Capítulo 3

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Me siento junto a Christina en el aula de música mientras hablamos sobre los mensajes de Charlie. Es un pesado, no ha parado de mandarme mensajes en todo el fin de semana. No sé por qué quiere volver de repente. Cuando me dejó, me dijo las quejas que tenía sobre nuestra relación y lo que hacía imposible que siguiéramos juntos. Cuando un chico te deja por las razones que me dejó Charlie, piensas que los hombres son seres horribles y que ojalá todos y cada uno de ellos recibieran un horrible castigo. Lo primero que se me vino a la mente fue querer caparlo con unas tijeras de podar. Seguro que es tan divertido como me imagino.

     Christina resopla cuando él entra en la clase. Aparto la mirada cuando sus ojos encuentran los míos y me hundo en mi asiento. No tiene ningún derecho a mandarme mensajes y mucho menos a pedir que retomemos nuestra relación. Perdió el tren y ya no pasan más en esta estación. Los primeros días que pasé sin él, tal vez, sólo tal vez, podría haberlo perdonado y haber vuelto con él. Pero hay cosas que no pueden perdonarse…

     El profesor Payne, al que, por alguna razón, algunos alumnos llaman John Lennon —tal vez por su parecido al cantante—, entra el aula y todos guardamos silencio. Estas horas las suelo considerar de descanso ya que sólo nos pide que escuchemos algunas piezas de música clásica o nos habla un poco sobre la historia de la música.

     —Buenos días, chicos —dice Lennon con su característico buen humor—. Hoy vamos a hacer algo diferente. Sé que algunos alumnos de esta clase tienen unas voces preciosas —dice y me mira, haciendo que mis mejillas se enciendan—, como, por ejemplo, la señorita Maxwell.

     La gente comienza a mirarme y a cuchichear por lo bajo. El profesor podría haberse callado un poquito o, al menos, haber elegido a otra persona como ejemplo.

      —O el señor Brown —sigue diciendo el profesor y señala a Charlie.

      Resoplo indignada, maldiciendo el día en el que conocí a Charlie Brown.

     —Quiero que en este trimestre os preparéis una canción y cantéis a dúo con la pareja con la que os ponga a cada uno —dice Payne—. No os pondré nota, pero quiero que os esforcéis, ¿de acuerdo? Ya que les he puesto como ejemplo, el señor Brown será la pareja de la señorita Maxwell.

       ¡Muérete, Payne!, grito para mis adentros. ¡¿Cómo se le ocurre ponerme con Charlie?! Miro a Christina y veo que no está muy contenta con las palabras del profesor. Ella masculla unos insultos por lo bajo, entre dientes.

     El profesor me llama la atención y me dice que me siente junto a Charlie.

     Recojo mis cosas y me dirijo hacia el fondo de la clase donde Charlie está sentado junto a Kevin, su mejor amigo. Kevin un día también fue mi amigo, pero dejó de serlo al encubrir a Charlie. Él evita mirarme a los ojos y pasa por mi lado, dejando que yo ocupe su lugar. Kevin se sienta al lado de Christina, y resoplo.

     Miro de reojo a Charlie y me encuentro con sus ojos, que son del mismo azul cielo que los míos. Recuerdo que cuando lo vi por primera vez, no podía dejar de mirarle a los ojos. Estuve dos días enteros hablándoles de él a Mary y a Chris. Al tiempo,  ellas me dijeron que me lanzara y así hice. Charlie montó una fiesta en su casa y aproveché el momento para lanzarme. Al principio me trató como uno de sus rollos. Cada dos por tres me ofrecía tomar una copa, a lo cual siempre le decía que no, e intentaba llevarme a la cama, la cual siempre ha sido su intención.

¿Se Puede Perdonar Todo? © [UME #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora