-Patético. -continúo-. ¿Me vas a violar? Así como cuando era apenas una niña... -me mira con superioridad- ¿Como harás? ¿Usando asqueroso miembro que tienes entre las piernas, desgraciado? -me retracto a propósito fingiendo sorpresa-, ¡Oh! Es cierto, ya no tienes. -carcajeo haciéndolo enfadar todavía más.

Se aleja un momento y en ello me dejo llevar por mi odio y la ira que me consume. Le escupo a la cara haciéndole saber que me asquea tenerlo cerca. -Púdrete en el infierno, hijo de perra. -me me burlo en la cara, al mismo tiempo que escuchamos el candado, em juego de llaves y la rejilla abrirse.

Me suelta una bofetada que me deja ardiendo la mejilla y las comisuras de la boca mientras se limpia el rostro.

-Te ne pentirai, piccolo fiore. -ríe son zozobra alejándose al tiempo que Maxim Ballard aparece frente a nosotros.

-No maltrates la mercancía antes de tiempo. -se burla haciéndome rabiar todavía más-. Ha llegado el momento.

Esos hijos de puta me miran como si del trofeo mayor se tratase.

Entonces caigo en cuenta de lo que sucede.

-¿Qué quieres? ¿Donde diablos me tienes?

-Cállate. -inquiere molesto-. Me irritan tus lloriqueos.

-Maldito...

-Ajá.

-Por favor, déjame ir. -pido tan inútilmente.

-Ya. -le hace señas a Ranieri mientras teclea en su móvil. Mi corazón late desbocado y me veo siendo víctima de ma ansiedad una puta vez más.

-No... no, no, no... -grito pero ninguno parece arrepentido.

Maxim hace una seña hasta la puerta y mi decepción no podría ser más inminente cuando diviso a la persona que viste completamente de negro. Las botas de cuero lo delatan.

Henry Cavill sosteniendo un iPad que entra sin mirarme con las facciones endurecidas.

Le entrega el iPad a Maxim explicándole sabrá dios que cosa, pero no puedo despegarle los ojos de encima, aun cuando comienzo a llorar con esta opresión en el pecho que no me abandona.

Él se da media vuelta y es cuando me mira.

Traga duro y pronuncia un silencioso "lo siento" antes de dirigirse a la esquina de ma bodega... sin hacer nada.

Y así dice "amarme".

Malditos enfermos.

Me despojan de la poca ropa que cubre mi cuerpo y se pavonean con mi desnudez. Atada de manos, de piernas, inmovilizada, Luciano camina en mi dirección, pasando sus asquerosas manos sobre mis pechos, chupando mi piel.

Me produce arcadas.

No obstante, Henry abandona la habitación y en su lugar, es Maxim quien cierra la rejilla y la puerta pesada de metal que la refuerza. Luciano recorre mi cuerpo sin pudor, me apretuja los senos hasta doler, me azota el trasero e importandole poco que ruegue con lágrimas en los ojos, se aleja, dándole paso al hombre que durante toda mi vida, crei que era mi padre.

𝐃𝐀𝐃𝐃𝐘 #𝟏 |njh| © Where stories live. Discover now