꧁Capítulo 30꧂

454 21 1
                                    




~●~●~●~●~●~●~●~●~●~●~



Tras la conversación con Gale, había vuelto a mi casa para hablar con Seneca para pedirle disculpas por no haberle llamado en cuanto había llegado y excusándome diciéndole que estaba demasiado cansada y que me dormí al poco de llegar mientras que me cambiaba de ropa.

Había pasado dos semanas desde mí llegada al doce y todo parecía un pequeño y dulce sueño, todo había cambiado entre Gale y yo, nuestra relación se había afianzado como nunca había pensado, pero ambos habíamos optado por no decir ni una sola palabra sobre el Capitolio. Era un tema prohibido en nuestra casa. En estas dos semanas me la pase hablando con Finnick mucho y llegamos a tener una relación ya que él vino a escondidas hacia acá eso me sorprendió pero que puedo esperar de Finnick Odair, me pidió ser su novia y acepte rápidamente y ahora estamos mejor, nos hablamos siempre pero ahora estoy durmiendo con Gale ya que no puedo dormir bien estos días. Mire que seguía durmiendo así que intente levantarme pero no me dejo hacerlo sino que me abrazo con ternura mientras yo apoyaba mi cabeza en su pecho, era lindo pasar tiempo con mi hermanos.

—Buenos días, hermano. ¿Cómo has dormido?—pregunté con una sonrisa mientras que acariciaba mi pelo

—Supongo que bien—contestó Gale con voz cansada, al observar sus ojos pude comprobar que tenía los ojos ligeramente rojizos y tristes.

—¿Estás bien, Gale?

—Sigo cansado, no me encuentro muy bien.

Me acerque a él, acariciándole las mejillas y la frente, y comprobé que tenía el rostro caliente. Antes de que me dijera algo, me levante hacia el baño para coger una pequeña toalla y mojarla con agua fría. La coloque en su frente y bese con amor sus mejillas.

—Estoy bien, Alana. Puedes quitarme este paño de la frente—dijo Gale mientras que levantaba la mano para hacerlo por sí mismo, le di un ligero manotazo y este soltó una pequeña carcajada—, Alana, por favor. No soy un niño pequeño.

—Debes de descansar, Gale. Al menos un par de horas. Y si, eres mi pequeño hermanito—comenté besando su frente mientras sonreír

—Deberíamos de ir a cazar... ahora solo podemos hacerlo un día a la semana juntos. Echo de menos esos momentos, los dos en el bosque y sin ninguna preocupación.

—¿Y qué? Ayer cacé algunas liebres y un par de palomas. Esta tarde, podríamos ir a mirar las trampas que deje, si te encuentras mejor. Tienes que descansar. ¿Sabes? También cogí algunos frutos del bosque, ahora podemos hacer una tarta, aprovecha que tu hermana menor es buena en la pastelería.

—¿Podre comérmela entera yo solo?—preguntó mientras que asentí levemente—, entonces perfecto, te ayudaré.

—Pero, descansa Gale. Voy a prepárate un poco de sopa, aún tenemos caldo de anoche. Tomate una ducha si te encuentras mejor o quédate en la cama.

Al cabo de una hora, me encontraba en la cocina preparando el desayuno para mí y calentando el caldo de sopa de pollo para Gale. Estaba casi segura de que Gale se habría levantado ya, y en cuestión de minutos estaría a mi lado. No había conocido a una persona tan testaruda y cabezona como Gale cuando se encontraba enfermo, este era como tratar como un niño pequeño que se negaba a mantenerse en la cama descansando y reponiendo fuerzas. Preparé una pequeña bandeja para que Gale pudiera comer en la cama, pero antes de poder terminarlo: el teléfono sonó y provocó que unas mariposas revoleteaban por mi estómago, pero no de felicidad ni de emoción sino de temor no sabía si será Finnick o Seneca. Me acerque a este y lo descolgué mientras que intentaba relajarme y poner una voz segura y tranquila.

Ave de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora