome con falsedad-. Queríamos visitar a la familia.

     ≪Vaya por Dios...≫

     -Ah... Bien -digo-. Voy a arreglarme, vuelvo en un segundo.

     -No, no hace falta -dice Carol, apartando a mi madre de su camino para entrar en mi, hasta ahora, dulce hora-. Te ayudaré a hacer la cena, Suzanne.

     Mi madre empalidece al instante y corre tras mi tía.

     -¡No, Carol, no hace falta! -exclama-. ¡Ya está hecha, mujer!

     Mi padre y mi tío John van tras sus mujeres, hablando de forma despreocupada.

     Miro nerviosa a Mere y me giro para ir directa al salón con mi padre y John. Quedarme a solas con ella es horrible. Me siento como si estuviera junto a Hitler. A veces me pregunto si exagero, pero paso cinco minutos con mi prima y me doy cuenta que todo lo que le diga, por muy malo que sea, sonará a halagos. Jamás he visto a una persona tan egoísta. Bueno, sí, a su madre. A veces siento la imperiosa necesidad de agarrarla del pelo y tirarla al suelo para patalearle el culo. Seguro que mi madre desea hacer lo mismo con mi tía. Con esa zo...

¿Se Puede Perdonar Todo? © [UME #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora