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— Te amo...— jadeo aferrándose a su espalda.  Sentía calor en su cuerpo entero, los labios del contrario recorrían su cuello robándole jadeos.— Chan...— suspiró subiendo su mano hasta la nuca del contrario.— Amor...— lo llamo dejandose hacer.— Amor vamos a tener un hijo.

Entonces los movimientos del contrario pararon y se alejo abruptamente de él.

— No, no lo tendremos.— negó.— No lo tendrás.— le susurro dejando un beso en su frente.— Porque los muertos no pueden dar a luz.— levanto su mano con un cuchillo en ella y empezó a acercarla a su vientre con intenciones de clavarlo en su piel. Cuando ya estaba cerca de hacerlo a pesar de la pelea que JeongIn estaba dando todo se oscureció con un sonido empezando a rebotar por todos lados.

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Se levantó de golpe gritando, su piel sudada, su cabello húmedo y pegado a su rostro, nuca y cuello.

La alarma sonaba desesperada en su celular. Logro apagarla con manos temblorosas y luego rodeó su vientre protectoramente.

— S-solo fue... O-otra pesadilla.

Era algo recurrente, desde antes de saber que estaba embarazado soñar con aquello. Que Chan lo mataba. Quizás su subconsciente trataba de decirle que Bang había matado una parte de él al irse.

No había pasado mucho del divorcio cuando un amigo de ambos le comentó haberlo visto con otro chico. Felix debía dejar el chismerio, por el bien de JeongIn. Aunque no había vuelto a verlo desde que se mudó.

Eso era bueno.

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— Buenos días.— saludo el recepcionista al verlo llegar. Le pasó una credencial con una foto que le habían tomado ayer. JeongIn la observó. Se veía bien, quizás demasiado mejor que ahora.— Él señor Seo lo está esperando, le avisaré que ya está aquí.

— Si, gracias.

— Es en el último piso.— indicó señalando el elevador. Innie algo nervioso, sintiendo mariposas en su estómago camino hasta allí y presiono el botón del décimo piso.

Esa mañana no había sido muy buena, no había tenido apetito después de aquella pesadilla pero se había obligado a comer un poco por su bebé. Luego, se había ensuciado su camisa mientras se maquillaba un poco las ojeras, no sabía cómo pero había sucedido. Luego, en el bus cuando esté freno en un semáforo cayó sentado en el suelo. Quizás para el final del día hasta perdía el empleo.

La puerta metálica se abrió dándole paso a un piso demasiado iluminado, la mayoría de las placas de la pared eran de vidrio, y los ventanales estaban abiertos dejando pasar la suave brisa. Se acercó a la recepción y tocó el timbrecillo que se le hizo raro que estuviera allí. Momentos después el señor Seo apareció.

Su cabello estaba un poco enmarañado, su camisa algo desarreglada y traía ojeras pero igual que el día anterior le sonrió.

— Buenos días, Yang JeongIn.— lo saludo.

— Buenos días, señor Seo.

— Disculpa el aspecto, estuve trabajando toda la noche.— le comentó rodeando el escritorio frente a él, tomando la silla del otro lado.— Este será tu puesto.— anunció.— Fíjate en mi agenda los horarios de esta semana y números importantes, agendalos en tu teléfono. Son los rojos.— JeongIn asintió tomando la libreta que esté el tendió junto con una tarjeta. Leyéndola supo que aquel era su número.— Ayer dijiste que estabas disponible las veinticuatro horas, aquí lo demostraras.

— S-sí, señor.

— Si necesitas tomarte algún día para hacer controles médicos o algo, avísame unos días antes.— le pidió.— Tus horarios de descanso están anotados allí y también como me gusta el café. La sala de descanso está en el piso nueve, hay habitaciones allí, estaré en una, levantame para la reunión ¿Bien? Media hora antes.

— Sí, señor Seo.

— Bien.— asintió el mayor y rodeó el escritorio pasando por su lado le tomo el hombro.— Bienvenido.

— Gracias, señor.— Murmuró y lo vio marchar.

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Un par de horas habían pasado y la reunión sería en media hora con un equipo de otra compañía. Frente suyo Seo dormía, aferrado a una almohada. Parecía demasiado cansado mientras soltaba pequeños suspiros que no llegaban a ser ronquidos.
Dio unos pasos hacia él con cuidado. Nervioso. ¿Cómo debía despertarlo?

Tocó su hombro con delicadeza y lo movió un poco.

— Señor Seo...— llamó. El nombrado se removió en su lugar pero no sé levantó. Bien quizás había hablado muy suave.— Señor...— está vez lo dijo más fuerte  realizando el movimiento de nuevo, acercándose un poco más. El mayor soltó la almohada y lo abrazo a él inconscientemente antes de girar tirandolo encima suyo, despertando al fin por el impacto del peso sobre su pecho.

— Y-yo lo siento.— murmuró algo ruborizado.— ¿Te hice daño?

— No, estoy bien.— aseguró In tratando de ponerse en pie pero no pudo hasta que Seo lo ayudo.— Ya es hora de la reunión, señor.

— Está bien, gracias.— Murmuró tratando de alejar su mirada de él.— Gracias, ya subiré.

Innie hizo una reverencia antes de salir y subir al ascensor.

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Cuando su jefe subió ya estaba completamente arreglado, bien peinado y vestido como el día anterior. In se acercó a él ofreciéndole un café que esté no dudo en tomar.

— Gracias, Yang.— suspiró haciendo sonar su cuello moviéndolo primero a un lado y luego al otro.— Y perdón por lo de la sala de descanso, no sé que estaba soñando pero siento si fue incómodo.

— No hay problema, señor. Lo entiendo.

— No te golpeaste ¿cierto?— cuestionó realmente preocupado tomándole el brazo, como sí en ese momento hubiera recordado que estaba embarazado y realmente le importará.

— No, estoy bien, enserio señor.— contestó algo nervioso sintiendo el color subir a sus mejillas, el contrario soltó un suave suspiro de alivió.

— Que bien.— le sonrió brillantemente.— ¿Te pusiste al día con la agenda?

— Sí.— asintió. Había tratado de memorizar el horario por lo menos de ese día y los dos siguientes.— Llamaron para hacer una cita, de otra empresa. Mmm...— busco el post-it en donde había anotado el número para confirmar con los datos de la empresa y quién hablaba.

— Sí es Han Jisung llámale y dile que deje de molestar.— se adelantó a decir Seo negando.— Él puede venir sin hacer cita, solo te está probando.— le sonrió.— Es mi mejor amigo.

— S-sí.— asintió avergonzado apresurandose en buscar el teléfono pero tropezó con sus propios pies. Seo fue rápido y lo agarro de la cintura impidiendole caer al suelo justo cuando las puertas del elevador se abrieron.

— ¿JeongIn?— el corazón de JeongIn se detuvo un segundo, su piel se heló y su rostro palideció. Quizás sus pesadillas habían manifestado aquel encuentro. Tanto él como Seo dirigieron la mirada hacia la persona que hablo.

Su jefe lo ayudo a pararse correctamente con cuidado y cuando iba a soltarlo Innie por instinto se aferró a la manga de su camisa haciéndolo sorprender un poco antes de dirigirle una mirada seria al recién llegado.

— Bang, pasa a mi oficina.— pidió Seo y este hizo caso sin decir más nada. Una vez quedaron solos lo hizo girar a verlo, estudiándolo mejor mientras abría y cerraba la boca repetidas veces con preguntas que no llegaba a hacer.— Yang, puedes ir a descansar abajo, no hace falta que estés aquí.— le murmuró al fin despacio y él asintió dirigiéndose al ascensor con su ayuda, aliviado.

— Gra-gracias, señor.— le susurro antes de que las puertas se cerrarán entre ellos.

Por Amor. ~ChangJeong~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora